El “voto útil” ha beneficiado claramente a los dos primeros candidatos. En la derecha, paradójicamente, las actitudes firmes de Sarkozy ante la inmigración clandestina, su voluntad de levantar un debate sobre el tema tabú de la "identidad", su apología del valor trabajo y su no menos constante demonizacion por las izquierdas ("Sarko-Facho", "Sarko el dictador"), más generalmente la creciente "lepenización de los espíritus" de gran parte de la opinión publica, han sido fatales para el viejo y cansado líder del Frente Nacional. Respecto a la izquierda, la obsesión por evitar la dispersión de los votos, “el error de 2002”, ha producido el derrumbe de los partidarios de la extrema izquierda: apenas un total del 11% (6% entre los tres trotskistas, 1,6% los Verdes, 1,2% los altermundialistas y 2% los comunistas).
Todos los partidos de izquierda se han declarado inmediatamente a favor de Royale para la segunda vuelta. Juntando todos estos votos la candidata socialista llegaría a un 36%. Una reserva de votos demasiado insuficiente. Indudablemente Bayrou y Le Pen tienen la llave de los resultados finales. Según los primeros sondeos realizados, Sarkozy podría recuperar entre el 60 y el 75% de los votos del Frente Nacional y el 50% de los votos de Bayrou. También puede contar con los 2,5% del católico de derecha Villiers. Esto le permitiría vencer de una manera confortable con unos resultados entre el 52 y el 54%. Pero aún quedan dos incógnitas: las consignas de voto por parte de Bayrou y Le Pen, y el número de posibles abstencionistas entre sus electores.
Dos ideas de la nación, dos sistemas de valores, dos conceptos de la identidad, dos visiones de la sociedad se van a enfrentar. El debate televisivo del 2 de mayo entre los finalistas podría ser decisivo.