Merkel propone, bueno, más bien ordena y Draghi, el actual primer ministro italiano, dispone, o mejor dicho obedece. Esto, en definitiva, es lo que sucedió el pasado 15 de marzo con la suspensión de las vacunas de Astrazeneca, pese a que pocas horas antes de tal anuncio, el presidente de la Agencia Italiana del Medicamento, Giorgio Palù, uno de los más prestigiosos virólogos del mundo (de los de verdad), juzgó absurdo suspender y bloquear una vacuna por tan solo seis casos de trombosis de un total de dos millones de vacunados.
Quien, según la “prensa amiga” (casi toda) “metió a Merkel en cintura" cuando fue presidente del Banco Central Europeo (BCE) —hablo obviamente de Mario Draghi— toma ahora una decisión que, en el plano político, consiste en una total sumisión a la voluntad alemana. Que sepamos, ni Draghi, ni ninguno del resto de presidentes de la UE son virólogos, por lo que no toman decisiones "científicas" respecto a las vacunas, sino más bien políticas, pues lo que se acaba de abrir es nada más ni nada menos que “el baile de la geopolítica”. Por un lado, está Rusia con su Sputnik, El Reino Unido con Astrazeneca y la Unión Europea, o para ser más exactos, Alemania, con Pfizer.
Ha habido una agresiva campaña de prensa de los medios de comunicación “mainstream”, todos los cuales, durante un par de días, se han convertido todos en defensores antivacunas; pero eso sí, solo contra la del Reino Unido, a la que han llegado a denominar “la vacuna del Brexit”. Han exagerado el número de casos de trombosis, provocando el pánico entre la población, con lo cual el gobierno italiano no ha hecho sino cumplir las órdenes alemanas. Aunque es cierto que Pfizer es una empresa estadounidense y no alemana, la relación entre la sede de la empresa y el gobierno que toma las decisiones, en el caso de la “geopolítica de las vacunas”, no es lo más relevante.
Debemos tener en cuenta que Pfizer ha construido su mayor centro de producción justo en Alemania. No es una cuestión de nacionalismo económico por parte de Berlín (que, existir, existe, pero no es esta la cuestión), sino de hegemonía geopolítica. Y de hecho, no solo Italia sino también Francia y España han respondido a coro a la orden alemana con un contundente “Jawhol!" (¡A la orden!). En Italia han mordido el anzuelo tanto los antivacunas, una especie de secta del tipo de la Cienciología que fue cortejada, no por casualidad, por el Movimiento 5 Stelle[1] (M5S) , así como los fanáticos partidarios del confinamiento, sí, esos mismos que salen a la calle con tres mascarillas y te advierten que te mantengas a tres metros de ellos (lo que hacemos con mucho gusto).
Tanto los antivacunas como los defensores a ultranza de los confinamientos y cierres perimetrales, están unidos no solo por el miedo excesivo a la muerte, (su) muerte, sino que convergen en un comportamiento con tintes paranoicos y paranoides. El gobierno de Italia (pero no solo éste) se ha visto envuelto en este “frenesí” paranoide, tomando una decisión que, como todas las que se toman para satisfacer intereses extranjeros, terminará por ir contra la misma Italia e incluso contra el propio Draghi.
Contra Italia porque la campaña de vacunación sufrirá un parón con graves consecuencias, ya que incluso cuando desbloqueen la vacuna de Astrazeneca, el miedo sembrado permanecerá en muchas personas, alimentado, aún más si cabe, por el cinismo de los medios de comunicación y el espíritu servil hacia Alemania por parte del ejecutivo italiano. Pero el bloqueo a Astrazeneca también se tornará contra el mismo Draghi, quien pone en juego su credibilidad durante la campaña de vacunaciones que ya se ha iniciado poniendo de relieve los más que evidentes parecidos entre Draghi y Conte[2], y no solo porque en cuestiones de confinamientos y cierres es como él o peor que él.
Por último, hay una duda que me gustaría plantear: ¿no será que una parte de Italia y de su gobierno, en el fondo desean un estrepitoso fracaso de la campaña vacunación para prorrogar el confinamiento y las políticas de cierre de actividades lo máximo posible? Al fin y al cabo, ¿cuándo se les presentará otra ocasión tan “golosa” a "políticos" que nunca fueron candidatos ni pasaron por las urnas, o que si así fuese obtendrían porcentajes de voto más bajos que las cifras de un prefijo telefónico?
© La Voce del Patriota
Traducción: Cecilia Herrero Camilleri
[1] Movimiento populista italiano creado por el cómico Beppe Grillo. (N. d. T.)
[2] Giuseppe Conte exprimer ministro de Italia anterior al actual Mario Draghi. (N. d. T.)
Comentarios