Los señores del dinero merodean por Palacio

La verdad sobre la "Operación Urbano"

Los "Big Five": Botín, Alierta, Fainé, Amancio… y Lara. Que a lo mejor son más de "five", pero da igual: ellos son los que mandan porque tienen en las manos el dinero y la comunicación; ellos son los que están que no les llega la camisa al cuerpo porque el gran negocio se arruina, y ellos son los que ahora se han dividido entre juancarlistas y felipistas.

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Tal como me lo han contado lo cuento:
“Lo que no estáis entendiendo es que todo esto no se ha montado para demoler el sistema, sino al revés, para sostenerlo, si es que es posible sostener algo aún. ¿Por qué crees, si no, que un tipo como Lara, que es parte fundamental de la estructura del poder desde hace mucho tiempo, se ha metido en el berenjenal de editar el libro de la Urbano? ¿Por independencia de criterio? ¿Por amor a la libertad de expresión? ¿Porque necesita dinero? ¡Venga, hombre!… Pilar Urbano ha escrito ese libro –como antes el de la Reina– y Lara lo ha editado –como antes el de la Reina– porque hay en marcha una operación de largo aliento para que el Rey abdique en su primogénito. En esa operación están la Reina, el príncipe y muchos prohombres del sistema que ven con pavor cómo España se está yendo al garete, y que creen sinceramente que un relevo en la cúspide serviría para calmar las cosas y, si no comenzar de cero, al menos empezar otro partido.
”Escucha: a veces, para salvar al reino hay que sacrificar al rey. O darle relevo. Eso lo sabe bien el propio Juan Carlos, que ha sacrificado más alfiles, peones, caballos, torres y, por supuesto, damas que ningún otro político español en el último medio siglo. No debería extrañarle que ahora sea él mismo el sacrificado. Pero él no quiere. Él mira con horror la hipótesis de verse jubilado y viejo, apartado de la vida pública, lejos del mando y de los negocios, como una versión masculina de la reina madre. Y además, no se fía de su hijo o, más exactamente, no se fía de su nuera. Lo mismo piensan otros muchos mandamases de este país: que Juan Carlos es imprescindible para salvaguardar el delicado equilibrio entre separatistas y constitucionalistas, entre izquierda y derecha, entre católicos y anticlericales, entre… Es eso lo que divide ahora mismo a la verdadera cúpula del poder en España: no las ideas, ni el futuro de la nación, ¡qué va!, sino quién ha de ser el que mantenga en pie el edificio.
”Tu amigo Horcajo apuntaba bien el otro día cuando hablaba de los “Big Five”: Botín, Alierta, Fainé, Amancio… y Lara. Que a lo mejor son más de “five”, pero da igual: ellos son los que mandan porque tienen en las manos el dinero y la comunicación; ellos son los que están que no les llega la camisa al cuerpo porque el gran negocio se arruina, y ellos son los que ahora se han dividido entre juancarlistas y felipistas. Todo eso, por supuesto, bajo cuerda y en silencio. Pero, para quien sepa leer entre líneas, no es difícil ver la división de campos en los titulares de los periódicos y en las voces de la radio. Mira bien y enseguida verás un grupo de comunicación juancarlista a machamartillo y otro que no hace ascos al relevo. Mira mejor y adivinarás con facilidad qué intereses económicos de altos vuelos hay detrás de cada cual.
”Nadie, por supuesto, piensa en traicionar a la Corona. Que no. Lo que quieren es renovarla, devolverle la legitimidad que Juan Carlos le ha hecho perder con sus errores, dar al actual rey una salida digna convirtiéndole en un héroe de la democracia y pasar página de una vez. Piensa esto: Juan Carlos recibió un país con pocas libertades, pero próspero y unido, y va a legar un país formalmente democrático, pero empobrecido hasta el límite y a punto de descoserse. El rey no tiene responsabilidad política, pero sí responsabilidad histórica. ¿Crees que Juan Carlos no lo sabe? ¡Claro que lo sabe! Y eso le martiriza. El rey sueña con recomponer las cosas para dejar a su heredero un país entero, el mismo país que recibió, y cree que puede conseguirlo. Pero otros muchos, dentro y fuera de La Zarzuela, piensan que no, que Juan Carlos tiene ya las manos demasiado manchadas, que hay por medio demasiadas corinas y demasiados urdangarines y otras muchas cosas que la mayoría de la gente ignora, pero que acabará sabiendo, y que lo mejor que nos puede pasar es que el viejo –porque ya está viejo– se quite de en medio.
”Lo de la ‘Operación Armada’, escúchame bien, sólo es una anécdota. ¿Que el rey amparó un golpe y luego lo frustró? Vale, no será ejemplar, pero nadie va a recriminárselo ahora: ha pasado demasiado tiempo. Y además, todos los sabíamos ya. Ahora bien, ese tipo de cosas erosiona su imagen actual, nos lo presenta como un hombre, precisamente, de otro tiempo. Esa es la verdadera operación, la verdad de la ‘Operación Urbano’: poner a Juan Carlos en una hornacina, la del heroico pasado de la transición, y preparar el campo para una sucesión ordenada más temprano que tarde. Y te quedarías asombrado si supieras la cantidad de gente con poder que está empujando para llegar a eso.”
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No digo ni que sí, ni que no. Tal como me lo han contado, lo cuento.
© La Gaceta

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