Egipto: los periodistas no se enteran de nada
Bernard Lugan
07 de febrero de 2011
NOVOPRESS.– Así pues, Egipto se ha incendiado después de Túnez. Olvidando el “no alabo ni ensalzo, sólo narro”, esta regla de oro de su profesión, los periodistas se han hecho una vez más los portavoces de los manifestantes. Cayendo literalmente boquiabiertos ante sus acciones, no han encontrado bastantes superlativos para describir al “Pueblo” egipcio alzado como un solo hombre contre el “dictador” Mubarak.
Todo, sin embargo, se ha transformado en su pequeño universo hecho de certidumbres y aproximaciones cuando los partidarios de Mubarak, a su vez, se han echado masivamente a la calle. O sea, ¡¡había dos pueblos!! Constatación ésta que era como para perturbar a cualquier cabeza cuadrada. Durante un tiempo la explicación les resultó facilona: los contramanifestantes eran policías y matones pagados por el poder; pero luego descubrieron —¡horror!— que se trataba de habitantes procedente de los “barrios más pobres".
Así pues, los miserables se atrevían a ir a fastidiar la gran celebración democrática de la que se habían hecho los portavoces. Peor aún, estos pordioseros se atrevían —crimen de lesa majestad— atacar a los periodistas, ignorando que en Francia, al igual que en todo el mundo occidental, esta casta de intocables constituye un Estado dentro del Estado, ante el cual se arrastran y prosternan los más poderosos. Al menos habrán retenido de su viaje a El Cairo que en las orillas del Nilo los referentes no son los mismos que en las riberas del Sena y que los viajes forman más que las escuelas de periodismo.
Estos ignorantes no se han enterado de que la vida política egipcia está organizada en torno a tres grandes fuerzas. La primera, la que se manifiesta exigiendo la salida del presidente Mubarak y ante la que se les cae la baba: se trata, por así decirlo, de “privilegiados” que pueden ofrecerse el lujo de reivindicar la democracia.
La segunda fuerza es la de los Hermanos Musulmanes; perseguida desde hace décadas y actualmente amparada detrás de idiotas útiles, esta organización intenta reintroducirse en el tablero político a fin de imponer su ley.
La tercera fuerza de la que ningún “enviado especial” ha oído nunca hablar es la que vive en los barrios pobres, lejos del hotel Hilton (este lujoso cuartel general de los periodistas “peleones”), o en los miserables pueblos del valle del Nilo, lejos de las miradas de los turistas. Es la de los fellahs menesterosos.
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