Tome nota del nombre, por lo que pueda pasar

Los espías rusos aún existen: su casa es el GRU

Se llama GRU, que quiere decir Dirección Principal de Información, y es el último resto del viejo y temible aparato de información soviético. Acaba de estrenar una enorme sede en las afueras de Moscú, con protección electrónica y vigilancia por satélite. El GRU pertenece al Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y es una pieza clave en los esfuerzos de Moscú por mantenerse como una potencia mundial decisiva. La televisión rusa hace series sobre sus agentes. El peso principal de la lucha contra los chechenos lo ha llevado precisamente el GRU. Tampoco le faltan agentes dobles: a uno que pasaba información a los ingleses le han procesado en Moscú. El chivato recibía el pago de sus informaciones en un banco español.

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ÁNGEL MAESTRO

La Dirección Principal de Información (GRU) del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de Rusia es uno de los servicios especiales más cerrados del mundo a cualquier información exterior. Es el único de los “órganos especiales” (denominación rusa de los servicios de inteligencia e información) que ha conservado su antiguo nombre desde el fin de la Unión Soviética. En grandes líneas –pues existen otros servicios con distintas misiones que pudieran considerarse como tales-, el poderoso KGB, Comité para la Seguridad del Estado, fue dividido en dos grandes organismos: el FSB, encargado de la seguridad interior, y el SVR, servicio de información exterior. Pero el GRU conserva la misma denominación desde el 5 de noviembre de 1918, fecha fundacional de la Glavnoi Razvedïvatelnoie Upravelnïe.

Contrariamente a una información errónea que ha seguido utilizándose hasta nuestros días, el primer director del GRU fue Simon Ivanovitch Aralov, y no la figura legendaria  del general Ian Berzin, uno de los hombres más importantes en la historia de los servicios rusos, eliminado  posteriormente por Stalin. Desde Aralov y Berzin hasta su director actual en la época Putin, el general del Ejército Valentin Vladimirovitch Korabelnikov, el GRU continua siendo un mundo cerrado a la información exterior, posiblemente más aún que los eficaces FSB, dirigido por el general Nikolai Patrushev, y el SVR, dirigido por el general Lebedev.

Su funcionamiento es secreto, pero no su existencia. Si el 20 de diciembre (por el 20 de diciembre de 1917) se celebra el aniversario de la fundación de la Cheka, la vieja policía política, el 5 de noviembre se celebra institucionalmente el Día de los Oficiales de Información Militar, para que la sociedad reconozca los méritos de los oficiales de información, en un acto al que asiste el propio presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, lo que pone de relieve la importancia y consideración dada por el actual régimen ruso a los “órganos especiales”. ¿Se imagina alguien, por ejemplo en España, la celebración pública del día del CNI, o de la Información Militar, presididos por el actual Jefe del Estado o por el presidente del gobierno?

El GRU hoy, 2007, no posee departamento de prensa, y los lugares donde se encuentran estacionadas sus fuerzas de actuación en misiones especiales pertenece a la información secreta. Sin embargo los medios informativos rusos dedican con asiduidad artículos al GRU y a sus funcionarios, así como series televisivas donde se exhiben los éxitos del GRU. Los relativos por ejemplo a la eliminación de dirigentes terroristas en Chechenia, se encuentran a veces bajo el hilo conductor del GRU. Concretamente en Chechenia, desde 1999, más de 3.000 terroristas que actuaban en esa república han sido puestos fuera de combate por las unidades de acción del GRU.

El GRU cuenta con destacados analistas y estudiosos que en base a sus fuentes de información analizan la situación no sólo militar, sino política, concerniente a Rusia, los conflictos armados regionales y locales, el armamento de las potencias extranjeras, los teatros de operaciones militares, la economía, etc. Como ha manifestado el jefe del GRU, el general Korabelnikov, “todo lo que ha pasado, pasa, y pasará en el mundo, será siempre el objeto de atención de la información militar”.

La casa del GRU

El GRU dispone de una nueva y ultramoderna sede de diez pisos, y cinco en el subsuelo, inaugurada por el propio Putin en noviembre de 2006 y que, según fuentes solventes, desde abril de 2007 se encuentra ya plenamente operativa. El complejo, sito en el lugar de Jorochevskoie, avenida en el noroeste de Moscú, presenta características que no tienen parangón con ningún edificio de la Rusia actual: equipado de sistemas de protección y utilización de tecnologías de satélite, material electrónico de última generación. Todo absolutamente de fabricación rusa, sin ningún elemento extranjero, a fin de asegurar al máximo las medidas de prevención y control de espionaje exterior, dada la tradicional desconfianza rusa en el mundo de los servicios secretos. Y de forma bien visible, el muro que rodea el complejo es de tal espesor y fortaleza que no podría ser atravesado ni por un vehículo blindado suicida.

Como reconocimiento al pasado, en la parte noble del edificio figura una pequeña estatua de Richard Sorge, el hombre que tan decisivamente influyó para evitar la derrota de la Unión Soviética en 1941; también hay recuerdos de su mítico dirigente, el general Berzin, y de otras figuras decisivas de los servicios soviéticos. Al igual que en la sede de la CIA en Langley, Virginia, o en la del MI 6 británico, y de otros servicios de información, la mayor parte de los funcionarios del GRU no tienen acceso a determinados sectores del complejo con accesos codificados, y únicamente un número extremadamente limitado de personas pueden penetrar en ellos.

Un chivato

Sin embargo, a pesar de las más desarrolladas tecnologías, el factor humano sigue siendo incontrolable, y así el tribunal militar del distrito de Moscú, hace sólo unos meses, juzgó a puerta cerrada al coronel del GRU, Sergueï Skripal, de 55 años de edad, que había trabajado durante nueve años, en la época postsoviética, para los servicios de información británicos.

El FSB –el órgano encargado de la seguridad interior-, que llevaba un tiempo detrás de Skripal, procedió a su detención cuando había regresado de Gran Bretaña. Pese a lo reservado de la detención, ha trascendido lo considerable del daño causado por este coronel a la capacidad de defensa y a la seguridad del Estado ruso. Skripal había facilitado también a los servicios ingleses los nombres de los miembros de la “residencia” rusa en Londres, tanto de los del GRU como de los del SVR.

Para el FSB, las informaciones facilitadas por el coronel Skripal pueden haber causado, si no tan grande, si casi tanto daño como las de una figura mítica, el también coronel del GRU Oleg Penkovsky, quien facilitó informaciones del más alto nivel sobre el arsenal nuclear soviético a los británicos y estadounidenses en la crisis de los misiles cubanos, hasta que fue detenido, condenado y ejecutado en 1963. Skripal recibía en cada encuentro con los británicos una retribución a cambio de la información facilitada, cantidades que le eran ingresadas en una cuenta a su nombre en un banco español. Aunque según fuentes rusas las cantidades no eran excesivamente altas, sino en torno a unos 12.000 euros anuales, cifra extraordinariamente baja dada la calidad de la información facilitada.

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