Hoy ha sido el día más feliz en la vida de Ian Gibson y un día muy triste para Chen Xiangwei, “El Chino Facha”.
Chen es la respuesta a la Ley de la Memoria Histórica. El único que ha hablado hoy sin restricciones ha sido él. Primero, porque no las siente; segundo, porque nadie le va a aplicar el reglamento.
Así que los que quieran decir algo inconveniente, ya saben el camino. Ser chino.
Su franquismo es novedoso ante todo porque es sonriente, dice “Viva Franco” feliz, de un modo completamente nuevo, sin rabia, sin cabreo; también porque no es nostálgico y porque no siendo nostálgico está basado en el anticomunismo puro. O sea, tiene bastante más izquierda vivida que Errejón.
EL chino facha es completamente “iliberal”, se permite un flequillo como el Verstrynge joven y levanta el brazo sin miramientos, y así marca el camino a los demás franquistas. Tienen que ser sonrientes, inofensivos y hablar como si les hubiera dado una apoplejía. Es la única manera de poder decir viva franco cuando ni siquiera la familia de Franco puede decir viva Franco.
La señora franquista, el franquista rocabilly, el legionario solitario, son todo figuras como de cómic de Ivà, un poco entrañables, que pese a todo levantan rechazo porque en ellos perciben una especie de amargura, de cabreo, mientras que nadie se imagina a falangistas judokas. No se ha visto nunca a alguien levantando el brazo con los ojos cerrados y no se lo toman en serio.
Se puede decir que en España el franquismo es ahora mismo de dos tipos: el residual, es decir, ellos y el de Chen Xiangwei que es como si estuviera desarrollando otra patente, un franquismo chino, baratero, colorista, plastificado. No le pueden aplicar lo del odio, porque ¿a quién y por qué va a odiar un chino?
Aunque el chino, a lo tonto, está haciendo mucho ya. Al hijo le ha puesto de nombre Franco Chen, y dice que quiere que haga algo por España. Él mismo afirma haber venido para evitar que se repita el 36. ¿Y si fuera un enviado del futuro, como si nos estuviera diciendo que de haber ganado el comunismo todos seríamos Chen Xiangwei?
Su bar, en el sur de Madrid, lo ha transformado en “santuario”. Es decir, lo ha resignificado, ¡pero al revés!
Lo fabuloso es el método: tenía un bar y escuchando lo que le decían los clientes por lo bajini o al cuarto coñac se fue coscando. Donde otro se hubiera callado o se hubiera ido a la caja, él puso el oído.
Así pasa, que estaban los periodistas como Diógenes con su candil buscando “alt-rights” y el alt right era el chino, que además no tiene antídoto fácil porque siendo raro, ¿qué es más raro? ¿Un chino facha o un chino progre? ¿Han visto ustedes un chino socialdemócrata alguna vez? Ni el PSOE ha sido capaz de sacar uno.
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