Nada tan instructivo para un profesor de instituto, como leer a sus alumnos y en voz alta las noticias de la sección de Política de los medios de comunicación por estos días.
Jaume Matas, ex presidente de Baleares (por el PP), condenado a seis años de prisión. “Malversación, falsedad, fraude, prevaricación y tráfico de influencias”. Madre mía. En lugar de convocar un concurso público para adjudicar honradamente un encargo, Matas lo amañó para que se beneficiara un amigo periodista, Antonio Alemany.
Este periodista escribía los discursos de Matas y al mismo tiempo lo ensalzaba desde las páginas de un periódico. Lo que se llama, “la voz de su amo”. Cobró 272.000 euros para crear una agencia de noticias, un diario digital que nunca vio la luz, reportajes inexistentes…
¿Sorprendidos? No agoten su tanque de sorpresas porque a Matas le quedan aún 2o casos con la Justicia.
Sigamos con la actualidad.
El chófer del director general de Trabajo de Andalucía ha sido enviado a prisión preventiva. Proporcionaba a su jefe cocaína por 25.000 euros cada mes, a costa de nuestros impuestos. Había algunas cositas más pues la juez le acusa de once delitos: incluyen falsedad, malversación, cohecho y tráfico de influencias.
El chófer, llamado Juan Francisco Trujillo, recibió 1,3 millones de euros en ayudas de la Junta para tres empresas ficticias de su propiedad. Compró terrenos y pisos, y gastó enormes sumas en alcohol, regalos, un piano, móviles y ropa. Se lo pasó en grande con el dinero público…
Y si el chófer hacía esto, ¿cómo actuaba su jefe, el antiguo director de Trabajo, Javier Guerrero? Pues aparte de consumir la cocaína que la proporcionaba su chófer, Guerrero se dedicó a repartir unos 600 millones de euros en falsos Expedientes de Regulación de Empleo.
La Junta fue tan generosa con más de 80 empresas que metió en la lista a personas que ni habían trabajado en esas empresas. Total, era dinero público.
Por eso, el jefe y el chófer ahora están en prisión esperando el juicio.
La caja rota
Más cosas: María Dolores Amorós, la ex directora de la CAM, la Caja de Ahorros del Mediterráneo, pretende que le indemnicen con 10 millones de euros. Amorós es una de las principales responsables de hundir esa entidad de ahorros. Se dedicó a financiar gigantescos proyectos inmobiliarios como Polaris World, o parques temáticos ruinosos como Terra Mítica.
Esa caja no daba créditos pensando en si se iban a devolver, sino para complacer la megalomanía de los hombres en el poder, como Francisco Camps o Eduardo Zaplana. Se calcula que sus pérdidas rozan los 5.000 millones. El Estado ha metido más de 5.000 millones de euros. Dinero público.
Estos personajes que acabo de mencionar, Matas, Trujillo, Guerrero y Amorós han sido noticia en los últimos siete días. Pero es que antes lo fueron Iñaki Urdangarín, yerno del rey, y la semana que viene lo serán otras personas. Quién sabe.
Teoría de la honestidad
¿Alguna conclusión? Da igual si eres un modesto chófer o una ejecutiva con varios máster. No importa si estás emparentado con el rey y eres de familia rica vasca, o si procedes de un pueblo de Andalucía. El origen social no determina si eres una persona íntegra. Ni la educación.
¿Entonces? Creo que hay personas que son corruptas por naturaleza. Su inmoralidad está en estado latente hasta que se destapa en el entorno adecuado. No hay forma de averiguarlo. Eso es lo peor.
No es el poder lo que corrompe a las personas. Son los corruptos quienes se desmelenan en el poder.
La prueba es que en las mismas situaciones, existen personas que están en el poder como alcaldes o ministros, como gestores de cajas de ahorro o presidentes de bancos, directivos o empresarios, funcionarios o empleados, que no han dado ese paso.
La corrupción es una línea interior. Para unos no existe. Para otros sí.
Y aquí viene lo bueno: hay una relación directa entre la prosperidad de los pueblos y esa ley interior. Todos los años lo vemos en el índice de Transparencia Internacional. Los países menos corruptos, donde los servidores públicos no exigen comisiones ni gobiernan con trampas, donde los tratos comerciales son transparentes y se cumplen, donde los ciudadanos no se engañan ni trapichean (tanto), suelen tener un alto nivel de vida y de paz social.
Y los países que no cumplen esa ley interior, son los que salen en las noticias.
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