En este Día de la Hispanidad nos complace ofrecer la entrevista concedida a El Manifiesto por don Cristóbal Colón de Carvajal, XVII duque de Veragua, principal descendiente en línea directa del descubridor de América.
¿Qué significa para usted llevar el apellido Colón y cargar sobre sus espaldas con el recuerdo de la mayor gesta de la Historia de España y una de las más decisivas de la humanidad?
Además del orgullo personal que significa para mí ser el descendiente de uno de los personajes más grandes de la Historia, tengo que reconocer que me emociona mucho pensar en el Almirante, ya que está en el origen de la larga saga que mi familia ha tejido y seguirá tejiendo a través del tiempo; un hombre de quien, como español, también me siento sumamente orgulloso, pues sin él jamás se hubiera escrito la página más gloriosa de nuestra Historia como nación, la cual asumió de tal modo un papel decisivo en los destinos de la civilización occidental.
Pero no sólo me invade la dicha derivada de un orgullo noble y grande. Junto a ello también están las obligaciones que me incumben y que intento asumir como es debido. Como usted sabe, la aristocracia se configuró históricamente como un entreverado haz de derechos y deberes, en el que los privilegios ostentados no eran sino como la otra cara de los servicios y deberes asumidos. En mi caso, y cuando ya no hay ni privilegios ni deberes, queda, como contrapartida de todo lo que le debo al descubridor de América, la gozosa obligación con la que me dedico a estudiar intensamente todo lo relacionado con la vida y la obra del Almirante, manteniéndome al día de cuantos estudios y publicaciones se efectúan en torno a su figura.
¿A qué cree que se debió el trato injusto que sufrió Colón en los últimos años de su vida?
Es curiosa la relación que mantuvo Colón con los dos monarcas españoles, Isabel y Fernando. No sabemos cuáles fueron las razones, pero lo cierto es que su gran valedora fue Isabel. Con ella y no con Fernando fue con quien siempre mantuvo las mejores relaciones, siendo indudable que, a partir del fallecimiento de la Reina, Colón experimentó crecientes dificultades, habiendo existido incluso algunas tentativas por parte de Fernando para que el Almirante abandonara todos sus privilegios a cambio, por ejemplo, de recibir, con el título de conde, un pequeño territorio en Carrión de los Condes, propuesta que fue rechazada por Colón.
Ahora bien, este tipo de problemas no sólo fue Colón quien los conoció. Algo parecido le ocurrió a Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, quien no cosechó mucho éxitos personales que digamos en su relación con el monarca.
¿Cuándo se otorgó a su familia la famosa divisa “A Castilla y León nuevo mundo dio Colón”?
Nuestro escudo de armas fue concedido a Colón por los Reyes Católicos, cuando, en el mes de mayo de 1493, el Almirante regresa a Barcelona después de su primer viaje a América. Además del referido lema, figuran en dicho escudo los dos primeros cuarteles –Castilla y León–, a los que se suman otros dos. En uno van las anclas de Almirante y en el otro las islas descubiertas. Queda una pequeña porción en la parte inferior reservadas a las antiguas armas de la familia.
¿Dicen que su familia también puede jactarse de tener sangre del emperador azteca Moctezuma II?
Sí, es cierto; es algo que está perfectamente documentado. Cuando fallece el emperador azteca, sus hijas, que habían quedado bajo la tutela de Hernán Cortés, se casan con dos de sus principales capitanes, inaugurando de tal forma el mestizaje de sangre española e indígena que, a diferencia de la inmensa mayoría de las demás colonizaciones, caracteriza la obra de España en América. Hernán Cortés concedió a las hijas de Moctezuma el título de princesas, título al que iba aparejada una renta muy importante pagada en plata, la cual se siguió abonando religiosamente hasta principios del siglo XX, tanto por parte de España como luego de México, a los descendientes de aquellas dos princesas. Así es como diversas familias de la aristocracia española, y entre ellas la mía, estamos entroncados con el emperador azteca.
Los orígenes oscuros de Colón
¿Qué puede decirnos acerca de la tan traída y llevada cuestión de los orígenes étnicos de Colón? ¿Seguro al cien por cien que era genovés?
Como descendiente de Colón y cabeza de la rama principal en la actual generación, soy muy prudente en este tema, y me atengo a lo que dicen los historiadores profesionales, que es a quienes compete pronunciarse al respecto. Y lo que dicen la mayor parte de ellos es que, efectivamente, Colón era genovés. Eso no quiere decir que no haya otras muchas teorías que todos conocemos, pero hoy por hoy, la orientación principal es la de afirmar el origen genovés del Almirante.
¿Cuáles fueron los motivos que pudo haber tenido Colón para ocultar su origen?
No lo sabemos con exactitud, pues muchas son las cosas de su vida que quedan en una nebulosa. Por ejemplo, todo lo referente a los años transcurridos antes de que llegara a Portugal, años durante los cuales parece que hubiera podido haber una experiencia de corsario. Aunque tampoco parece una razón suficiente para silenciar sus orígenes, pues el hecho de ser corsario al servicio de otra potencia tampoco era en aquel entonces algo peyorativo, ni muchísimo menos.
¿Ser corsario al servicio de…?
Al servicio, por ejemplo, de los genoveses o de cualquier otra de las potencias con las que el reino de Aragón se enfrentaba por la hegemonía comercial en el-Mediterráneo occidental.
Otra de las cosas que también se dicen a veces es que Colón hubiera podido ser un judío converso. ¿Hay algo de verosímil en ello?
Pues no, la verdad. La única base para tal suposición estriba en el hecho de que muchas de las personas con las que trató eran judíos conversos, lo cual no significa nada, si se piensa que también eran genovesas, florentinas, portuguesas… muchas otras de las personas con las que mantuvo tratos regulares, y ello no nos lleva a asegurar su origen. Se pueden aducir dos testimonios muy claros respecto a esta cuestión. Uno procede de su propio hijo Hernando, y el otro de uno de sus principales historiadores, Fray Bartolomé de las Casas. Coinciden ambos en subrayar el fervoroso catolicismo de Colón, quien en su práctica religiosa rezaba, por ejemplo, las horas canónicas y llegaba a extremos que lo acercaban casi al comportamiento de un fraile.
Las actuales generaciones ante la gesta de Colón
¿Qué puede representar hoy una figura como la de Cristóbal Colón para las nuevas generaciones de españoles que parecen haber dejado de percibir la Hispanidad como el amplio espacio común que nos entronca con los pueblos de honda tradición española allende los mares?
Representar… puede representar mucho, desde luego. Pero para ello haría falta que cambiaran profundamente las cosas. No cabe duda de que uno de los signos de los tiempos actuales es la pérdida de sentido histórico, la desaparición de esa sensibilidad gracias a la cual los hombres siempre se han sentido partícipes de un pasado que, a través del presente, se proyecta hacia el futuro. Y esta pérdida, que en nuestra España se manifiesta con pavorosa claridad, lo hace de modo aún más particular en lo tocante a los vínculos con Hispanoamérica. Nunca se insistirá bastante, en tal sentido, en el daño que está causando la educación que, en las últimas décadas, reciben nuestros jóvenes. Habría que enseñarles que, en nuestro globalizado mundo, los hombres de ambos lados del Atlántico podemos llevar a cabo juntos muchos proyectos de diversa índole, incluidos grandes proyectos empresariales.
Ahora bien, los vínculos constitutivos de la Hispanidad también están dañados en el otro lado del Atlántico, donde el Descubrimiento se ha tomado un poco como chivo expiatorio al que se le cargan todos los problemas internos que han tenido los países hispanoamericanos desde entonces hasta ahora… ¡cuando –y por señalar solamente este pequeño “detalle”– ya han pasado doscientos años desde que accedieron a la independencia!
Por supuesto, pero ¿no le parece que este “indigenismo” que repudia el legado hispánico también se ve contrarrestado en los países hermanos de América por la tendencia opuesta, expresada en quienes se sienten profundamente ligados a la “Madre Patria”, como la siguen llamando?
Sí, en efecto, ambas actitudes existen simultánea y contradictoriamente: fruto sin duda de las divisiones ideológicas y culturales existentes en tales sociedades; y fruto también de los diversos grados de cultura y educación existentes.