EE. UU. destruye los gasoductos entre Rusia y Alemania

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"Gracias EE. UU.", escribe en su cuenta de Twitter el exministro de Asuntos Exteriores polaco, miembro de la junta directiva del Club Bilderberg y actual eurodiputado Roman Sikorski (véase la imagen de su tweet).

Sikorski se refiere al supuesto sabotaje de los dos gasoductos submarinos Nord Stream, capaces de transportar gas natural de Rusia a Alemania. Sikorsky se alegra de que Rusia pague el precio de sus operaciones en Ucrania y ve cómo los gasoductos de 20.000 millones de dólares quedan inutilizados en las profundidades del mar Báltico.

Estados Unidos, por supuesto, niega tener relación alguna con el sabotaje; pero la sospecha recae normalmente sobre ellos, dadas las numerosas declaraciones de funcionarios estadounidenses contra ambos gasoductos. En enero, por ejemplo, el propio presidente Biden mantuvo el siguiente diálogo con los periodistas:

Presidente Biden: "Si Rusia nos invade [...],[1] entonces no habrá más Nord Stream 2. Lo detendremos."

Periodista: "Pero, ¿cómo va a hacerlo exactamente, ya que [...] el proyecto está bajo control alemán?".

Biden: "Le prometo que seremos capaces de hacerlo."

(Fuente: aquí.)

Por su parte, la subsecretaria de Estado Victoria Nuland (que ya fue una de las protagonistas del golpe de Estado de 2014 en Kiev), declaró lo mismo el pasado mes de enero: "Si Rusia invade Ucrania, de una forma u otra Nord Stream 2 no saldrá adelante".[2]

Ahora Zelenski se ha apresurado a acusar a Rusia de ser responsable del sabotaje. Esta afirmación es sumamente ridícula, como lo fue su otra afirmación de que los rusos estaban autobombardeando la central nuclear de Zaporizhie que está ocupada por sus fuerzas.

Aunque ridículas, tales afirmaciones son útiles para las fuerzas extremistas y los servicios secretos que controlan y utilizan al presidente ucraniano como provocador internacional, incluso para intervenir en la vida interna de Alemania en nombre del "partido de la guerra" internacional.

En un entorno público occidental dominado por la histeria antirrusa, es casi imposible encontrar medios de comunicación que expongan la ridiculez de tales afirmaciones, entre otras cosas por miedo a parecer prorrusos.

Enfrentados al dilema de creer en los medios en los que confían o en sus propias mentes que les dicen lo contrario, los ciudadanos se ven sumidos en una confusión generalizada. Ésta era también la lógica de Goebbels: miente, miente, que algo quedará.

Con los dos gasoductos en buen estado, Rusia tiene en gran parte el suministro energético de Alemania en sus manos. Moscú puede suministrar gas si quiere, o puede negarse a hacerlo. Pero para que los gasoductos sean un arma en sus manos, como sostiene Bloomberg, Rusia necesita que los gasoductos existan y puedan funcionar.

Pero si los gasoductos estuvieran en funcionamiento, Alemania también podría, en caso de decidir cambiar su política hacia Ucrania (por ejemplo bajo la presión de la escasez de energía) restablecer inmediatamente el flujo total de gas ruso hacia ella.

Por el contrario, con ambos gasoductos fuera de servicio, Berlín depende desesperadamente de Estados Unidos para su suministro energético, por lo que le resultará mucho más difícil cambiar su política respecto a Ucrania, si así lo desea.

Con otras palabras, lo que se consigue con el sabotaje de los dos gasoductos es que, por un lado, Rusia se ve privada de su "arma" y, por otro, Alemania y Europa en general quedan atadas a la política belicista de la OTAN, que sigue actuando contra Rusia. Esto demuestra una vez más que

No sólo es una guerra contra Rusia, sino contra Europa

no sólo se trata de una guerra contra Rusia, sino también de una guerra indirecta contra Europa lanzada por el "Imperio".

Es Europa la que está pagando el coste de las sanciones, con su economía ahora bajo la amenaza de un colapso total, especialmente a medida que se intensifica el conflicto en Ucrania. Los Estados europeos, sus economías, sus fuerzas armadas y sus servicios secretos dependen más que nunca de Estados Unidos. Europa pierde toda posibilidad de cultivar relaciones equilibradas con Washington y Moscú, lo que es una condición previa para cualquier autonomía europea. Se convierte en un vasallo total de Estados Unidos. Como dice Oscar Lafontaine: "Alemania actúa como un vasallo estadounidense en la guerra de Ucrania" y del imperio internacional de las finanzas "superimperialistas" (para usar la terminología de Kautsky) que gobierna el "Occidente colectivo".

Esto no debería sorprender a quienes están familiarizados con las estrategias estadounidenses y, en particular, con el imperio financiero "superimperialista".

[1] Al cada vez más desequilibrado anciano le traicionó sin duda su subconsciente. Hubiese tenido que decir: “Si Rusia invade a Ucrania”. [N. de la R.]

[2] Esconderse, no se puede decir realmente que se escondan mucho… [N. de la R.]

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