Aquí todo vale. Pero eso sí, a La Bego que no la toquen. No vaya a ser que relinche el babieca de la Moncloa, el rocín bien estabulado de la cuadra de 'Pegasus'.
¿Por qué hablar de «derechona»? ¿Por qué usar este sufijo, entre burlón y despectivo, que resalta lo que de blanduzca y bobalicona tiene semejante derecha?