Necesitamos un feminismo de derechas

Uno de los temas clave de los progresistas mundiales es el feminismo, tanto en la versión de las “cuotas rosa” como en la más radical centrada en la “teoría de las diferencias”.

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Los partidarios de una derecha "europea" y "moderna" (pero ¿qué querrán decir con esto?) afirman que en cuestiones antropológicas y biopolíticas los conservadores deberían abrazar las tesis de los progresistas, con el objetivo de no parecer anticuados y "retrógrados". Pero, si esto sucediera, ya no se comprenderían las diferencias entre los conservadores y la izquierda. Desde el punto de vista del mercado electoral parece una estrategia castrante y limitante, pues los electores, al final, siempre optan por los originales y no por las copias.

Debemos tener presente que uno de los temas clave de los progresistas mundiales es el feminismo, tanto en la versión de las “cuotas rosa” como en la más radical centrada en la “teoría de las diferencias” y en la reivindicación de todo tipo de "derechos" de la mujer como por ejemplo el aborto o los vientres de alquiler. Y a este respecto, los conservadores deberían elaborar sus propias propuestas y desarrollar sus ideas, de acuerdo con aquello que los caracteriza, sin imitar el lenguaje de la izquierda y, sobre todo, sin temor a parecer anticuados y caducos.

¿Puede haber un feminismo de derechas? Sí, y un ejemplo lo ofrece la ensayista Mary Harrington, editorialista de uno de los periódicos digitales más importantes de la derecha internacional de hoy, el británico Unherd.com. El artículo en cuestión salió en el último número de junio de la revista mensual estadounidense First things, revista con aires socialcatólicos, que en Estados Unidos significa que es de corte conservador.

Con intención de provocar, Hurrington lo llama "feminismo reaccionario". La autora ya experimentó en primera persona, durante su juventud, el modelo de feminismo progresista y libertario y ha llegado a la conclusión de que "excluir al hombre no ha disminuido ni la rivalidad ni situaciones de explotación". El mismo modelo "patriarcal", tan condenado por las feministas (nuevas y viejas), debería revisarse: no se trata de una "conspiración para oprimir a las mujeres", sino de realizar un "esfuerzo para equilibrar los conflictos entre los sexos". Y estos son de imposible eliminación pues está es la naturaleza humana, "los sexos no son intercambiables”.

Es necesario un feminismo de derechas o conservador (aunque Harrington lo llama reaccionario) que parta de la premisa de que "los cuerpos masculinos y femeninos son diferentes, que los seres humanos no pueden cambiar de sexo, que la mayoría de las mujeres quieren tener hijos, que la heterosexualidad es la norma de la condición humana, que los niños crecen mejor en una familia estable con dos padres y que nuestro enfoque excesivo en la individualidad es la base del colapso de la natalidad".

La situación social de las mujeres no se encuentra ni remotamente en el mismo punto que hace un siglo, ni siquiera de hace 50 años: “ya estamos bastante liberadas”, concluye la autora, y lo que deben hacer las mujeres hoy en día es "negociar nuevas condiciones sociales, no con el espíritu de un juego de ‘suma cero’ con los hombres, sino junto a nuestros maridos, novios, amigos, padres, hermanos e hijos. El objetivo no es volver a un pasado imaginario considerado perfecto, sino construir un futuro libre de la distópica búsqueda del progreso".

Aun arriesgando a ser tachados de reaccionarios y patriarcales, este feminismo de derechas se hace muy necesario y es más convincente. Esto no significa que de repente vaya a ser todo fácil para los hombres: pues precisamente nos haría medirnos con mujeres completas y seguras de sí mismas, y no con tantas “pequeñas bolcheviques defensoras del genero”, con quienes es inútil discutir e interactuar.

© La Voce del Patriota

Traducción: Cecilia Herrero

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