¿Creían ustedes que en los prosaicos tiempos que corren la creatividad del pueblo español, ajada y agotada, ya no daba más de sí? Errados andaban, queridos amigos… He aquí la prueba: ¡vuelve el Romancero! Aunque se ignora, como es lógico, el nombre de su autor, lo cierto es que por casas y veladas, entre consejas y leyendas escuchadas cada noche al calor del hogar, va circulando cada vez con mayor fuerza este “Romance del
Dormía
acostado en la su cama:
la pierna izquierda encogida,
la diestra, más estirada.
(la otra pierna, la de en medio…
es costumbre no mentalla).
Dormía plácidamente:
Hay que ver lo que roncaba,
so la lana del embozo
de su manta zamorana.
La reina doña Sonsoles,
que al su lado estaba echada,
roncaba un aria da campo
que ni la Callas cantara…
Y antes de que cante el gallo
(que lo suele hacer al alba,
por que sepan las gallinas
quién les canta y quién les manda),
con el rostro demudado
¡don Rodríguez despertaba!:
—¿Qué es aquesto? (diz
¿Quién mi sueño sobresalta?
¡A mí la guardia moruna
del Ministro Rub-alkaaba!
Y avanzando entre las sombras
que rodean la su cama…
ve que crece, ve que avanza…
la silueta recortada
de un espectro, de un fantasma…
¡Vive Dios qué miedo daba!
Entre nubes de sulfuro
y otras de canela en rama,
a los pies del
el espectro da la cara.
Va vestido de uniforme,
calzón corto, con polainas…,
y, esparcidas por el pecho,
quien en ellos se fijara…,
no verá que lleve estrellas,
sino bujeros de bala.
Lleva gafas redonditas
—las que John Lennon llevara—
y así… visto desde lejos,
se da un aire con Azaña.
Noble porte, talle recio,
cabellera ya entrecana…,
y quién es y por qué viene,
allá mesmo lo declara:
—Yo me llamo
Soy tu abuelo…, noramala,
y aquí vengo por decirte
cuatro cosas a la cara!
—¿Tú, mi abuelo idolatrado,
el que Franco me matara?
¿Tú, la víctima primera
de entre todas las de España?
—¡Ese soy… y menos coba!
—¡A mis brazos, camarada!
—¡Quita allá!… Menos abrazos,
que de mí no sabes nada:
Si supieras, no le harías
lo que estás faciendo a España.
—Abuelito fusilado…
¿No será que estás de guasa?
¿No te dieron matarile
los del trapo rojigualda?
Pues que sepas que tu nieto
—que por algo es el que manda—
va a volver a la contienda
otra vez las dos Españas:
¡Y esta vez verás, abuelo…
que es la nuestra la que gana!
¡Una España progresista,
federal-republicana,
asimétrica y cubista
de la noche a la mañana!
El abuelo fusilado
mírale y no dice nada…
Mírale muy quedamente,
con su cara de fantasma,
una cara que parece
que es de cera, por lo blanca…
Y por ella, mansamente,
una lágrima resbala
(que la cara, según dicen
es
—Ya son setenta los años
que llevo criando malvas
en el cielo del olvido,
y no sé lo que me pasa…
pero me llena de rabia
que mi muerte y la de tantos
no sirviera para nada.
Allí estamos a millares
los que la guerra matara
con su poquito de gloria,
con su poquito de infamia.
Padres, tíos y sobrinos
abuelos de media España.
Allí todos somos uno…
ya no hay rojos, ya no hay fachas,
vencedores ni vencidos.
Sólo queda la enseñanza
de saber que el fanatismo
es quien miente y es quien mata.
Otros muertos más recientes
pueden dar de ello palabra…
(y no veo que por ellos
se te mueva pie ni pata).
Éste es todo mi mensaje,
mi mensaje de fantasma:
No nos metas a los muertos
de comparsas en tu causa,-
No te cuides de los muertos…
Cuídate de los que matan,
los que han hecho de la muerte
su más próspera jugada.
Ahí te quedas,
Ahí te quedas en tu cama.
Yo me voy al otro barrio
Y allá tú con lo que hagas.