Eduardo Arroyo
Por ejemplo, Ron Paul cree que el “libre comercio” debe ser libre de verdad; es decir que la deslocalización de empresas para marcharse a China es una subvención a un gobierno criminal que sólo interesa a las multinacionales, no al pueblo americano. Además, piensa que la política de intervencionismo mesiánico de la administración Bush no ha supuesto un país más seguro y además -esto es ya el colmo- Israel debe ser tratado como cualquier otro aliado de los EEUU.
Por desgracia para Fox News, la exclusión de Ron Paul del debate atrajo la atención de Jay Leno, que volvió a invitarle al programa. El video de la CNN muestra las calles de New Hampshire copadas por lo que se ha dado en llamar “paulitas” (http://www.youtube.com/watch?v=4BhnltXg1hA).
En España, para variar en cuanto a servilismo perruno se trata, la prensa escrita y la televisión no le nombran jamás, pero sí que se ocupan del anodino Fred Thompson, los insignificantes Tom Tancredo y Dennis Kucinich o los halcones del Partido de la Guerra Giuliani y McCain. Especialmente, la prensa conservadora española ha decretado un agujero en el continuo espacio-tiempo que impide ni siquiera mentar a Paul. Una tal Marta Hontoria, pese a ser enviada especial de La Razón, vive en Estados Unidos como si Ron Paul no existiera, hasta el punto de que en la foto publicada en las páginas ilustradas del mencionado diario el pasado lunes (7.1.2008), aparecía el subtitulo de “candidatos demócratas” bajo una foto de varios candidatos demócratas charlando con Ron Paul. El resto de halcones que ha fichado el periódico estandarte de “la derecha” –fieles apóstoles del Partido de la Guerra en España- siguen la misma política que Fox News, al fin y al cabo, no muy diferente de “El País”. Pese a todo ello, Ron Paul aparece tercero en las célebres encuestas de Rasmussen Reports.
Y es que Ron Paul es sin duda el fenómeno más interesante de las elecciones americanas y demuestra, en primer lugar, que el bipartidismo en aquél país se está cuarteando. En segundo lugar, demuestra cómo miles de jóvenes entusiastas, muchos de los cuales apenas llegan a la veintena, se enfrentan a equipos de activistas profesionales, viajando por todo el país en autobús y con mochilas, restando horas al sueño y trabajando hasta la extenuación totalmente gratis, todo ello por un señor que podría ser su abuelo.
