Simón de Monfort, combatiente contra el DAESH: “España se ha convertido en una sociedad de eunucos”

Simón de Monfort es un héroe, aunque él se reste importancia, pues el verdadero héroe es humilde y no se pone medallas, ni presume de nada, el verdadero héroe actúa y se parte la cara por las buenas causas, aun a costa de que se la revienten de un pepinazo o le decapite el filo sarraceno. Les ofrecemos esta entrevista desde la profunda admiración. Sobran más palabras, vayamos pues con el protagonista, demos la voz al que tiene algo apasionante que contar, al que  no le tiemblan las piernas y anda cada día con paso firme y sin titubeos por el mismo infierno yihadista.

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¿Cómo decidió ir a luchar de voluntario contra el DAESH?

Mi primera intención fué acudir como voluntario en los campos de refugiados. Tengo experiencia en voluntariado social para la Iglesia y quería ayudar a paliar el dolor de los perseguidos. Cuando esa vía no me fue posible y se me ofreció la del combate contra los perseguidores, me uní al combate, para hacer lo que estuviera en mi mano en parar un genocidio.

¿Hay que tenerlos bien puestos?

Hay que entender que si pudiendo hacer algo no se hace, se es cómplice por omisión. Me indignaba ver los miles de yihaidistas que se unían a los genocidas, dejando vidas cómodas en sus países, por acudir, en muchos casos a una muerte segura… y que no fuesemos más los que nos uniéramos a defender a los perseguidos. Ante un atropello así, uno no se para a medir las consecuencias. ¿Usted se pondría a calcular las posibilidades de salir airoso, si se encuentra cuatro violadores abusando de una cría en el portal de su casa? Usted como muchos, se lanzaría en defensa del débil, sin más miramientos. Así hice yo. Pensé que permanecer inmóvil me pasaría factura el resto de mi vida.

Y estar dispuesto a morir…

Uno no desea la muerte, asume el riesgo. Hay quien arriesga su vida en estúpidos deportes de riesgo, y en muchos casos la pierden. Aquí no es una afición, es un riesgo que se acepta para salvar vidas y defender la vida de los perseguidos.

Porque ellos están dispuestos a morir y a morir matando…

Ellos son fanáticos ciegos de odio, nosotros somos radicales de amor. Nosotros no matamos por imponer nada, matamos para impedir que esos fanáticos se impongan por el terror y la fuerza. Defendemos la libertad y el derecho a existir de las minorías étnicas y religiosas que los terroristas quieren aniquilar.

¿Usted ha visto a la muerte de cerca?

Muy de cerca y muchas veces, al final se hace cotidiana aunque no querida. Pero uno llega a familiarizarse con ella y trata de “negociar”. A veces con promesas, otras con propósitos, pero cada vez con menos miedo.

¿Cuál ha sido el combate más duro al que se ha enfrentado?

Sin duda Raqa fué muy duro. Teníamos al enemigo no en frente, sino debajo de los edificios que ocupábamos y alrededor. En la guerra urbana, por la cercanía con el enemigo, es donde menos fallos se perdonan. Tuvimos muchas bajas y muy cercanas.

¿Cómo está la confrontación actualmente?

El DAESH no ocupa o domina apenas territorio, pero está presente en todas las poblaciones. El modo de combate ha pasado a una fase de guerra de guerrillas y terrorista. Parece un conflicto acabado, pero cada día hay ataques y muertos por todo Iraq y Siria. Además con la distracción de las amenazas turcas y chiitas se están reorganizando los del ISIS. Seguro que cambiarán de nombre, pero sus fines pan-árabes y wahabistas seguirán “ad aeternum”.

¿Su familia y amigos han intentado que no vaya o por el contrario le animan?

Claro que se preocupan y si antes decían que por qué, ahora dicen que, tras casi cuatro años, “ya está bien”. Pero para mí es dejar un trabajo a medias, no encuentro sentido a una vida mediocre teniendo una gran causa por la que luchar.

Háblenos de la importancia de acabar con el DAESH y el terrorismo islámico…

El DAESH es un enemigo de la humanidad, no solamente de Oriente Medio. Aquel es el nido del monstruo, pero su intención es la yihad universal. No habrá paz en el Mundo mientras haya islamistas radicales, ni allí ni en Europa, ni en Australia ni en Canadá…Hemos visto como golpean allí donde existen. Es un cáncer que si no logramos controlarlo, y digo controlarlo porque eliminarlo es imposible, nos hará todo el daño que pueda.

Mucha gente no es aún plenamente consciente del peligro de la invasión islámica…
La gente ni piensa ni nunca pensará por sí misma, la gente repite las consignas que se le dictan. Y los medios, por lo general tratan de manipular quitando hierro al problema islamista, como al de la inmigración descontrolada. La razón es destruir la sociedad y civilización actual y cambiarla por una nueva sociedad, sin identidad, sin voluntad, sin espiritualidad, sin familia ni tradiciones… una sociedad gris y consumista. Clientes ciegos y sumisos de los mercaderes del mundo.

¿Cree que hay que combatirles allí, antes de que se apoderen de Europa por el terrorismo o por la inmigración masiva?

Allí está la cuna de ellos, pero ya están en nuestras ciudades, si no actúan es solo porque esperan el mejor momento o de crecimiento o de inestabilidad política o de crisis de valores… ellos marcan los tiempos, los gobiernos y fuerzas del orden solo actúan como apagafuegos, pero ellos tienen la voluntad y las cerillas.

¿Se siente usted heredero de aquellos heroicos españoles de nuestra historia que lucharon contra la amenaza islámica en la Reconquista, en Lepanto y tantos otros lugares?

No soy heredero, soy uno de ellos. A quien no reconozco es a la sociedad de eunucos que se ha convertido España y Europa. De tierra de conquistadores, héroes y santos, hemos pasado a ser la vanguardia de invertidos y burgueses.

Por último, haga un llamamiento a aquellos que quieran sumarse a la misma Cruzada…

Yo no invito a nadie a unirse. Esto es una decisión personal. No quiero ser cómplice de muertes o decepciones. Allá cada cual, el que quiera seguir con su vida de “mier…” que siga. Pero hay otra vida, la de los que prefieren morir a “perder la vida”.

¿Quiere añadir algo?

Quiero dejar constancia y agradecimiento eterno a los que allí han quedado, Samuel y Ramón como españoles, y al dolor de sus familiares y amigos. Que entiendan que no han sido muertes en vano, como no lo son nuestras heridas o mutilaciones. Es el precio de frenar a los genocidas, y seguro que Dios les reserva un lugar privilegiado. Su generosidad contrasta con el egocentrismo de la sociedad actual. El egoísmo de los cómodos frente a la entrega de los héroes y mártires.

© Somatemps

Agradecemos la colaboración de Jesús Muñoz, columnista de opinión de El Correo de Madrid y portavoz de los Voluntarios Españoles contra DAESH, en la realización de esta entrevista.

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