Previamente a la "boda", cada mujer hizo cursillos patrimoniales, despedida de soltera, eligieron el vestido y el anillo, y certificaron la ceremonia ante la concejal Carmen Muñoz, ecofeminista de Podemos en Bilbao.
También se prepararon para la noche de bodas, a cuyo respecto "el autoerotismo —dice una de las organizadoras— es tan satisfactorio... o más".
El último hombre (o la última mujer)
¡Ay! Llega el tiempo —decía Nietzsche— del hombre más despreciable, el incapaz ya de despreciarse a si mismo. ¡Mirad! Yo os muestro el último hombre.
¿Qué es amor? ¿Qué es creación? ¿Qué es anhelo? ¿Qué es estrella? —así pregunta el último hombre, y parpadea.
La tierra se ha vuelto pequeña entonces, y sobre ella da saltos el último hombre, que todo lo empequeñece. Su estirpe es indestructible, como el pulgón; el último hombre es el que más tiempo vive.
“Nosotros hemos inventado la felicidad” —dicen los últimos hombres, y parpadean.
Han abandonado las comarcas donde era duro vivir: pues la gente necesita calor. La gente ama incluso al vecino, y se restriega contra él: pues necesita calor.
Un poco de veneno de vez en cuando: eso produce sueños agradables. Y mucho veneno al final, para tener un morir agradable. […]
¿Quién quiere aún gobernar? ¿Quién aún obedecer? Ambas cosas son demasiado molestas.
¡Ningún pastor y un solo rebaño! Todos quieren lo mismo, todos son iguales: quien tiene sentimientos distintos marcha voluntariamente al manicomio. […]
La gente tiene su pequeño placer para el día y su pequeño placer para la noche: pero honra la salud.
“Nosotros hemos inventado la felicidad” —dicen los últimos hombres, y parpadean.»
El último hombre. O la última mujer…: el ser más despreciable.
Despreciémoslos. Pero ¡regocijémonos! ¡Animémoslos incluso a seguir adelante, lo más lejos posible!
Cuanto más ahonden en semejantes grados de delirio, tanto más hondo caerán en la tumba que están cavando.
Cuanto más ahonden en semejantes grados de delirio, tanto más hondo caerán en la tumba que ellos mismos están cavando.
Sólo una cosa podría impedirlo: que todos los demás también nos hubiéramos muerto como muertos ellos están.
Visto lo visto estos últimos tiempos, no parece en absoluto que tal sea el caso.
J. R. P.
Y ahora, a reír, amigos, a mandíbula batiente
Comentarios