Zapatero quiso jugar con ETA y ha perdido

Compartir en:

 
Conviene recordar cuál era la situación en 2004: ETA, acorralada policialmente; el Estado, unido (al menos, aparentemente) en torno a la política antiterrorista; las extensiones políticas, económicas y mediáticas de ETA, desmanteladas o seriamente dañadas; su presencia institucional, reducida a cero; la imagen de la banda terrorista, cayendo en picado dentro y fuera del País Vasco, y también dentro y fuera de España; las víctimas del terrorismo, elevadas hasta el lugar que legítimamente les corresponde… Conviene señalar cuál es la situación hoy: el consenso sobre la política antiterrorista se ha roto; ETA ha vuelto a estar presente en las instituciones a través del PCTV y de ANV, con la tolerancia del Gobierno; la presencia política y social de la banda ha crecido; ETA ha recuperado también parte de la legitimidad pública que buscaba al poder presentarse como interlocutor del Estado en foros internacionales; las víctimas del terrorismo han pasado de ser héroes de la comunidad política española a ser un problemático colectivo periódicamente puesto bajo sospecha por las propias instancias gubernamentales. Es difícil imaginar un cambio mayor en menos tiempo.
 
Zapatero es culpable
 
El evidente fracaso de la política antiterrorista tiene un único responsable: José Luis Rodríguez Zapatero. Fue personalmente él quien se empeñó en apartarse de la política seguida por sus predecesores para embarcarse en una aventura de incierto futuro. El proceso de negociación con la banda fue desaconsejado con vehemencia por innumerables voces, tanto dentro como fuera del PSOE; pese a ello, Zapatero insistió en llevar adelante una iniciativa que forzosamente tenía que reportar más perjuicios que beneficios. Zapatero pensó que podía apoyarse en un sector “descontento” o “fatigado” de la banda para promover una reinserción política de los terroristas. Hoy sabemos que los contactos en ese sentido comenzaron incluso antes de la llegada al poder del PSOE: Zapatero respaldaba al Gobierno de Aznar con una mano mientras le traicionaba con la otra. Una vez en la Moncloa, Zapatero insistió en formalizar el proceso de negociación requiriendo del Congreso de los Diputados una autorización que objetivamente era suicida, porque equivalía a convertir a los terroristas en interlocutores políticos. En la misma estela, enemigos declarados del Estado como los portavoces de Batasuna o los terroristas presos se convertían en gente respetable. No contento con eso, Zapatero llevó el asunto hasta el Parlamento Europeo. ETA, mientras tanto, utilizaba el proceso para rearmarse y reorganizarse. Cuando vio que no le era posible obtener más rendimientos políticos, decidió cerrar la negociación y volver a matar apenas 24 horas después de que el presidente anunciara tiempos mejores. Es verdad que en este tiempo ETA ha matado poco; pero se le ha dado la oportunidad de prepararse para volver a matar más.
 
A lo largo de este proceso Zapatero ha mentido sin parar a la opinión pública y a las instituciones. Mintió primero al Gobierno Aznar cuando dijo prestarle un apoyo que en realidad le estaba hurtando. Mintió reiteradamente a los ciudadanos cuando negó contactos con ETA que sí estaban teniendo lugar; tanto mintió que él mismo tuvo que reconocerlo en la agonía de la legislatura. Mintió a las Cortes cuando dijo que informaría en sede parlamentaria del “proceso” y terminó haciéndolo en improvisada rueda de prensa en un pasillo de la Carrera de San Jerónimo. Mintió cuando dijo que el Gobierno había verificado unas intenciones de paz que ETA no tuvo nunca; mintió cuando dejó pasar las candidaturas de ANV, igual que miente ahora cuando afirma tener nuevas pruebas que sí aconsejarían proceder a la ilegalización de unas listas que él mismo legalizó.
 
Todo esto no es de recibo. Un país normal no puede aceptar que su jefe de Gobierno se enfrente al principal problema del Estado, lo haga mal, se equivoque, mienta, traicione y, pese a todo ello, siga en el poder. En el asunto de ETA, Zapatero ha acreditado una irresponsabilidad fabulosa. Es sin duda la primera razón de peso para no volver a votar a ZP.
 
P.S.: Frente a la irresponsabilidad de Zapatero hay una alternativa muy clara: en este aspecto –no, ciertamente, en otros- el Partido Popular ha acreditado tener las ideas mucho más claras: lucha sin cuartel, con las armas de la ley, contra ETA y su entorno. Es la misma que preconizan otras formaciones, como la UPD de Rosa Díez. En lo que concierne a política antiterrorista, la elección está clara.

Todos los artículos de El Manifiesto se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.

Compartir en:

¿Te ha gustado el artículo?

Su publicación ha sido posible gracias a la contribución generosa de nuestros lectores. Súmate también a ellos. ¡Une tu voz a El Manifiesto! Tu contribución, por mínima que sea, dará alas a la libertad.

Quiero colaborar