Por qué a ETA no le funciona el “esquema Collins”

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NICOLÁS PERRENOT

El éxito de Michael Collins y su estrategia de violencia puede ayudarnos a comprender por qué algunos grupos que utilizan la violencia política no tienen éxito. Pongamos por ejemplo el caso de ETA, quienes conocen bien la historia del IRA irlandés. La razón principal de su derrota relativa es la falta de apoyo popular. Exceptuando zonas puntuales, ETA sólo tiene a su favor una minoría de vascos que pertenecen a la extrema-izquierda. No solamente el nacionalismo moderado es mayoritario, sino que los opositores del proyecto nacionalista movilizan el 40% de los votos.  

Otro obstáculo es la ausencia de objetivos con “valor añadido” en la zona de influencia. La mayoría de los funcionarios o políticos en el País Vascos son población local y forman parte del movimiento del nacionalismo moderado. Las consecuencias desastrosas de los asesinatos de personalidades vascas como Miguel Ángel Blanco o la cabeza del partido socialista vasco, Fernando Buesa, dejan claro que esta estrategia no funciona. El asesinato de personalidades españolas fuera de allí es más difícil de organizar y el impacto de sus acciones es muy limitado. Por último, el recurso a los atentados con explosivos es una confesión de su debilidad.

Se debe destacar también que ningún familiar de las miles de víctimas de ETA ha decido vengarse, evitando así que se desencadene un círculo vicioso de represalias colectivas que obligarían a todos y cada uno a elegir una posición determinada.  

Otro fracaso de ETA es su incapacidad para desencadenar la violencia indiscriminada del Estado contra sectores de la población. Excepto el triste episodio del GAL, asesinos mafiosos pagados por los fondos secretos del gobierno socialista de Felipe González, la lucha contra ETA responde estrictamente a las técnicas policiales convencionales y al trabajo de los jueces de instrucción especializados.

Los beneficios del propio sistema judicial español, que ha liberado después de veinte años de prisión al sanguinario De Juana Chaos, responsable de la muerte de 25 personas, priva a ETA de argumentos para desacreditar a la justicia española y, al contrario, refuerza la movilización cívica de las víctimas, que ganan la batalla de la opinión pública. Las víctimas de ETA se agrupan en el seno de asociaciones, intervienen en el debate público y llenan las calles de las grandes ciudades españolas, movilizando algunas veces hasta un millón de manifestantes. La presión popular constituye en España un arma poderosa contra la laxitud de las elites gobernantes. 

En el estado actual de cosas, ETA no está en condiciones de emprender una política de terror como la que puso en marcha Collins y es difícil que salga de su vivero político en el seno de la izquierda radical vasca. Si la situación no evoluciona, está condenada a vegetar en el rango de “daños tolerables”.

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