Imaginad que le tenéis que explicar a un extranjero que, en España, la Fiscal General del Estado es una exministra de Justicia y actual pareja de un antiguo juez expulsado por prevaricar, el cual es ahora abogado de narcotraficantes, amigo de un excomisario corrupto, actualmente encarcelado y que, cuando estaba en activo, se dedicaba a espiar para todos y a sacar “información por vía vaginal”, como afirmó la actual Fiscal General del Estado en una conversación grabada y divulgada por el excomisario corrupto. Se refería al proyecto de montar un burdel con prostitutas dedicadas a obtener en sus coyundas el máximo posible de información.
Pero seguid imaginando que a vuestro amigo extranjero también tenéis que explicarle otras cosas. Por ejemplo, que la presidenta del Congreso de los Diputados es la novia del actual ministro de Justicia, y que el ministro de Asuntos Sociales y vicepresidente segundo del Gobierno es pareja de la ministra de “Igual-dá”, ése al que le llegó la tarjeta de móvil de una dirigente de su partido, supuestamente robada por el excomisario corrupto y que contenía fotos íntimas de ambos, tarjeta que él, protector de mujeres desvalidas, se quedó para evitar presionarla, destruyendo supuestamente el contenido de la tarjeta y montándole después un periódico.
Y decidle también a vuestro amigo extranjero que el presidente del Gobierno que copió su tesis doctoral enchufó a su hermano en un cargo del que ya se ha cogido un año de excedencia.
Y contadle que la mujer del mismo presidente del Gobierno preside un instituto hecho para ella y cuyo salario está clasificado como secreto de Estado.
Y decidle que en España estamos gestionando una crisis sanitaria bajo directrices de un comité de expertos científicos que no existe.
Y decidle todo ello, si podéis, sin reíros y sentir una profunda vergüenza...
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