La Administración de Joe Biden ha provocado incredulidad y horror generalizados al sacar a la luz pública un informe de 44 páginas que describe un esquema salido de la ciencia ficción para usar la "geoingeniería" con el fin de reducir la cantidad de energía solar que llega a la superficie del mundo.
Las opciones incluyen la inyección de aerosol estratosférico para reflejar más la luz del sol, utilizar el brillo de las nubes marinas para aumentar su cobertura sobre los océanos y el adelgazamiento de los cirros de gran altitud de cristales de hielo que reflejan la luz del sol de regreso a la superficie de la tierra.
El experto en climatología Ray Kiliho declaró que la geoingeniería significaba "intervenir deliberadamente a gran escala en el sistema climático de la Tierra".
Dicho especialista señaló que, además, había otros medios posibles para tratar de limitar los efectos de la luz y del calor solares (las fuentes de vida en la Tierra). Por ejemplo, la reforestación, estimular el crecimiento del fitoplancton productor de oxígeno y métodos para reducir el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera.
"Los desequilibrios de la radiación solar —precisó — pueden afectar a los ecosistemas, la agricultura y el clima. Las complejas interacciones entre la atmósfera, los océanos y la biósfera dificultan pronosticar estos efectos. […] La eliminación repentina del bloqueo solar, ya sea intencional o por fallo técnico, podría causar cambios climáticos rápidos y drásticos, interrumpiendo y potencialmente amplificando los impactos en el clima".
Queda, por lo demás, la enorme cuestión de saber si la administración norteamericana tiene jurisdicción para aplicar una medida que afectaría de forma masiva e irreversible a todo el planeta y no sólo a los Estados Unidos de América.
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