Así lo anunció el ministro en el Congreso de los Diputados, para demostrar que la política de becas “no es una política más”, sino una de las “grandes prioridades [del Gobierno], más en una situación de crisis económica” [sic], y ello con objeto de “promover al máximo la igualdad de oportunidades para el acceso a la educación de los ciudadanos” (y ciudadanas) más desfavorecidos en sus capacidades intelectuales, así como en su afán y esfuerzo de trabajo.
Lo que no especificó el ministro es si los 1.350 € eran una suma anual, mensual o, acaso, diaria. Tampoco indicó si, en caso de confirmarse el abandono de los estudios por parte de tales alumnos, la dotación de la beca se vería sustituida por una suma destinada a compensar el trauma psicológico sufrido, aliviando de esta forma las disparidades de una sociedad opresiva y clasista.