El hombre más poderoso del mundo mundial

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Déjenme que me ría. Incluso, que me carcajee. Días atrás, en Yankilandia, prestó juramento de su cargo (con una Biblia)  “el hombre más poderoso del mundo”. Sí, es el mismo al que —sin haber hecho absolutamente nada y perplejo  él mismo— le entregaron el premio Nobel de la Paz. Con esto, queda ya demostrada la valía de los citados premios.
Pero no se lo crean, es mentira y nos quieren engañar a todos.
En su primera campaña electoral, se comprometió a cerrar la prisión de Guantánamo nada más llegase al poder. Pero de este “puedo prometer y prometo” —¿se acuerdan?, aquí en España hubo otro parecido— pasó a desentenderse del tema argumentado que estaban en ello y que por consideraciones legales estaban, simplemente, retrasando el susodicho cierre. Pero hoy por hoy Guantánamo sigue abierta y han pasado ya cerca de cinco años. Si es de verdad el hombre más poderoso del mundo, ¿por qué no puede cerrarla?
Éste es sólo un ejemplo. Podríamos citar aquella “maravillosa” intervención en una  universidad musulmana —creo que era Egipto— en la que se comprometió con el mundo árabe para pararles los pies en Palestina a los más  eternos sufridores —pobrecitos ellos, qué pena me dan— de toda la historia de la humanidad. Pero los niños palestinos siguen muriendo, los asentamientos continúan y los sufridores —de verdad, qué pena me dan— siguen machacando militarmente a un pueblo indefenso (¿me comparan un misil israelí dirigido con un pseudo-misil palestino artesanal?) y el hombre más poderoso del mundo, ni se entera. O no se quiere enterar. O se ha enterado y le da igual. O se ha enterado y no puede hacer nada. O se…
O el control de las armas. No puede elaborar una ley que —por ejemplo— prohíba la venta de armas. Por cierto, ¿para qué puñetas quieren tantas armas? Quizás crean que están todavía en el Oeste, como en las películas, matando, masacrando, exterminando y holocaustizando (éste me lo acabo de inventar) indios salvajes de las praderas, búfalos o cualquier otro ser que camine o se arrastre… con la ayuda de Dios ¿Y por qué no lo hace?.
Y podríamos seguir con la reforma de la sanidad, el gasto público, etc.
Las políticas de Obama son las mismas que las de Bush. Básicamente. Y son las mismas del que vendrá después, pues si hace algo que no entra en el guión de los verdaderos dirigentes, será exterminado; como por ejemplo, Kennedy cuando comenzó a acuñar dólares de plata y dólares en billetes (con el número de serie en rojo) respaldados por oro. La Reserva Federal Americana (EMPRESA PRIVADA, NO PUBLICA) es la que emitía los billetes sin respaldo de oro, y se opuso. Y miren cómo acabó el presidente.
No nos engañemos. Las masas no tienen poder de decisión en las democracias, tan sólo pueden dejarse engañar o no. Eso depende del grado de inteligencia de cada uno y de su participación en el circo electoral. Y el dato —curioso— del porcentaje de población que nos gobierna: el 32% del total de votos posibles . ¿Dónde está la mayoría democrática?
Aunque —bien mirado— este hombre más poderoso del mundo tiene, como el resto de políticos a nivel mundial y todos sus  voceros y cantamañanas (periodistas, tertulianos, escritores, artistas…), un poder  realmente insuperable: hacer creer a los ciudadanos que por el hecho de depositar un papelito en una urna aproximadamente cada cuatro años, están decidiendo su futuro, el de su comunidad o el de su Estado.
No nos engañemos…

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