Y usted, ¿por quién votaría? Tanto monta, monta tanto…

Las elecciones norteamericanas y el desorden mundial

Los grandes medios de comunicación de cada país nos instan a interesarnos por las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Los intelectuales progres y los partidarios del mestizaje andan fascinados con Barack Obama. Por su parte, los medios más tradicionalistas pueden consolare con la entrada en escena, al lado de John McCain, de la muy conservadora Sarah Palin.

Compartir en:

 

 

POLEMIA.COM

 

Los grandes medios de comunicación de cada país nos instan a interesarnos por las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Los intelectuales progres y los partidarios del mestizaje andan fascinados con Barack Obama. Por su parte, los medios más tradicionalistas pueden consolare con la entrada en escena, al lado de John McCain, de la muy conservadora Sarah Palin.
Pero los ciudadanos así requeridos por los medios de comunicación no van a participar en la elección del futuro presidente de Estados Unidos. De todos modos, escaso será, la verdad, el margen de maniobra que pueda tener el nuevo presidente norteamericano, quienquiera que sea: la política estadounidense seguirá estando ampliamente determinada por los intereses de la hiperclase dirigente del mundo y de los grandes grupos de presión. Y son éstos los que imponen en Estados Unidos una diplomacia y una política que contribuye al desorden mundial.
Expliquémoslo.
Diplomacia: del equilibrio de fuerzas a la unilateralidad
Los períodos de paz o, en todo caso, de conflictos limitados corresponden a la aplicación de algunas reglas bien sencillas: la aceptación del equilibrio de las potencias, el respeto de las fronteras de los Estados y la no ingerencia en los asuntos internos. Estas reglas son, sin duda, imperfectas y moralmente discutibles, pero han asegurado largos períodos de paz: durante el siglo XIX, después del Congreso de Viena (que no intentó “castigar” a la Francia revolucionaria); durante la segunda parte del siglo XX, cuando el “equilibro del terror” entre grandes potencias nucleares evitó cualquier conflagración general.
El hundimiento de la Unión Soviética y luego de Yugoslavia condujo a Occidente, bajo la dirección unilateral de Estados Unidos, a olvidar las normas de equilibrio y estabilidad del orden internacional:
– al multiplicar bases estadounidenses en las mismas fronteras de Rusia, así como al proyectar integrar en la OTAN a países que están claramente en la órbita de la geopolítica rusa, como Georgia y Ucrania;
– al anular unilateralmente el tratado ABM por el que se prohíben las defensas antimisiles y al relanzar la carrera de armamentos;
– al construir un escudo de antimisiles en Polonia, encaminado de manera particular a permitir, eventualmente, la destrucción de Rusia sin que medie posible respuesta por su parte;
– por último, al reconocer unilateralmente la independencia de Kosovo y el desmembramiento de Serbia, contrariamente a las resoluciones de la ONU.
Esta política ha conducido al endurecimiento por parte de Rusia y explica, aunque no lo justifique, el reconocimiento por parte de Moscú de la independencia de Abjasia y de Osetia del Sur –independencias de mini Estados que, dicho sea de paso, no son menos (ni más) legítimas que la de Kosovo.
Lo que es indudable es que cuestionar las fronteras reconocidas en Europa, pero también en el resto del mundo es como lanzar una bomba de fragmentación que puede conducir a la balkanización del planeta; balkanización que puede ser perseguida por quienes desean debilitar a los Estados y favorecer la constitución de un imperio mundial.
Política económica: la irresponsabilidad financiera de Estados Unidos
Criticar al Banco Central Europeo (BCE) constituye un lugar común por parte de los dirigentes políticos franceses. Ahora bien, esta institución financiera tiene como misión, otorgada por el Tratado de Maastricht (aprobado por los ciudadanos franceses), velar por la estabilidad del euro y luchar contra la inflación. Al limitar la emisión de monedad, el BCE cumple su misión y adopta una gestión de “buen padre de familia”: la política del BCE no ha creado, por lo demás, ningún problema para el mundo.
Como lo destaca el economista liberal Florin Aftalion en “Las cuatro verdades”: “El FED tiene establecido, con un 2%, un tipo demasiado bajo. Como el crédito no está caro, los norteamericanos tomen excesivos préstamos. […] El CE, por su parte, tampoco modifica su tipo básico, el cual sería más adecuada que estuviera en un 4,25%”.
Esta política irresponsable del Banco Federal de Estados Unidos ha engendrado masa monetaria sin contrapartida real: es esta masa la que ha originado la crisis inmobiliaria y la inflación de las materias primas (pese a la tranquilidad relativa que ha vuelto al mercado del petróleo).
Esta política ha permitido a la vez que se enriqueciera la hiperclase mundial y que accedieran a la propiedad de su vivienda numerosos miembros insolventes de las minorías étnicas.
Esta política se salda actualmente con pérdidas en el mundo entero, con un empobrecimiento de las clases medias y el recurso al dinero de los contribuyentes –no sólo norteamericanos e ingleses– para recapitalizar establecimientos financieros amenazados de quiebra.
También a este respecto es el desenfreno norteamericano –financiero en esta ocasión– lo que ha originado la crisis mundial.
El engaño del cambio
Retomando un gastado (pero siempre eficaz) tema electoral, Barack Obama y John McCain prometen “el cambio”. Es evidentemente un engaño, pues siguen siendo muy poderosas las fuerzas sociológicas y políticas de Estados Unidos que están interesadas en mantener el statu quo:
– así ocurre, especialmente en política exterior, con el lobby militar-industrial, el lobby petrolero y el lobby israelí, que ha colocado a Joe Biden como candidato vicepresidente de Obama y a Joe Lieberman como candidato secretario de Estado de Mc Cain;
– así ocurre con el lobby “antirracista” y “antidiscriminación”, el cual hará cuanto esté en sus manos por mantener las ventajas del Estado providencia y del crédito barato en favor de las minorías étnicas, especialmente negras e iberoamericanas;
– más generalmente, es el conjunto de los norteamericanos los que dependen del resto del mundo para su consumo (que sobrepasa a su producción), así como para acceder a las materias primas energéticas, de las que son los principales demandantes en todo el planeta.
La política inflacionista de Estados Unidos, basada en el crédito barato, tiene, así pues, un alentador futuro ante sí. Lo mismo sucede con la diplomacia imperial de Estados Unidos o con su política de intervencionismo militar.
© Polemia

Todos los artículos de El Manifiesto se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.

Compartir en:

¿Te ha gustado el artículo?

Su publicación ha sido posible gracias a la contribución generosa de nuestros lectores. Súmate también a ellos. ¡Une tu voz a El Manifiesto! Tu contribución, por mínima que sea, dará alas a la libertad.

Quiero colaborar