El problema del “nuevo Estado europeo”… es que Europa no quiere de él. “Cualquier región que se independiza de un Estado miembro —han declarado las autoridades de Bruselas— deja de formar parte automáticamente de la Unión Europea. Podrá, eso sí, entablar negociaciones para su adhesión.” La cual tendría, en cualquier caso, que ser aprobada por la totalidad de los Estados miembros. Incluido, por supuesto, el Estado español…
Huelga decir que en tales condiciones nunca se atreverán —“la pela és la pela” y el euro, el euro— a romper con más de mil años de historia y a realizar su sueño secesionista. Toda la actual alharaca independentista no es otra cosa —no por parte de las masas, pero sí por parte de los capitostes— que una vulgar treta de unos chantajistas que intentan obtener las mejores condiciones en el rescate que tienen que pedir a… la odiada España ante la quiebra a la que les han conducido sus constantes corruptelas y despilfarros.
Lo más adecuado sería por consiguiente tomarles la palabra e invitarlos a largarse de una vez por todas. Pero abonando, claro está, la parte correspondiente a las cuantiosas infraestructuras con las que se quedarían. ¡Menudo tembleque les daría!… Sería, desde luego, una desdicha y una injusticia para los —escasos— españoles residentes en Cataluña que no apoyan electoralmente a los partidos secesionistas (socialistas, por supuesto, incluidos). ¡Pero qué peso nos quitaríamos de encima!
Con ocasión de los actuales fastos secesionistas vale la pena recordar algunas importantes declaraciones históricas. Las mismas forman parte de un montaje que publicamos hace años (uno de nuestros artículos más visitados, por cierto) con ocasión de unas estruendosas declaraciones separatistas de Salvador Sostres: ese curioso columnista que tan pronto da en el clavo con el mayor brillo y la más incisiva agudeza, como desbarra elogiando la horterada de Eurovegas o cantando loanzas al que considera “el mejor país del mundo”, léase los Estados Unidos de América.
