La medida del Ayuntamiento de Vic de no empadronar inmigrantes indocumentados lanza al partido Plata
Josep Anglada, a las puertas del Parlamento catalán
JUAN MONTERO THOVAR
17 de marzo de 2010
Cuando en mayo de 2007, el partido de Josep Anglada, Plataforma x Cataluña, pasó a ser el segundo más votado en Vic, la clase política respondió al terremoto con un maremoto: la conservadora ciudad de Vic gobernada por CiU desde hacía 30 años, pasó a tener un gobierno de concentración de todos contra uno. La misma noche que CiU ganó las elecciones, su alcalde, el democristiano Josep Maria Vida d’Avadal, pronunció ante las cámaras esta frase: “A Anglada ni agua”. Y el citado le contestó que la legislatura era larga y tendría que retractarse. Dos años después, en pleno vendaval sobre el rechazo al empadronamiento de inmigrantes indocumentados así se expresaba el alcalde de Vic en la entrevista para TV3: “No podemos obviar a los votantes del segundo partido más votado de la ciudad”. Pretendía un “No soy yo, es que me obligan” y se le quedó en “Anglada tenía razón”.
Así empezó el terremoto
Remontemonos a como empezó todo. Diciembre de 2009, se acaba el año. Anglada dice a sus más allegados que le van hacer el mejor regalo de reyes magos de su vida. No pasan muchos días y el acalde de Vic convoca una rueda de prensa: el consistorio que preside ha decidido prohibir el empadronamiento de los ilegales. La noticia sacude las televisiones, las radios y los periódicos de toda España (y alguno que otro del extranjero), así como los foros, las redes sociales, los digitales, todos hablan de lo mismo: “Los del Ayuntamiento de Vic no quieren más inmigrantes ilegales”.
Si CiU, ERC y el PSC se han dejado arrastrar hasta este terreno que no es el suyo tiene una explicación. Con un 30% de inmigración y ese reparto político pueden hacerse una idea de lo caldeado que tienen el ambiente por Vic: un alcalde que pierde votos día a día y a la contra cómo la única oposición va sumándolos y Anglada más conocido que Vila D’Avadal. Ya no queda tanto para las próximas elecciones. El tripartito anti-natura con su corregidor a la cabeza se lanza la piscina sin comprobar si tiene agua. Ha calculado o le han calculado mal la jugada. ¡El veto a los inmigrantes ilegales es una propuesta calcada a otra que presentó Anglada en 2003!
En la alcaldía han abierto la caja de Pandora y ya es tarde para echarse para atrás, les llueven tortazos por todas partes, no están preparados para la batalla. Al contrario que Anglada en estas aguas ellos no se sienten comodos. Van pasando los días y en vez de amainar el temporal la tempestad se crece, el debate se ha trasladado a la calle y el Gobierno quiere acabar con el asunto Vic lo antes posible. Desde arriba les acusan de ilegalidad, desde debajo de aplicar el sentido común, pero si siguen así se les verá el plumero. La discusión se les está haciendo grande y solo quieren apartarse de ella lo antes posible. Encargan un informe sobre la legalidad de la medida al bufete de Miquel Roca i Junyent, al mismo tiempo dicen que si el Gobierno socialista dictamina que es ilegal acataran la decisión y la retirarán. Zapatero interviene: “El Gobierno que presido no va a consentir trucos de ningún ayuntamiento para menoscabar derechos a los inmigrantes”.
Llega el siguiente pleno del Ayuntamiento. Anglada pide a los concejales del tripartito antinatura valentía, que no decepcionen a la gente; si la medida es legal o ilegal lo debe dictaminar un juez. Los causantes de la controversia votan otra vez en bloque, pero esta vez a favor del empadronamiento, eso sí en el mismo pleno piden más dinero para atender a los indocumentados. La retirada, ni siquiera honrosa.
El mejor regalo de reyes
Mientras el torbellino acaba con la credibilidad del alcalde, Anglada y sus propuestas han entrado en todo medio de comunicación por pequeño que sea. Anglada no se equivocaba: le han hecho mejor regalos de reyes, su discurso ha entrado en cada hogar de España, y ya pocos son los que no han oído hablar de sus posturas anti-inmigración. Posiblemente tal regalo no exista, Anglada lleva 10 años trabajándoselo, pero sin duda Vila D’Avadal se lo ha puesto en bandeja. En Cataluña tres de cada cuatro ciudadanos se declaran contrarios a la inmigración, un espacio electoral que aunque disputado por muchos y ninguno a la altura, estaba huerfano.
Hoy, el nombre de Anglada suena cada vez con más fuerza para entrar en el Parlamento catalán, y ya hay quien le calcula casi ocho parlamentarios y, como guinda, la alcaldía de Vic, su pueblo.
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