PABLO VICTORIA
El tono menor que empleó Chávez en la Cumbre de Río el pasado 7 de marzo fue la indicación de que su locura bélica estaba en pleno receso. Ni siquiera la humillación intelectual a la que lo sometió Uribe, junto con sus compinches, Correa y Ortega, fue suficiente para sacarlo de quicio.
Que Chávez es un psicópata, poca duda cabe. El doctor Edmundo Chirinos, psiquiatra que lo asistió en 1992 y luego lo volvió a tratar durante el curso de su segundo divorcio aseguró que “necesita ser idolatrado, es narcisista”, y agrega, describiendo su perfil psicológico: “es impulsivo y temperamental; hipersensible a las críticas, prefiere rodearse de obsecuentes; muy desordenado en el ámbito administrativo, suele ser impuntual. Canta, recita poemas, domina la ironía, es muy aficionado al béisbol y mujeriego. Busca ser respetado y temido a la vez, posee gran astucia pero puede llegar a la temeridad. De pensamiento errático, es impredecible en sus actos; trata pésimo a sus subordinados para demostrar poder frente a ellos y los otros, y no obstante reconoce sus errores, luego vuelve a cometerlos. En la confrontación con Estados Unidos subyace alguna forma de egolatría: desafiar a Bush, por ejemplo, es también una manera de ponerse en el mismo plano. Es demagogo y autoritario”. Es por todas estas razones que cualquier persona que lo vea actuar, hablar, sonreir y gesticular, tiene que llegar a la conclusión de que es probable que esté más cerca de la locura que de la cordura. Tanto es así, que Chávez ha prohibido al Ministerio de la Salud de Venezuela mencionar siquiera su estado de salud mental.
No obstante, Chávez no está lo suficientemente loco como para no aprovecharse del poder para sus fines personales y familiares. Su padre, Hugo de los Reyes Chávez, fue elegido gobernador del Estado Barinas y continúa siéndolo desde 1998. Su hermano, Adán es el actual Ministro de Educación y es el posible sucesor de su padre en la gobernación de Barinas; su otro hermano Narciso ha sido embajador en el Canadá y ahora está a cargo del convenio cubanovenezolano; Aníbal, otro de sus hermanos, es alcalde de Sabaneta, la ciudad donde nació el actual presidente de Venezuela y encargado de llevar adelante el plan de construir una Cubazuela, que es como un cruce de tigre con ave de rapiña. Aquí no para, sin embargo, el nepotismo del nuevo Mesías de imposibles. Su hermano Adeliz es presidente de una entidad financiera llamada Sofitasa-Barinas que paga los empleados de la Gobernación del Estado de Barinas. Y sigue la letanía: su hermano Argenis es el Secretario de Estado de la Gobernación de Barinas, el poder detrás del trono del padre, el Gobernador.
Como se ve, estos Chávez sí saben para qué es el poder; y no hablo sólo del poder político, sino del de la intimidación y la violencia, algo que les viene de muy lejos pues es cosa averiguada que el bisabuelo del Presidente, alias “Maisanta”, mató en 1895 al coronel Pedro Macías porque había dejado embarazada a su hermana Petra Pérez Delgado. Tenía sólo 15 años de edad. Por eso no es extraño que el presidente Chávez, además de darle golpes a su mujer, un día cogió un bate de béisbol y rompió la camioneta a batazos a su hermano Argenis por no saber de dónde provenía el dinero con el que la compró. Tampoco que haya movido diez batallones a la frontera colombiana sin que su país fuera el ofendido con la incursión colombiana.
Que al hombre le faltan varios tornillos en la cabeza es, pues, una certeza. Sabido es también que hace sesiones de espiritismo para comunicarse con los próceres de la Independencia, mientras su popularidad cae al 10% después del conflicto con Colombia y el país se desabastece de alimentos esenciales: hay que hacer cola de cuatro horas para conseguir leche y permitir que a uno le sellen el brazo cuando compra pollo, en prevención de que no se compre más de la cuenta. Toda esta escasez es el resultado de la confiscación y redistribución de tierras que antes estaban en poder de empresarios productivos. Confiscación, digo, pero no para el padre de Chávez, quien goza de una propiedad de tres mil hectáreas de terreno llamada “La Chavera”, que misteriosamente creció de treinta iniciales que tenía. Es también el resultado de que hoy Venezuela exporta solamente 27 barriles de petróleo per cápita cuando en 1974 eran 140, lo cual no es compensado con el precio actual del crudo. En consecuencia, la renta per cápita por este concepto ha bajado de 3.500 dólares a 1.900.
Chávez es un enfermo. Por eso digo que para agitar su Farcsa comunista, se la tiene que fumar verde, muy verde.