La huelga del Metro de Madrid y los poderes fácticos

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Hace poco el gobierno de Zapatero anunció la rebaja de los sueldos de los funcionarios, una medida destinada a rebajar el abultadísimo déficit existente. Una injusta medida que hace que sean los más débiles los que tengan que cargar con la factura del ahorro estatal, nada se habla de la posibilidad de reducción de ministerios inútiles o de elevada ideologización progre, como el Ministerio de Igualdad, un ministerio del mismo tipo que el de la felicidad que George Orwell describe en su famosa novela 1984. La existencia de este tipo de ministerios no es casual y responde a la vieja obsesión totalitaria de la izquierda, sobre todo la de este país que es tan obtusa y sectaria.

Del mismo modo, tampoco se habla de la reducción de altos cargos, coches oficiales, etc., todo lo cual es muy propio de una España saturada de enchufados y gorrones del presupuesto, una lacra que se lleva miles de millones de euros al año de las arcas públicas, y que tiene su raíz en la utilización de los partidos políticos como empresas de contratación de amiguetes.
 
A pesar de lo injusto de la medida, los sindicatos domesticados y paniaguados sólo han hecho un paripé de huelga, tal y como corresponde a un país bovino y cainita como éste, donde siempre se impone el “si algo lo hacen los míos, bien hecho está”.
 
Estos recortes no son nuevos, y si nos abstraemos de la incesante catarata de noticias banales que hace que carezcamos de perspectiva histórica, vemos claramente que llevamos 30 años de recortes sociales y que éstos han convertido a España en un modelo más próximo a Asia que a la Unión Europea.
 
Además, estos cambios siempre han sido conducidos por un protagonista indiscutible de nuestro régimen, el Partido Socialista Obrero Español (un chiste de nombre para un conglomerado que nada tiene que ver con las palabras que compone sus siglas), que siempre ha justificado su aplicación efectiva en la “imposición” exterior de los mismos (abrocharse el cinturón, hacer los deberes, etc.).
 
El PSOE actual es un partido surgido de la nada, y que nada tiene que ver con su antecesor histórico. El partido surgido del congreso de Suresnes fue reconstituido a dos bandas por la embajada estadounidense y el SPD alemán. El propio régimen franquista, bajo la dirección del almirante Carrero, hizo la vista gorda, ya que se necesitaba una izquierda domesticada para evitar que sucedieran situaciones similares a las acontecidas en Portugal o Italia. Una izquierda que, al igual que sucede con su socio mediático (grupo Prisa), fuese una izquierda burguesa y nihilista alejada por completo de reivindicaciones revolucionarias.
 
De esta guisa, una vez llegado al poder, el PSOE se dedicó a desmantelar nuestra industria (la famosa Reconversión Industrial), por la que España pasó de ser una potencia siderúrgica y naval a ser un monocultivo turístico con algún que otro sector de acompañamiento (mientras dure). Todo esto jamás se hubiera atrevido a hacerlo un régimen de derechas en el que hubiera existido una brutal contestación social al haber intentado cualquier tipo de medida que implicase recortes de este tipo. Sin embargo, el control desde la cúpula progresista de los movimientos sociales, sindicatos y de los medios de comunicación, ha logrado que se pudieran efectuar políticas ultraliberales sin oposición de ningún tipo.
 
Esto no ha sido fruto de la casualidad. Es sabido por ejemplo, que la gran banca siempre ha estado más cómoda con los socialistas que con el PP. Cosa normal, saben que sus intereses siempre están mejor salvaguardados cuando los defiende alguien de “Izquierdas”.
 
Pero todo esto que estamos contando no es nada nuevo, pero vale la pena traerlo a colación a raíz de la salvaje huelga del Metro de Madrid. A estas alturas ya nadie duda de que si al frente de la Comunidad Autónoma de Madrid hubiera estado un representante del PSOE, no hubiera habido ningún tipo de protesta ni nada parecido.
 
El gobierno tiene las manos libres ya que nadie en la calle va a hacerle frente, todo está atado y bien atado por esta maquinaria semitotalitaria que desgobierna España. El sectarismo propio de amplias capas de la sociedad hace que cualquier cosa que hagan los míos vale. Ahora, si la hacen los demás hay que protestar. Esto es así de triste, y por si alguien lo dudaba, lo acabamos de ver con esta huelga salvaje: en Cataluña están totalmente callados los mismos que dejan a los trabajadores madrileños sin poder ir a trabajar,.
 
Esta situación de hace décadas no ha pasado inadvertida a los grandes poderes mundiales (sean estos los que sean), y es bastante significativo que en la reunión de Bilderberg de este año en Sitges no se haya invitado a nadie del PP, y en cambio sí que se ha invitado a destacados felipistas, junto al que parece ser el sucesor designado de ZP: Bernardino León.
 
Los Bilderberg saben que el ajuste al que se va a someter a España va a ser duro y se necesita a un partido como el PSOE que obedece y controla todos los medios sociales: sindicatos, televisión, artistas…
 
Por eso, ya somos muchos los que creemos firmemente que el PSOE puede volver a ganar las próximas elecciones. Las políticas más antisociales sólo pueden venir desde un gobierno que se autotitula de izquierdas. El sectarismo y la ignorancia de nuestro pueblo es tal que sólo con ese matiz de “lo han hecho los míos” será suficiente para silenciar cualquier voz crítica, y de esta forma, el deterioro de nuestras condiciones laborales seguirá sin prisa pero sin pausa acercándonos “socialmente” a los países asiáticos.

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