Tragedia en dos actos

Pelotas de goma y brotes verdes

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Pelotas de goma
 
Decían que el modelo multicultural europeo ha fracasado. Lo decía Merkel, la fracasada, y Cameron y Sarkozy. Al mismo tiempo Rodríguez aportaba la Alianza de Civilizaciones, que es lo contrario y además es cursi, como la conjunción planetaria de Pajín.
 
Cameron, con su movida, dice que va a ir a saco con los saqueadores. Probablemente a Rodríguez y sus seguidores no les parezca del todo bien, y antes promoverían el diálogo que en su idioma es lo mismo que el mutis, como el profesor de la ESO que no reprende al alumno por las represalias.
 
Una parte de la sociedad está enferma, dice Cameron. Pero hay enfermos terminales que saquean y pegan y roban a niños y ancianos, e infectados que no lo parecen a los que aquello no les parece del todo mal, entre subterfugios y consignas que van resultando demenciales.
 
Como los que apuestan por Alianzas y Conjunciones y otras pamplinas cuando el núcleo de su sociedad se pudre por una pérdida de valores peor que la bomba atómica. Pelotas de goma para ellos, como para los vándalos, y lo que sea necesario, como dice Cameron, para recuperar la legalidad pero, sobre todo, la identidad.
 
 
Brotes verdes
 
(Tragedia en un acto)
 
 Palacio de la Moncloa. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez, ha regresado de Doñana, donde pasa sus vacaciones de verano, para seguir la crisis de la deuda junto a José Blanco, Elena Salgado y Ramón Jaúregui.
 
RODRÍGUEZ: Bueno, ¿qué?
SALGADO: Pues la verdad, José Luis…
RODRÍGUEZ: ¡No me lo digas! ¿Tú que piensas Pepi?
BLANCO: Pues hombre…
RODRÍGUEZ: ¿Tú también Pepi?
JAÚREGUI: Pero José Luis…
RODRÍGUEZ: Ni José Luis ni José Luas.
BLANCO: José Luis, que nos montan la revolución de octubre…
RODRÍGUEZ: ¿De octubre, qué octubre?
BLANCO: Sí hombre, la francesa, lo de María Antonieta y eso…
JAÚREGUI: Será la rusa, la revolución rusa de octubre.
BLANCO: ¿Seguro?
JAÚREGUI: Seguro. Y así a octubre no llegamos.
BLANCO: No sé yo… bueno, es igual. El caso es que nos linchan, y el primero a ti, Jose.
 
 Jaúregui se levanta, se desabrocha la chaqueta y comienza a andar por la sala. Lo hace mirando al suelo, primero, y después al techo. Se acerca a la ventana, corre los visillos y se masajea el rostro. Después observa los tejados de Madrid, que se suceden como nubes desde un avión, con la figura relajada, algo encorvada, y las manos en los bolsillos.
 
BLANCO: Tenemos que serenarnos. Elena, ¿tú qué dices?
SALGADO: Es que yo…
BLANCO: Pero hombre, no llores…
RODRÍGUEZ: No llores Elena, que me vas…
 
 Jaúregui se da la vuelta contemplando la escena y se tapa la boca con una mano. La otra permanece en el bolsillo. Se vuelve de nuevo y vuelve a meter la mano en el bolsillo. Niega con la cabeza. Blanco se levanta y camina por la sala. Parpadea muy seguido. Se vuelve y apoya los nudillos en la mesa.
 
 BLANCO: Está bien, tenemos que tranquilizarnos.
RODRÍGUEZ: Llama a Alfredo, en estos momentos sin él no somos nada. Valor, Elena, valor.
SALGADO: No puedo. Ni en mis peores pesadillas hubiera imaginado una prima de riesgo como esta…, ni semejante número de parados, ni nada de nada… y pensar que yo dije aquello de los brotes verdes…
BLANCO: Bueno, pero no lloréis, por favor, que al final yo…
RODRÍGUEZ: Valor, Pepi, valor…
 
 Suena el teléfono.
 Se abre la puerta de la sala y aparece la secretaria: “Sr. Presidente, es el señor Sarkozy por la línea dos”.
 
RODRÍGUEZ: Cógelo tú Elena, estoy yo para entendérmelas…
SALGADO: ¿Yo?
RODRÍGUEZ: Sí, hombre…
SALGADO: ¿Y qué le digo?
RODRÍGUEZ: Pues tú sabrás que eres la ministra.
SALGADO: Preguntará por ti…
RODRÍGUEZ: Pues dile que estoy con la diarhrée en la toilet.
 
 Suena el teléfono. Se abre de nuevo la puerta: “La señora Merkel por la línea uno, Sr. Presidente”.
 
 RODRÍGUEZ: ¡Uy! La que faltaba. Yo no estoy…
BLANCO: ¡Pero si es la Merkel!
RODRÍGUEZ: Pues por eso.
BLANCO: ¡Pero habrá que hacer algo!
RODRÍGUEZ: Dile que estoy con la durchfall en el bad.
BLANCO: ¿Has aprendido idiomas?
RODRÍGUEZ: Sólo algunas guarrerías.
 
 Jáuregui ha tenido un ataque de risa y se retuerce en el suelo, sobre la gruesa alfombra.
 
RODRÍGUEZ: Y a éste, ¿qué le pasa?
SALGADO: Creo que la situación nos supera…
BLANCO: Elena, por favor, no llores más.
 
 Se abre la puerta de nuevo. “Sr. Presidente, la señora Merkel por la uno y el Sr. Sarkozy por la dos”.
 
RODRÍGUEZ: ¡Ay!
SALGADO: Dios mío, Dios mío…
BLANCO: Dios mío, Dios mío…
RODRÍGUEZ: Dios mío, Dios mío…
 
 Jáuregui se ha desmayado y yace tendido junto a la ventana.
 
RODRÍGUEZ: ¿Se ha muerto?
BLANCO: No, tiene pulso. Creo que se ha desmayado de la risa. Llama a un médico.
SALGADO: Dios mío, Dios mío.
 
 Se abre la puerta, otra vez.
 
SECRETARIA: ¡Oh!
RODRÍGUEZ: Llame a un médico.
SALGADO: La prima de riesgo se ha puesto en cinco mil trecientos ochenta y ocho puntos…
BLANCO: Siempre te he sido fiel, José Luis, pero hasta aquí hemos llegado. Fue bonito mientras duró.
SECRETARIA: La señora Merkel ha dicho algo así como nichlosen idioten y ha colgado, y el Sr. Sarkozy sigue al aparato…
RODRÍGUEZ: Está bien, yo también me marcho. Iré a Doñana, y luego…. Dame un abrazo Pepi. Tratemos de salir por la puerta de atrás. Elena, ¿vienes? ¿Elena?
SALGADO: (Sentada  a la mesa, con la mirada perdida) Brotes verdes, verdes como la albahaca…
 
TELÓN

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