La llamada de usted también. Gracias a un nuevo y poderoso software
La policía puede grabar todas las llamadas telefónicas
elmanifiesto.com
14 de septiembre de 2009
Hay gente a la que le gusta hablar en el autobús o en el tren sin importarle quién le oye y qué pensará. Otra gente es más discreta habla en voz baja o cuando se encuentra sola. Pero no hay ninguna defensa frente a las orejas gubernamentales. Puede estar congelada la investigación del chivatazo sobre una redada hecho por un mando policial a unos etarras, pero ¿quién le dice a usted que un policía no le está grabando? Cosas más increíbles se han visto en la España gobernada por el PSOE, como el secuestro de mendigos por parte de agentes del CESID para probar un anestésico. El Ministerio de Rubalcaba dispone desde hace varios años de un software fabricado por Ericsson llamado Sitel capaz de pinchar TODOS los teléfonos de España al mismo tiempo.
Uno de los recursos retóricos más habituales de Zapatero es la paranomasia: el uso palabras que tienen sonidos semejantes pero significados diferentes. Entre las más conocidas destaca ésta: “Tuvimos un gobierno de derechas y ahora tenemos un gobierno de derechos”.
Pues no tenemos un gobierno ni de derechas ni de derechos. El periódico La Gaceta de los Negocios ha publicado que el Ministerio del Interior, dirigido por Alfredo Pérez Rubalcaba, dispone de un poderoso software fabricado por Ericsson y denominado Sistema Integral de Interceptación de Comunicaciones Electrónicas (Sitel). Según informa el periódico, Sitel puede “pinchar todos los teléfonos de España al mismo tiempo. El programa permite a la Policía rastrear a una velocidad inédita hasta ahora todo tipo de llamadas. Los agentes tienen acceso a las conversaciones en tiempo real, pero también a datos tan sensibles como la identidad de los comunicantes, el lugar desde donde llaman, la operadora que utiliza e incluso el tipo de contrato que tienen”.
El Gobierno de Aznar encargó la elaboración del software a Ericsson y pagó 36 millones de euros por él. Sin embargo, no lo aplicó, porque varios informes, elaborados por los Ministerios de Justicia y Defensa y por el Consejo General del Poder Judicial, ponían pegas sobre la legalidad de su uso. Sin embargo, los socialistas, menos escrupulosos, lo pusieron en marcha a mediados de 2004. Entonces, el ministro del Interior era el amigo íntimo de Zapatero, el juez José Antonio Alonso, miembro de la asociación izquierdista Jueces para la Democracia.
Hoy operan tres Centros de Interceptación de la red Sitel en España: uno controlado por la Policía Nacional, otro por la Guardia Civil y un tercero por el Centro Nacional de Inteligencia. El periódico añadía que tal como se realizan ahora las escuchas legales con orden judicial, los agentes de la policía o la Guardia Civil aportan un CD, que luego destruyen si así lo exige el juez, quien no tiene por qué saber que esa grabación permanece en el servidor de Sitel.
Durante los cinco años que lleva activo el Sitel, añadió el periódico en un reportaje posterior, no ha habido ningún plan para informar a los jueces sobre su funcionamiento. José Luis Requero, que fue vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) entre septiembre de 2001 y septiembre de 2008, declaró a La Gaceta que “no sabía de la existencia de Sitel”. Otro ex vocal, Enrique López, reconoce que no hubo “ningún plan para formar a los jueces sobre esto; de hecho, el Gobierno tampoco pidió un informe al CGPJ antes de aprobar el Reglamento de 2005" (RD 424/2005) sobre Sitel, que luego se incluyó en la Ley General de las Telecomunicaciones.
Como ya descubrimos con la existencia de la Red Echelon, formada por países como Estados Unidos, Reino Unido, Australia y Canadá, la cual intercepta parte de las comunicaciones mundiales, la tecnología nos convierte en seres de cristal, transparentes para los poderosos. En Venezuela existe el miedo de que el Gobierno chavista espíe a los disidentes por medio de teléfonos móviles; y la técnica existe, como explica Antonio Pasquali.
Estas noticias le vuelven a uno paranoico. Y con motivo.
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