La propuesta de VOX Murcia que ha conmocionado el panorama educativo en España

¿Qué es el pin parental?

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I

El denominado Pin Parental es la condición de VOX para apoyar los Presupuestos 2020 en las regiones de Murcia y Madrid. Esta propuesta, que pretende evitar prácticas sexuales y juegos eróticos en las aulas sin el consentimiento expreso de los padres, ha causado gran agitación en el sector educativo ¿Cómo es posible tanto protagonismo en los medios para un problema que según ellos no existe? ¿Qué sentido tiene que el gobierno de Pedro Sánchez amenace con aplicar el 155 a estas regiones? ¿Cuál es la verdadera razón de la violencia desatada contra esta propuesta?

Para la izquierda es una tragedia. El Pin abre una brecha en una batalla de ideas que consideran ganada y no están dispuestos a dar “ni un paso atrás”, llegando incluso a convocar una huelga general estudiantil y otras iniciativas para enrarecer el ambiente escolar y universitario. La estrategia actual del progresismo consiste dar a la lucha de clases nuevas oportunidades y espacios para desplegarse. La ideología de género ofrece el escenario perfecto para este experimento mental contra la naturaleza humana. La izquierda afirma que los niños pueden elegir el género que quieran, con independencia de su sexo biológico, porque el género es una construcción cultural como otra cualquiera.

Para los ingenieros sociales promotores de esta ideología, el género de cada persona es el resultado de una forma de pensar, el fruto de un aprendizaje o entrenamiento que no viene determinado por la naturaleza. Nadie está obligado a ser hombre o mujer, porque existen otras modalidades mixtas e intermedias, otras opciones para elegir identidades alternativas que son igualmente posibles y legítimas porque no hay ninguna norma para esto independiente de la voluntad, los sentimientos individuales y la propia percepción de sí mismo. Además, estas nuevas opciones deben incorporarse al sistema educativo para que sea más moderno e inclusivo y no siga en manos de ese patriarcado dominante apoyado por la Iglesia y la reacción.

II

En la actualidad la ideología de género es un proyecto aterrador de transformación social abrazado por la élite progresista de todos los partidos. Se ha convertido en el navegador mental instalado por defecto en el sistema. Esta ideología ha tenido tanto éxito mediático y aceptación social es la manera normal de pensar cuando no se hace el esfuerzo de pensar de otra manera. Además, de forma sigilosa y eficaz, la ideología de género termina imponiéndose como mandato legal en todos los lugares donde no se ofrece resistencia. Las leyes de fomento LGTB aprobadas en España en los últimos años reconocen el derecho a elegir la identidad de género y la obligación de impartir educación afectivo-sexual en las aulas. Todo esto ha arruinado la confianza en el sistema educativo y generado inquietud en las familias. En estas clases extracurriculares se aplican objetos de sex-shop en los órganos genitales para ilustrar las enseñanzas con casos prácticos que terminan traumatizando a los menores. En este contexto, sólo el Pin Parental de Vox trata de evitar un nuevo pistoletazo del marxismo cultural en el cerebro de la infancia y en el espíritu de nuestra Nación.

Para entender la gravedad del problema hay que colocar la ideología de género y el Pin Parental en el contexto de la hegemonía cultural de la izquierda. Para que triunfe definitivamente el relato neo-marxista es necesario que el orden social se desmorone en multitud de grupos con identidades minoritarias, agraviadas y ofendidas por un poder supuestamente dominante. Se trata de romper la unidad social segmentando a las personas por motivos raciales, étnicos, sexuales, geográficos, morales o de otro tipo, y de esa formar crear nuevos colectivos minoritarios enfrentados al sistema de explotación compuesto por la nación, la familia y la propiedad privada. La táctica consiste en recrear la idea de “conciencia de clase” y aplicarla a esos nuevos colectivos diseñados con perfil de “agraviados y desfavorecidos” en una revisitada lucha de explotados contra explotadores. En todos los casos, esos nuevos colectivos reclaman sus derechos, unos derechos que se corresponden con su identidad autoproclamada y diferenciada, ofendida y oprimida. Es la lucha por unos derechos que han sido injustamente arrebatados por la clase patriarcal y machista engendrada por el capitalismo y la forma política del estado-nación.

La guerra de los vivos contra los muertos que representa la memoria histórica tiene el mismo formato que la ideología de género, el radicalismo climático, el animalismo, también el separatismo y el resto de fragmentaciones con las que se quiere volar el orden social de la cultura occidental. Como no es suficiente el trabajo de los medios de comunicación, la escuela es el lugar más adecuado para impartir estas doctrinas. Las aulas son el escenario ideal para una ideología que pretende “liberar” a las nuevas generaciones de oprimidos por prejuicios religiosos, patrióticos, machistas y patriarcales todavía dominantes. El caos educativo proclamado por la ideología de género se inscribe perfectamente en el experimento de guerra total contra lo que todavía queda del orden tradicional en la vieja cultura occidental de espíritu cristiano, pensamiento racional y respeto por la naturaleza humana.

La los partidos de la denominada “derechita cobarde” no hicieron frente a los estragos del marxismo cultural e incluso aceptaron sus planteamientos. El PP en las regiones donde gobierna promovió a partir de 2015 una legislación LGTB que, contiene mandatos estrafalarios, como el que obliga a colgar en el balcón de la Comunidad Autónoma la bandera arcoíris el día del orgullo gay. Pero además esta legislación perturba gravemente el sistema educativo porque, extralimitándose de sus competencias regionales y vulnerando la propia Constitución, otorga derechos de “tercera generación” para que los niños puedan elegir la “identidad sexual” que prefieran e impone a los gobiernos regionales la obligación de trabajar por la educación “afectivo-sexual” en los centros escolares. Ahora el PP empieza a ser consciente de estar atrapado en la ratonera progre, pero es demasiado tarde y sus dirigentes saben que Vox no es una broma o un berrinche transitorio ante los excesos de la ideología de género.

Para Vox el pin es una medida de higiene mental para evitar la contaminación ideológica de la infancia. Se trata de impedir que las aulas se conviertan en plataformas de propaganda para el marxismo cultural y su proyecto de demolición de los valores educativos que todavía perduran como “residuos” de un tiempo pasado. Con el Pin Vox quiere evitar que en las aulas se impartan ideologías contrarias a la familia, la natalidad, la nación y las libertades civiles. Se trata, en definitiva, de frenar la extralimitación de los poderes del gobierno en asuntos morales que sólo corresponden a la esfera más íntima de las personas. El pin puede evitar que los menores sean acondicionados con juegos eróticos para adultos e incluso simulaciones de prácticas sexuales aberrantes y degeneradas que no deben formar parte de ningún currículo de enseñanza obligatoria. El gobierno no está legitimado para coartar el derecho constitucional y humano de los padres para educar a los hijos conforme sus propias convicciones. Y nada de esto es raro: lo dice la Constitución, lo afirman varios tratados internacionales, e incluso la jurisprudencia del Tribunal Supremo se opone a que los profesores puedan “inculcar puntos de vista sobre cuestiones morales controvertidas”.

III

El Pin de Vox quiere evitar el trastorno emocional de los menores. Las enseñanzas impartidas por los colectivos LGTB a cargo de los programas extracurriculares y complementarios en las aulas están orientados a crear un ambiente de violencia contra alumnos vulnerables dándoles una terapia de conversión favorable a la disforia de género. Sus intervenciones sobre el derecho a la identidad sexual tienen el tono de sermones de sectas religiosas para captar la voluntad y alterar la salud mental de los alumnos. Muchas de las “clases” que se han filtrado funcionan como un “tratamiento curativo” para extirpar el tumor de las ideas implantadas por la cultura patriarcal supuestamente manejada por fuerzas de la extrema derecha. El fantasma que recorre todas estas enseñanzas extraescolares y complementarias es siempre el mismo: Convencer a los niños y adolescentes de que el modelo de familia homosexual es la forma perfecta de convivencia sin “supremacismo” machista, la unión entre personas del mismo sexo es muy superior a ese modelo caducado de familia tradicional hombre-mujer que sólo engendra violencia de género y está lastrado por el mito de la natalidad.

Con toda razón la ideología de género es muy sensible para la nueva izquierda. No pueden rendir esta bandera porque sintetiza todas las luchas que llevan entre manos para dinamitar la estructura profunda de la civilización occidental. Sólo Vox se atreve a denunciar este peligro y ha se dado cuenta de que la ideología de género no contiene “enseñanzas” adecuadas para la buena educación infantil en un mundo en trasformación que necesita una sólida formación en valores humanos.

El pin de Vox combate aquellos contenidos que están más cerca de la corrupción de menores que de la formación que necesitan para tener un porvenir honesto. Posiblemente ya se acerca el día en que Vox pueda establecer legalmente los contenidos curriculares para que el sistema educativo cumpla su verdadera misión: educar. Sólo Vox puede rescatar de las garras del marxismo el noble oficio de enseñar y devolver la dignidad perdida al trabajo de los buenos profesores. Hoy es urgente el rescate de la dignidad robada a los graves maestros de nuestra infancia. Hasta que llegue ese momento, el Pin Parental quizá pueda impedir que nuestros hijos menores tengan que soportar ningún tipo de lavado de cerebro que sea contrario a las convicciones morales de los padres. Gracias al debate sobre el Pin se ha despertado en España la conciencia social de que algo está podrido en el sistema educativo por la zapa entrometida del progresismo neocomunista. Y ahora también los españoles saben que sólo Vox está dispuesto a remediar este problema.

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