ALBERTO BUELA (*)
El silencio, como ocurrió hace doce años en Ruanda, acalla lo que viene sucediendo en la región de Darfour, ubicada en la parte oeste de la república de Sudán, la más grande de Africa con 2,5 millones de km2. y 40 millones de habitantes: se está realizando el primer genocidio del siglo XXI.
A partir de febrero del 2003 se produjo el asesinato por masacre de más de 300.000 seres humanos por el hecho de ser negros, no árabes, y en gran medida animistas y también cristianos, por parte de las milicias armadas irregulares musulmanas denominadas “janjawids”, cuyo jefe es el scheik Moussa Hilal. El régimen dictatorial de Omar Al-Bashir, asentado desde 1989 en Kartum, capital de Sudán, es el responsable directo de una tremenda masacre que ya ha provocado la cifra de dos millones y medio de refugiados sobre una población de seis millones. Diez mil personas mueren por mes en esta masacre genocida que practican las milicias Janjawids, tribus musulmanas arabizadas, sobre la población tanto musulmana como animista y cristiana, africanizada y negra.
Un poco de historia
Lograda su independencia respecto de Inglaterra y Egipto en 1956, Sudán pasó en su breve historia por dos largas guerras civiles entre los habitantes del norte, árabes musulmanes, y los del sur, africanos animistas y cristianos. La primera, desde
De modo tal que podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que a los sudaneses del sur, los africanos negros, muchos de los cuales son cristianos y animistas, Occidente les ha soltado la mano de su historia y su fin parece ineluctable. Sólo les cabe a estas tribus un repliegue constante hacia su viejo, empobrecido y aislado reino de Etiopía, único estado no musulmán de África del Norte.
El primer genocidio del siglo XXI tiene dos responsables. Uno, mediato: la desidia de Inglaterra, Francia y EEUU en defender aquello que habían occidentalizado. Y otro, inmediato: la dictadura ejecutora que está al servicio de China.
Si lo analizamos desde la metapolítica, podemos afirmar que Occidente en Sudán le ha cedido el poder a Oriente, y esto se está pagando con la vida de los sudaneses del sur en el primer genocidio del siglo XXI.
Nos viene a la memoria la vieja enseñanza de Heródoto, el padre de la historia: Occidente puede primar sobre Oriente porque no lo destruirá, y de hecho Occidente ha llevado la iniciativa histórica del mundo y Oriente no ha sido destruido, pero el día en que Oriente prime sobre Occidente, éste perecerá.
Sería de desear que ante tanto politólogo y futurólogo suelto que vienen augurando la primacía de China para el 2050, se tenga en cuenta el terrible caso emblemático de Sudán, a fin de poder pensar sobre la realidad y no sobre lo que uno piensa que es la realidad.
(*) Centro de estudios estratégicos suramericanos