La violencia religiosa no es un problema religioso: nadie ha declarado hoy la guerra al mundo en nombre de Cristo, Buda o Visnú. Sí en nombre de Mahoma, y por eso estamos un problema específicamente islámico, cuyas raíces sólo los propios musulmanes pueden arrancar.
Los terroristas islámicos no son en realidad musulmanes. Lo ha dicho Mariano Rajoy con el acostumbrado desparpajo de nuestro presidente cuando habla de lo que no sabe. Estas son las palabras exactas de Rajoy, este sábado, en una cumbre del PP sobre seguridad: “Estos nuevos asesinos siembran la muerte y la barbarie acogiéndose a una interpretación retorcida de un credo. Todos sabemos que la verdadera fe musulmana condena la violencia y el terrorismo”. Palabras que sin duda traducen buenas intenciones, pero que, simplemente, no son verdad. Los yihadistas no atienden a una “interpretación retorcida” del islam.Atienden a una interpretación literal, que es distinta cosa. Cuando un retuerce un credo, se le puede llamar herético; cuando lo aplica al pie de la letra, no.
¿Qué dice el Corán sobre la guerra santa, la violencia, etc.? Cosas como estas: “Combatid por Dios contra quienes combatan contra vosotros, pero no os excedáis. Dios no ama a los que se exceden. Matadles donde deis con ellos, y expulsadles de donde os hayan expulsado (…) Combatid contra ellos hasta que dejen de induciros a apostatar y se rinda culto a Dios. Si cesan, no haya más hostilidades que contra los impíos” (Sura 2). “O ¿creéis que vais a entrar en el Jardín sin que Dios haya sabido quiénes de vosotros han combatido y quiénes han tenido paciencia?” (Sura 3: 142). “¿Por qué no queréis combatir por Dios y por los oprimidos —hombres, mujeres y niños— que dicen: ¡Señor! ¡Sácanos de esta ciudad, de impíos habitantes! ¡Danos un amigo designado por Ti! ¡Danos un auxiliar designado por Ti!? (Sura 4). “¡Creyentes! ¿Qué os pasa? ¿Por qué, cuando se os dice: Id a la guerra por la causa de Dios!, permanecéis clavados en tierra? ¿Preferís la vida de acá a la otra? Y ¿qué es el breve disfrute de la vida de acá comparado con la otra, sino bien poco…? Si no vais a la guerra, os infligirá un doloroso castigo. Hará que otro pueblo os sustituya, sin que podáis causarle ningún daño. Dios es omnipotente” (Sura 9). Y así sucesivamente.
Por supuesto, en el Corán también hay magníficos párrafos de paz y misericordia. Por supuesto, en otros textos sagrados –véase el Antiguo Testamento- tampoco faltan las apelaciones guerreras, como cuando Yahvé manda exterminar a los hijos de Amalek. Por supuesto, en fin, la tradición islámica no carece de intérpretes que han propuesto una visión historizada, es decir, relativizada, de las apelaciones guerreras como algo que simplemente refleja una época y no la nuez doctrinal del islam. Uno de esos intérpretes fue Mahmud Mohamed Taha, el héroe de la independencia del Sudán frente al colonialismo británico. Fue acusado de apostasía y ejecutado en nombre de la sharia, la ley islámica. No en la edad media: en 1985.
Esto lo sabe cualquiera que tenga un mínimo de información. Rajoy también, por supuesto. La violencia religiosa no es un problema religioso: nadie ha declarado hoy la guerra al mundo en nombre de Cristo, Buda o Visnú. Sí en nombre de Mahoma, y por eso estamos un problema específicamente islámico, cuyas raíces sólo los propios musulmanes pueden arrancar. Subrayarlo no es pecar de “islamofobia”. Es, simplemente, constatar la realidad.¿Pueden los musulmanes salir de ese agujero negro? Deberían poder, pero la realidad se encarga todos los días de deshacer muchas esperanzas. El islam no tiene una instancia que dicte magisterio: no tiene Iglesia, no tiene papa, no tiene sínodos ni organiza concilios. Y difícilmente habrá solución mientras la batuta doctrinal esté en manos de los “doctores” formados en la esfera salafista, abundantemente financiada por Arabia Saudí y Qatar, y cuyo horizonte es precisamente el retorno a la pureza primigenia, literal, del islam. Arabia Saudí y Qatar, sí: dos de los más conspicuos aliados económicos y geopolíticos de “occidente” en este carajal que llamamos “nuevo orden del mundo”. Lo cual explica muchas cosas. Y esto, por supuesto, también lo saben Rajoy, Obama, Hollande y todos los que en estos días han reaccionado a la matanza de París con apelaciones a evitar la “islamofobia” y reivindicando la naturaleza pacífica del credo musulmán.
“Todos sabemos que la verdadera fe musulmana condena la violencia y el terrorismo”. Mientras Rajoy pronunciaba estas palabras, en Níger las masas encolerizadas por los ulemas quemaban diez iglesias cristianas para protestar por la presencia del presidente nigerino en la manifestación multinacional de apoyo a Charlie Hebdo. Poco más hay que decir. O sí. Pero lo diremos otro día.
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