El resultado de las elecciones en Venezuela

Empate en votos. Derrota de Chávez en las grandes ciudades

El hecho de que desde el acceso al poder de Chávez hace diez años, se hayan convocado catorce elecciones, pocas de ellas previstas constitucionalmente, y las otras dispuestas por decisión caprichosa del líder bolivariano, en un remedo de revolución permanente sustituido por la elección permanente, constituye una muestra clara de que no ha tenido tiempo para gobernar.

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El hecho de que desde el acceso al poder de Chávez hace diez años, se hayan convocado catorce elecciones, pocas de ellas previstas constitucionalmente, y las otras dispuestas por decisión caprichosa del líder bolivariano, en un remedo de revolución permanente sustituido por la elección permanente, constituye una muestra clara de que no ha tenido tiempo para gobernar.

La maquinaria necesaria para requerir el favor del electorado resta horas para dedicarlas a la gestión de gobierno. O supone una manifestación de incapacidad para afrontar los problemas de todo orden que afectan a la nación.

El vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, general Muller, mano derecha de Chávez, que es zurdo por cierto, merece una consideración para llegar al fondo del galimatías político venezolano encarnado por los hombres que actualmente gobiernan. Tras el golpe del 11 de febrero de 1982, encabezado por Chávez contra el gobierno constitucional de Carlos Andrés Pérez, Muller, en un foro convocado para analizar tanto el golpe fracasado como sus consecuencias, no tuvo el menor reparo en sostener que Chávez «como táctico cero.» No eran precisamente estas declaraciones el mejor presagio de una relación futura que, contra todo pronóstico, llegaría a consolidarse entre los dos personajes con algún desencuentro que otro. Por poner un ejemplo, Muller fue nombrado embajador en Chile, cargo al que renunció movido por discrepancias políticas con Chávez.
Con posterioridad, el actual vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela describió a Chávez como un hombre procedente de la clase media baja que, al llegar al poder sin una experiencia previa de ningún orden, ni estar enriquecido por el paso por  centros de estudios superiores, a la hora de buscar colaboradores para la tarea de gobierno su decisión no estuvo coronada por el éxito. Prueba de ello ha sido el constante cambio de ministros, que apenas habían tratado de familiarizarse con los asuntos de su cartera, siendo cesados o cambiados a capricho en flamante muestra de arbitrariedad. Existen ministerios que han salido a ministro por año. Todo esto ha producido una gestión con escasa eficacia salpimentada por un proyecto enunciativo de socialismo rancio retraído a los tiempos del asalto al Palacio de Invierno.
¿Los votos se cuentan o se pesan?
Ante la posición adoptada por el PSUV, y Chávez a su frente, de desestimar a la oposición tras las elecciones del pasado domingo, cabe afirmar que el mapa político del país, que en 2004 se tiñó de rojo en la casi totalidad de Venezuela, ha variado sustancialmente al recuperar la oposición espacios hasta ahora en manos del Gobierno.
Si los votos se cuentan, a la hora de hacer el recuento total, las seis circunscripciones en que ha ganado la oposición suman ocho millones de electores, mientras que en las diecisiete en que ha ganado el Gobierno cuenta con otros ocho millones de electores. Un empate, en definitiva.
Pero si los votos se pesan, el desequilibrio a favor de la oposición resulta indiscutible. Viejo problema de la democracia desde la implantación del sufragio universal resuelto con el principio un hombre un voto. No cabe duda de que la calidad de voto emitido en las circunscripciones en que ha ganado la oposición viene respaldada por el hecho de que en ellas se concentra el mayor exponente cultural, el más elevado PIB, la mayor actividad industrial y comercial y consecuentemente el centro financiero del país.
La incógnita que pende sobre los venezolanos consiste en saber si el Presidente, aparte de los juegos malabares para interpretar los hechos de forma satisfactoria para sus seguidores, dará una interpretación cabal de las pasadas elecciones, o seguirá en su empeño de disociar una realidad que le marca una tendencia adversa.
A Chávez le quedan cuatro años más por delante, y el que se avecina está sembrado de dificultades políticas y económicas. La pérdida de bastiones como Miranda, Distrito Capital, Carabobo y Táchira, y sobre todo la imposibilidad de recuperar Zulia, el potencial petrolero de Venezuela, tiene por efecto debilitar los pilares hegemónicos de Chávez y pone en serios apuros su conocida pretensión de perpetuarse  en el poder más allá del término del presente periodo constitucional.
Al respecto, Hugo Chávez ha descartado la posibilidad de proponer una nueva reforma constitucional que le permitiera optar a un nuevo mandato. Estas son sus palabras: «A mí que quedan a partir del 2 de febrero (de 2009), cuatro años de gobierno. Voy a acelerar la marcha para cumplir con el proyecto socialista. No sé si pudiera hacerlo con base a otros puntos, pero respecto a la reelección presidencial no lo voy a hacer». Pero a esta declaración agrega la apostilla: «Lo que yo no puedo evitar es que alguien pudiera hacerlo. El pueblo tiene, según la Constitución, derecho a pedir reforma o enmienda constitucional».
A los analistas expertos en descifrar los mensajes de Chávez, mensajes a veces decorados de incontinencia verbal, de Chávez, estas declaraciones las interpretan en el sentido de que a la menor oportunidad tratará por cualquier vía de volver a proponer lo que en el referéndum del 2 de diciembre pasado le fue negado por los venezolanos.
Numerología frente a política
La lectura que Chávez ha hecho del resultado electoral, aunque efectuada a los corresponsales extranjeros, pero en realidad para consumo interno de sus cariacontecidos seguidores, está impregnada de medias verdades, y ya se sabe: medias verdades, medias mentiras. Es indiscutible que el chavismo es todavía una gran fuerza enraizada en un amplio sector de Venezuela. El resultado del domingo pasado ha venido a confirmarlo. Pero la interpretación que deduce Chávez de ese resultado, basada exclusivamente en números, puede resultar oportuna para uso entre sus adictos, pero ajena al verdadero sentido político que encierra.
Teodoro Petkof, director del diario Tal Cual, que a la vista de la lectura que Chávez hace de la consulta se permite calificarlo de «numerólogo», plantea una interrogante: «¿Cómo es posible que ese poderoso chavismo, con la campaña clientelar más obscena que recuerda la República, haciendo uso de un ventajismo canallesco y con su jefe amenazando con tanques, cárcel y sanciones presupuestarias a sus adversarios, haya perdido la capital de la República, el epicentro de la política nacional y asiento de los poderes públicos?».
Todo parece indicar que Chávez se encuentra en la cúspide de un tobogán del que puede deslizarse camino de una derrota en 2012 cuando se invoquen elecciones presidenciales.
Un camino empedrado de dificultades
El camino a recorrer hasta esa fecha está lleno de dificultades económicas con las obligadas consecuencias políticas. No es lo mismo haber gobernado un país con un barril de crudo a cien dólares promedio durante este año que concluye, que lidiar con un precio futuro que constituye toda una incógnita, pero que en el mejor de los casos habría que situarlo por la mitad. Ese escenario nada descartable de bajos precios del crudo produciría inevitablemente una importante desaceleración económica, agravada por el hecho de que en el transcurso de estos últimos años de amenaza de socialismo del siglo XXI, ha producido un considerable debilitamiento del sector privado, principal generador de empleo.
La crisis no ha asomado su torvo perfil. Debido a que las facturas petroleras se suelen cancelar 90 días después de recibir los embarques, en Venezuela no se siente el efecto del descenso del precio del crudo. En realidad, hasta el momento la tesorería venezolana todavía recibe el caudal generado por el espectacular salto del barril superior a los cien dólares. Sin embargo, apenas el chorro de petrodólares disminuya su volumen, se sentirá su impacto sobre la cuentas públicas y el crecimiento económico. La verdad es que Venezuela está conectada con el mundo por un cordón umbilical del tamaño de un oleoducto petrolero.
Pedro el Grande en la costa
Disparando veintiuna salvas de cañón, el destructor ruso Almirante Chabanenko entró en el puerto de La Guaira saludando a los anfitriones venezolanos, que respondieron de igual forma para recibir al visitante. A este destructor le acompañan el crucero nuclear Pedro el Grande, un buque cisterna de apoyo logístico y un remolcador de altura.
El objeto de la visita de estas unidades de la marina de guerra rusa es unirse a unidades de la Armada venezolana para efectuar unas maniobras en aguas caribeñas. Las maniobras en puerto venezolano comenzaran el miércoles y tendrán una duración de una semana, transcurrida la cual ambas flotas saldrán a mar abierto el próximo primero de diciembre.
Venezuela suscribió en 1967 el denominado tratado de Tlatelolco por el cual se proscribían las armas nucleares en América Latina y el Caribe. El tratado en cuestión fue ratificado en 1970 por Venezuela. En él se acuerda que las partes se comprometen a prohibir e impedir en sus respectivos territorios «el ensayo, uso, fabricación, producción o adquisición, por cualquier medio, de toda arma nuclear, por sí mismas, directa o indirectamente, por mandato de terceros o en cualquier forma», así como «su almacenamiento, instalación, emplazamiento o cualquier forma de posesión.»  Dado que el crucero nuclear Pedro el Grande se encuentra fondeado en aguas venezolanas, ello plantea un problema que el internacionalista venezolano Demetrio Boersner, al establecer la diferencia entre la propulsión nuclear y el armamento de esa característica, puntualiza así: «No creo que la propulsión esté incluida en la prohibición nuclear. Este barco parece que no trae armas, sino solamente su propulsión es la que es de fuerza atómica».
Para concluir su opinión, Boersner sostiene que Rusia lo que persigue con estas maniobras es «ser reconocida como una gran potencia, y para ello juegan a molestar a Estados Unidos a través de demostraciones navales y Chávez se está prestando para eso porque coincide con su ambición de ser reconocido como un dirigente que se enfrenta al Imperio y defiende la multipolaridad».
Coincidiendo con estas maniobras visitará Venezuela el presidente de Rusia Dimitri Medvédev. A la visita se le confiere carácter histórico, ya que es la primera de un mandatario ruso a Venezuela.
A todo esto cabe preguntarse acerca del futuro de las relaciones con los Estados Unidos ante la expectativa del relevo presidencial del próximo enero. Al respecto, Chávez en su primera aparición postelectoral se refirió a la carta que el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, dirigíó a Barak Obama, y puso de relieve que la respuesta del nuevo presidente estadounidense no fue buena. «Fue parecida al discurso de Bush», dijo. Interprétese esto como aviso a navegantes que esperan grandes cambios en el rumbo de la futura política norteamericana.

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