Indultos de tres al cuarto

Todo se indulta hoy día: desde la ignorancia en la escuela hasta el golpismo catalán.

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Según Ortega y Gasset, la mejor forma de conocer la intrahistoria de una sociedad es acudiendo a una plaza de toros. Como en la Fiesta, nos encontramos ante una comunidad corrompida, materialista y deshonrosa que camina hacia un gobierno de terroristas, golpistas y comunistas cuyo único fin es acabar con la democracia. Si acaba por desaparecer de España y su fiesta la pietas o el sentido del deber hacia un fin mayor, en lugar de intereses propios y partidistas, apaga y vámonos.

Ejemplo de ello son los indultos que se ciernen sobre nuestro estado de derecho y que, lejos de ser parados, son alentados por el gañán de la Moncloa.

Todo se indulta hoy día: desde la ignorancia en la escuela hasta el golpismo catalán. Y uno que pensaba que eso de indultar era cosa seria, que sólo recibirían indulto “aquellas reses que, destinadas a corridas de toros o de novillos con picadores, cuenten con el trapío correspondiente, considerado éste en razón a la Categoría de la plaza, así como el peso y las características zootécnicas de la ganadería a la que pertenecen” (Artículo 46 del Reglamento de Espectáculos Taurinos). Con los desechos de tienta que tenemos por gobernantes, sin hechuras ni trapío propios para ostentar el privilegio de dirigir a una gran nación, estas reses no merecen sino un único fin, el muladar, pues dudo mucho que sus carnes fueran aptas para el consumo. Aun así, ¿se toman la licencia de indultar a estos ganapanes a cambio de un puñado de votos?

Por si quedara alguna duda, dice el artículo 83 del mencionado Reglamento: “En las plazas de toros de primera y segunda categoría, cuando una res por su trapío y excelente comportamiento en todas las fases de la lidia, sin excepción, sea merecedora del indulto al objeto de su utilización como semental y de preservar en su máxima pureza la raza y casta de las reses, el presidente podrá concederlo cuando concurran las siguientes circunstancias: que sea solicitado mayoritariamente por el público, que lo solicite expresamente el diestro a quien haya correspondido la res y, por último, que muestre su conformidad el ganadero o mayoral de la ganadería a la que pertenezca”.

Lástima que estas palabras coincidan plenamente con las penosas circunstancias actuales. España ha perdido la poca categoría de la que gozaba; los gobernantes, despojos; el presidente, un pirracas; el público, manso perdido. ¿Los indultados? Achaparrados, rechonchos y zapallones, a la par que sonrientes, se mofan de España y de la debilidad de sus instituciones democráticas por cuyas fisuras, no dentro de mucho, podrán pasar los golpistas amnistiados por Sánchez el pollino.

Frente el pañuelo naranja que concede el indulto a las reses, pañuelo verde para devolver a estos delincuentes a los corrales de los que nunca debieron salir. Ante el desgobierno, movilización, que tras la manifestación del pasado 13 de junio, más de uno padece Colón irritable.

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