«Darse la ducha»

Compartir en:

La sensibilidad femenina se adueña de la gran política, y si en España la vicepresidenta, comunista hija de sindicalista, dice que el Gobierno de Sánchez «hace cosas chulísimas», en Europa la comisaria de Competencia, liberal hija de clérigo, nos pone en la boca del lobo: «Controla tu ducha y la de tus hijos, y cuando cierres el grifo di: ¡chúpate ésa, Putin!», versión bruselense del ochentero ‘¡A mamarla a Parla!’

La ducha como estrategia: desde el «Un plátano, ¡y a la ducha!» de Javier Clemente en la selección española de fútbol no habíamos oído nada igual.

En la primavera del 95 Ernst Jünger cumplía cien años, y Ullán contaba que a la residencia del escritor en el castillo de Stauffenberg acudían nuestros liberalios a darse pote (luego, desaparecido Jünger, descubrieron el castillo de Miguel de Montaña en Francia). A Stauffenberg se apuntó incluso un triste, solitario y final Felipe González, acompañado por la poeta Ula Hanh, que salió decepcionada del encuentro «porque allí sólo se habló de salud».

—Ducha helada y cuatro horitas de caminata al día —fue el secreto que Jünger confió a Gonzalón.

Media docena de años antes, no muy lejos de allí, Thomas Bernhard lo había dejado avisado: «Lo que no se utiliza se atrofia y muere. Como la gente sólo utiliza la boca, pero no el cerebro, se le desarrollan el paladar y la barbilla, pero no tiene nada en el cerebro. Así ocurre».

—Adolf dice al mundo que es un tipo duro —tituló una vez el New York Times.

¿Se imaginan ustedes que hubiéramos podido parar a Adolf en las duchas, como la UE se propone hacer con Putin? Ruano fue vecino en Madrid del cubano Chacón, que había llevado a Lorca a La Habana. Chacón le tenía prometido a Ruano su apoyo para el Nacional de Literatura, pero por entonces «se cruzó entre Chacón y la poesía un joven rubio que parecía una estatua que se hubiera decidido a tomar el tranvía: Alberti».

—Alberti transigió en ‘darse la ducha’, extraña manía de Chacón a la que yo me resistí hasta enfadarle.

 © ABC

 

 

Todos los artículos de El Manifiesto se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.

Compartir en:

Comentarios

¿Te ha gustado el artículo?

Su publicación ha sido posible gracias a la contribución generosa de nuestros lectores. Súmate también a ellos. ¡Une tu voz a El Manifiesto! Tu contribución, por mínima que sea, dará alas a la libertad.

Quiero colaborar