La gestión urbana neoliberal, bajo una falsa regeneración cultural, no busca otra cosa que atraer inversiones y desarrollar el negocio inmobiliario.
Elementos cosmopolitas atraídos por fenómenos como la mezcla social, la escena alternativa o la utopía multicultural, eligen estos antiguos barrios previamente desvalorizados, convirtiendo el deterioro urbano en un producto chic. Su cara oculta es la expulsión, segregación y desplazamiento de aquellos que ya no se consideran rentables. Todo ello se ha visto incrementado, a lo largo de los últimos años, mediante la turistificación masiva, alimentada por el crecimiento del capitalismo de plataforma de viviendas en hoteles.
Este “turismo depredador” hace que la ciudad se convierta en un gran museo o parque temático, donde el paisaje comercial tradicional de algunas zonas urbanas tiende a "disneyficarse" y franquiciarse, provocando profundos cambios socioculturales, desigualdad urbana y nuevas precariedades.
Pero todos los liberalios y pijoprogres de buen tono andan encantados con todo ello.