El gran negocio de la ingeniería genética

Híbridos de humano y animal: los ingleses dan el paso

Finalmente inyectarán ADN humano en un óvulo animal. Lo acaba de acordar la Autoridad de Fertilización Humana y Embriología del Reino Unido. El embrión "citoplasmático híbrido" resultante sería un 99,9 por ciento humano y un 0,01 por ciento animal. Tras un año de deliberaciones, la aprobación es resultado de la solicitud de tres equipos de científicos británicos, que pretenden suplir así la escasez de donaciones de óvulos humanos, y que argumentan su deseo de experimentar en busca de quiméricos efectos terapéuticos. La verdad es que nadie cree que de aquí salga nada útil. Pero el negocio es el negocio.

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Elmanifiesto.com/Hayalternativas.org
La noticia, que ha conmocionado al mundo científico, exhibe un curioso aval: una encuesta de opinión pública según la cual la mayoría de los británicos apoya los experimentos de hibridación. ¿Qué esperan esos equipos científicos? Supuestamente, utilizar los embriones híbridos, que deben ser destruidos después de 14 días de vida, para crear células madre que ayuden a encontrar nuevos tratamientos médicos para enfermedades degenerativas.
Mónica López Barahona, profesora e investigadora de la Universidad Francisco de Vitoria (Madrid), opina que es una falacia que hay que denunciar: “Mezclar incluso una pequeña cantidad de material genético humano con el de animales no es natural y atenta contra la dignidad humana. Este tipo de experimentación no aporta ninguna ventaja y, sin embargo, degrada una vez más al embrión humano, generándolo en este caso a partir de un óvulo animal y permitiéndole desarrollarse sólo hasta blastocisto para destruirlo una vez alcanzada esta fase de desarrollo. Una encuesta de opinión realizada sobre una muestra de 2.000 personas, cuyo conocimiento científico se presume nulo, no puede convertirse por ello tampoco en aval para permitir semejante ataque a la dignidad humana”.
“Absolutamente innecesario”
López Barahona añade que se trata de una experimentación absolutamente innecesaria: “Las células troncales embrionarias no tienen hoy aplicación terapéutica alguna y sí unos efectos secundarios que desaconsejan continuar la investigación in vivo”, recuerda la experta. “No es una técnica necesaria en absoluto. Existen ya líneas celulares establecidas a partir de células troncales embrionarias que aportan un material más que suficiente para investigar. Por otra parte, los resultados de las investigaciones que se han realizado con estas líneas han puesto de manifiesto, en modelos animales, que las células troncales embrionarias diferenciadas generan teratomas, un efecto secundario que impide que pueda continuar la fase de experimentación a ensayos clínicos en humanos”.
Por el contrario, los experimentos con células madre adultas, que no exigen sacrificar embriones, siguen dando buenos resultados. “Las células troncales embrionarias –dice López Barahona- no tienen hoy aplicación terapéutica alguna y sí unos efectos secundarios que desaconsejan continuar la investigación in vivo. No existe ensayo clínico alguno con células troncales embrionarias que haya tenido éxito, frente a los más de 500 puestos en marcha con células madre adultas. Un dato puede comprobarse en la web http://www.clinicaltrials.gov/, y que manifiesta la necesidad de seguir apostando por esta otra línea de investigación, que no plantea problema ético alguno".
Un ataque a la dignidad humana
 
En España, la plataforma científica Hay Alternativas ha lamentado “que se hayan cumplido los peores pronósticos” respecto a esta propuesta británica. “Lo cierto, lo único que hasta el momento ha demostrado la Ciencia, es que la investigación con células embrionarias no ha demostrado ningún efecto terapéutico, frente a la apuesta por las células madre adultas, que sí ha ofrecido importantes avances y que, frente a la destrucción y manipulación de embriones, no plantea problema ético alguno”, afirma la portavoz de HA, la doctora Gádor Joya.
Hay Alternativas recuerda que desde el punto de vista jurídico hay dos importantes pilares que ponen freno a estos experimentos. Porque la experimentación con seres humanos está regulada: el Código de Nuremberg de 1947, que establece por primera vez la  obligatoriedad del consentimiento informado, y la Declaración de Helsinki de la Asociación Médica Mundial de 1964 (revisada en Tokio, 1975; Venecia, 1983, Hong Kong, 1989 y otras).
“En la investigación médica –afirma la Declaración de Helsinki–, es deber del médico  proteger la vida, la salud, la intimidad y la dignidad del ser humano”. Añade la Declaración: “Siempre debe respetarse el derecho de los  participantes en la investigación a proteger su integridad”.

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