Manifiesto a favor de la nación española (I)

Pretencioso galimatías desideologizado por una españolidad desacomplejada y plural.

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 La Real Academia Española, que desde 1713 limpia, fija y da esplendor, y que desde hace cuatro días y algunos zurracapotes y rebujitos más tarde nos alimenta con almóndigas, las croquetas o coquretas –si eres académico de la RAE– que te salen bien ricas con la receta que heredaste de tu abuela (aunque en ocasiones te queden redondas en lugar de alargadas y se te sale el jamón), el pastor de Las Navas en las Navas de Tolosa en 1212 gracias al cual todavía comemos jamón, el manifiesto del pobre Isaac Peral sufragado de su bolsillo en El Matute y en el que intentó limpiar su nombre tras enfrentarse a los oscuros intereses de siempre. Sí, los de siempre, que hoy siguen siendo los mismos, vengan de donde vengan.

El Matute, El Papagayo, La Risa, El Chimbo, El Pendón Español, El Cencerro, La Flaca, El Chichinguaco, El Papa-Moscas, El Loro, La Filoxera, La Abeja Española, El Zurriago, El Pobrecito Hablador, Guindilla, La Carcajada, El Látigo, Sevilla Cómica, El Duende Crítico de Madrid, Galicia Humorística, Barcelona Cómica, Don Cecilio de Triana y otros tropecientos periódicos satíricos desaparecidos en los que se hubiese podido publicar este manifiesto costeándolo de tu bolsillo y que demuestran que en España siempre nos ha gustado el cachondeo y que tú pagues la fiesta.

El tuteo, pero sin pasarse, que ni todos somos camaradas de partido (algunos no tenemos ninguno) ni jugamos juntos a los billares, ni cortamos codo con codo las verduritas del gazpacho. El salmorejo de Baena —también llamado flamenco— mientras escuchas flamenco de fondo aunque sea flamenco fusión, la máquina para hacer cartapacios de Monturiol que te puede cambiar la vida el día menos pensado, el chocolate con churros de la seis y cuarto de la mañana en las fiestas populares del estío en los pueblos de menos de mil habitantes de la Submeseta Sur, el chocolate con churros de las meriendas de las siete y veinte de la tarde en los inviernos de los municipios de más de mil habitantes de la cornisa cantábrica. Menos mal que Cristóbal Colón se fue hasta Honduras a probar el chocolate.

La Sanidad pública, la biblioteca pública, la universidad pública, la vida privada y la opinión propia, el euskera, vasco o vascuence, sin adoctrinamiento ni añadidos artificiales, que hablan las ancianas de los caseríos ancestrales mientras se descuelgan a través de un agujero de gusano de las páginas de una novela de Baroja, el perro del viejo Tellagorri en la novela de Zalacaín el aventurero, el bilingüismo real y la indistinta adhesión a su patria chica y a su patria grande de Martín Zalacaín, los amigos y enemigos que Zalacaín tenía indistintamente entre Liberales y Carlistas, el poderse tomar vinos con su cuñado vascofrancés con naturalidad que sólo puede sorprender a los ignorantes, la tilde del sólo y La Resistencia de los que aún la usamos.

Las Manuelas, Los Manolos, Aitor, Karra, Cayetano, Borja Mari, Ana María, Jordi, Mariona, Breogán, Josechu e incluso el Yonatan y la Jessi (que no tienen la culpa de los gustos televisivos de sus respectivas madres o de que en el Registro Civil el funcionario estuviese borracho), Amigos para siempre, nai no nai no na, la rumba catalana y su lírica compleja en estado puro, los poligoneros, los cortijeros, las chonis, las pijas, tu amigo el que creo que era de Plasencia, me parece que decía, el vaya vaya aquí no hay playa, y sobre todo el Hijos de Caín, verdadero himno de España, insigne obra de Cortés y Campuzano.

Los Ninis, los canis y las chonis que podrían volver a ser la mejor infantería del mundo (en este caso mixta) si dejasen de tomarse pastillas que no son para la tos, los Cayetanos y Borjamaris que podrían hacer de abanderados – ya que algunos parecen nacidos para ello– en el ejercito de los Nuevos Tercios de poligoneros y cortijeros, cuando dejasen amarrados los o seas al salir de la capea rosa de sus primos de Sotogrande.

Los españoles de bien que madrugan y a los que el nombre les cabe en un solo renglón, los españoles de bien que madrugan y a los que el nombre no les cabe en un solo renglón, Los renglones torcidos de Dios de Torcuato Luca de Tena (nieto de otro Torcuato de extensos apellidos que no le cabían en un solo renglón), Los renglones torcidos de Dios de Mago de Oz (una de las mejores canciones de metal pesado en castellano), Metales pesados de Carlos Marzal, forjador de poemas, los españoles a los que no les gusta madrugar porque se acuestan tarde los domingos componiendo poemas a la Dama de Elche, o escribiendo manifiestos mientras beben calimocho, los españoles a los que no les gusta madrugar porque se pasan todo el día en el parque componiendo y cantando zarzuelas con sus amigos, mientras beben aguardiente pero sin probar los azucarillos.

El barberillo de Lavapiés, zarzuela popular en proceso de extinción, la anciana que lleva toda su vida en Lavapíés, espécimen autóctono desprotegido, por la que nadie se manifiesta en España porque es del color de la Dama de Baza y no lleva el pelo teñido de violeta, las españolas que deciden teñirse de violeta y la constitución del setenta y ocho que les protege en sus derechos y libertades para que así lo hagan, La Violetera, La leyenda del beso, Doña Francisquita, La canción del Olvido (zarzuela que parece inspirada en la anciana celtibera de Lavapiés), La rosa del azafrán.

El azafrán que compran los padres, las madres o el Tío Pepe para cocinar la merluza con salsa de azafrán y Jerez en Navidad (aunque para ello tengan que empeñar el riñón derecho de su vecino del primero izquierda), la cena de Navidad tocando la pandereta y cantando villancicos aunque no seas creyente, Los Reyes Magos y sus tres leales pajes de Oriente con los papeles en regla, la batalla que entre los seis pueden darle a Santa Claus y su ejercito de duendes mercenarios para evitar el dumping social y salvaguardar las tradiciones.

El juicio que entre los seis pueden ganarle en cualquier momento a los impostores que se hicieron pasar por ellos disfrazándose de Loco Mía, los abanicos españoles que mejoraron notablemente su calidad gracias al Conde de Floridablanca, que con ese nombre podría haberse integrado en Loco Mía y esgrimir el abanico, Locomía, Jaime Gil de Biedma, Federico García Lorca y todos los españoles que no son heterosexuales porque la nación no ha de ser excluyente.

El Roscón de Reyes que nos vamos a tomar en honor de Gaspar, Melchor y Baltasar –para celebrar la victoria judicial de los Reyes Magos sobre los impostores– aunque algunos sean republicanos y no les toque la sorpresa, el ratoncito Pérez, aunque le diese por apellidarse González, la casa secreta de Sinterklaas que está en Madrid, porque Flandes fue español.

La España bilingüe y el bilingüismo real sin adoctrinamientos excluyentes, el barri gòtic de Barcelona, el barrio gótico de Barcelona, el café pausado y dialogante que se tomaron en el barri gòtic El hombre al que Kipling dijo si (sin tilde) y Ángel Pestaña dijo no de manera cortés, los diálogos respetuosos entre Ángel Pestaña, Miguel Maura y Mariano Ansó, en Abril de 1936, el català de l'Empordà, el catalán del Ampurdán, el galego de las Rías Baixas, el gallego de las rías Bajas, el no se ofendan si no les nombro que en este país tenemos todos la piel muy fina y así no hay manera de acabar de escribir los manifiestos y además nos eternizaríamos a la hora de pedir raciones de chopitos y chopitas con limón en el bar de Pepe o en el bar de Pepa, ¡Viva la Pepa! de 1812 y ¡Viva el capítulo 2 porque el 1 ya es muy largo!

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