En todas partes cuecen habas

Hubert Védrine, el Moratinos francés

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JOSEP CARLES LAÍNEZ
 
Por suerte para nuestros vecinos del otro lado de los Pirineos, el Moratinos francés, Hubert Védrine, ya no gestiona los Asuntos Exteriores de Francia. Nombrado ministro de esta cartera en 1997 por un todavía ascendente Jacques Chirac, estaría un lustro en el cargo. Sin embargo, sus primeros pasos en política los dio de la mano del socialista François Mitterrand; de hecho, desde 2003 preside el instituto que lleva su nombre, y al difunto presidente le ha dedicado un par de libros: Les mondes de François Mitterrand [Los mundos de F.M.] (1998) y François Mitterrand: Un dessein, un destin [F.M.: un propósito, un destino] (2006).
 
Escribir, pues, ha escrito Védrine, y mucho más que Moratinos; además de los títulos citados, tiene en su haber diversas obras colectivas, con traducciones al chino o al árabe…; asimismo, colabora asiduamente en la prensa, y dicta conferencias. Su nombre es usual en la nómina de fijos en los medios de comunicación, y rara es la vez en que no sale realizando declaraciones, en muchos casos, contradictorias. Por ello será que en ningún momento ha llegado a decir cosas interesantes; en una entrevista concedida al semanario católico Le Croix, por ejemplo, incluso se atreve a afirmar que el choque entre el islam y Occidente está azuzado por minorías de los dos bandos, y, por tanto, todos somos responsables. Con anterioridad, había teorizado sobre la globalización (en tanto fait accompli) y el papel de Francia en ella, así como sobre la gran superpotencia estadounidense.
 
Una de sus últimas gracias, y con ella comienzo, fue el prólogo, el pasado año, del libro 5 + 5 = 32. Feuille de route pour une Union méditerranéenne [5+5=32. Hoja de ruta para una Unión Mediterránea], donde defiende la integración de los cinco países europeos ribereños del Mediterráneo con los cinco árabes del norte de África para crear una verdadera unión de 32. Ésta, recordémoslo, es la apuesta también de Nicolas Sarkozy, desde aquel discurso triunfal tras su victoria, aunque esperemos que sólo sea una fachada…
 
Sin embargo, Hubert Védrine ha puesto la guinda en el prólogo al último libro de Abdelatif Filali, personaje a quien Hassan II nombró primer ministro de Marruecos en 1994. Anciano ya, y poseedor de una de las grandes fortunas del reino, entre sus obsesiones siempre ha estado la “integridad territorial” (sic) de su país. Le Maroc et le monde arabe [Marruecos y el mundo árabe], ése es el título de las memorias de Filali, quiere ser una revisión de sus años pasados en política: catorce como titular de la cartera de Exteriores, y tres como primer ministro, carrera que empezara con tan sólo 29 años como ministro plenipotenciario de la monarquía alauita.
 
El libro podría considerarse algo así como el autohomenaje de dos ex homólogos. No obstante, y aunque parezca mentira, no hieren tanto las palabras de Filali como las de Védrine. La joya, sin lugar a dudas, está aquí: Inglaterra posee más títulos sobre Gibraltar (…) que Madrid sobre Marruecos. Y fustiga con cariño a los marroquíes por no haber considerado oportuno plantear la cuestión de la descolonización en los escenarios internacionales. Está hablando de Ceuta y Melilla, sí; no sé si también de las islas Canarias…
 
Menudo inculto tenían los franceses como máximo responsable de sus relaciones con el mundo. Menudo pájaro en busca siempre de minar los intereses españoles en nuestro territorio ancestral. Tras palabras así, es más provechoso empezar a imaginar cuántos negros le han escrito los libros (como a nuestros políticos, claro, que no se salvan) que buscar ideas en sus palabras. Produce dolor, sin embargo, que esas afirmaciones tan tajantes no las hayamos escuchado, a contrario, por parte del gobierno socialista español.
 
Pero como siempre pasa, habla quien más debe callar. ¿O dónde está la legitimidad francesa sobre la Polinesia, sobre Nueva Caledonia, sobre Guyana… o lo que escocerá más, sobre Bretaña (conquistada por las armas en una guerra en la que murieron soldados españoles defendiendo su independencia) o sobre Córcega?
 
Hubert, ami, aprende un poco, y luego que te enseñen a decir las cosas. Y a escribir.

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