Alberto Durero, "Joven liebre"

Pastel de liebre sin liebre

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Pastel de liebre sin liebre hace referencia a la decadencia de la fiesta de los toros a finales del siglo XIX. Tras la retirada de los colosos de entonces, Lagartijo y Frascuelo. A partir de entonces, la Tauromaquia pasa a ser una fiesta sin emoción, sin pureza, sin verdad, sin su elemento esencial: el toro. De ahí la curiosa alusión con que el crítico taurino Peña y Goñi se refería a dicho periodo.

¿Culpables? Más bien en singular, con nombre y apellidos: Rafael Guerra, más conocido como Guerrita, eI Califa cordobés. Impuso ganaderías en sus actuaciones, eligió lotes a su antojo, exigió “caracoles” en vez de toros de edad… En definitiva, fue el precursor del toreo industrial y mandón, tan de moda hoy en día.

¿Por qué les cuento todo esto? Para denunciar los meses que llevamos, no ya de encierro en nuestras casas o dentro de un estado de alarma, sino sin gobernantes. Un gobierno sin gobernantes a la altura de las circunstancias no es tal gobierno. Como un pastel de liebre no es tal sin su ingrediente fundamental: la liebre.

Aprovecharse del estado de alarma para enchufar a su socio Pablenin en el gobierno no es propio de buenos gobernantes. Más bien, de personas sin escrúpulos que se ríen de los votantes socialistas. Pase.

Regalar 15 millones de euros a la televisión privada para que emita aquello que quieren que oigamos, o, con otras palabras, vulnerar nuestro derecho a la información, bien en televisión, bien a través de la censura de prensa o medios digitales, no es propio de buenos gobernantes. Aún así, pase.

Pero dejar tirados a nuestros sanitarios y profesionales de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado sin equipos de protección adecuados, atracar a mano armada a los autónomos obligándoles a pagar, sin ingresos, su cupta. y enterrar, día sí, día también, miles de muertos…, por ahí no debiera pasar ninguno de los españoles, ya sean partidarios o enemigos del régimen actual.

¿Qué respuesta nos queda ante un desgobierno de estas características? La respuesta nos la da la Historia: el derecho de resistencia.

¿Qué respuesta nos queda ante un desgobierno de estas características? La respuesta nos la da la Historia: el derecho de resistencia. Derecho reconocido a los pueblos ante gobernantes de origen ilegítimo o que, aún con origen legítimo, se han convertido (o vayan camino de convertirse, como en nuestro caso) en ilegítimos. Control del CNI, de los medios de comunicación, de los teléfonos móviles para determinar la movilidad del personal… no son actuaciones propias de un Gobierno que vele por el bienestar de sus ciudadanos.

“Por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”, decía Miguel de Cervantes en boca de Don Quijote (Don Quijote, II, cap. 58).

También la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano (1793), en su artículo 35, decía lo siguiente:

“Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es para el pueblo y para cada porción del pueblo el más sagrado de sus derechos y el más indispensable de sus deberes”.

Nada más que añadir, pues ya sabemos a qué atenernos. Primero, a resistir y ganar la doble batalla a la que nos enfrentamos: al invisible virus y a los zafios de nuestros desgobernantes. Acto seguido, hacer propio nuestro derecho de resistencia y reivindicar alto y claro que queremos pastel de liebre, pero con liebre.

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