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Un diálogo entre Occidente y el Islam desde la propia identidad de cada cual
elmanifiesto.com
30 de enero de 2008
El rumor de fondo de nuestras vidas es el conflicto de civilizaciones: el encontronazo entre Occidente y el Islam parece inevitable a medio plazo, si es que no ha comenzado ya. Y sin embargo, en estos últimos meses estamos viviendo un episodio de gran importancia: un esfuerzo muy serio por alcanzar un diálogo constructivo entre cristianos y musulmanes. Con el Vaticano en un lado y un nutrido grupo de líderes religiosos musulmanes (138) en el otro, ambas confesiones han abierto un camino de discusión y debate que no busca puntos medios o soluciones de compromiso, sino, simplemente –pero esto es revolucionario-, un mejor conocimiento del otro, conservando la propia identidad religiosa y cultural. En este diálogo ha jugado un papel muy importante la revista Islamic Magazine. Su director, Sohail Nakhooda, contesta a las preguntas de M.L. Conte para “Oasis”.
M.L. Conte
A nivel mundial, la respuesta ha sido extraordinaria. El documento ha sido escrito con sensibilidad, fruto de un esfuerzo sincero por parte del clero, de los teólogos y de los líderes musulmanes para abrir la vía del diálogo y de la cooperación con las comunidades cristianas de todo el mundo. No tengo ninguna duda de que esta iniciativa es una de las más significativas en las relaciones entre musulmanes y cristianos y permitirá llevar a ambas comunidades a una relación de cortesía y respeto recíproco, y a una colaboración. Ya han comenzado a desarrollarse coloquios de alto nivel entre líderes musulmanes, responsables de la Iglesia y centros académicos para examinar los problemas planteados en el documento y para trabajar sobre cuestiones clave de interés mutuo.
No han faltado los aspectos críticos.
El documento ha sorprendido a mucha gente, sobre todo a los que profetizaban desdichas en ambas religiones, que preferirían mantener una distancia teológica completa para legitimar sus polémicas. Por desgracia, se oyen voces parecidas en Europa que provocan reacciones islamófobas. Pero quiero subrayar que son la discusión y el diálogo, más que la polémica, las que ya están en marcha en muchas partes del mundo y en varios niveles. A common world (título de la carta de los 138 líderes musulmanes dirigida a las comunidades cristianas) ha generado un diálogo entre las comunidades. El objetivo del documento era anular las diferencias de la doctrina o, por poner un ejemplo, de la soteriología, pero sobre todo llegar a un reconocimiento que necesitamos para recuperar y aprender a conocer la historia y los principios teológicos que tenemos en común. Se abren innumerables posibilidades interpretativas que podrían enriquecer la comprensión y la cooperación entre musulmanes y cristianos. Debemos ir más allá del simple “tolerar” al otro para “respetarlo” efectivamente.
¿La carta ha llegado a todo el mundo o sólo a ciertos ambientes culturales más sensibles?
Hay un gran número de registros en el sitio web oficial donde aparece publicado el documento, y se registra tanto gente de países musulmanes como de otros países. Hasta hoy son 130 países los que han visitado el sitio web oficial desde que se colgó. Además, el texto ha aparecido de forma considerable en la prensa, musulmana e internacional, y ha incentivado el debate a nivel local e institucional. Este eco mediático nos asegura que el público internacional está al corriente de esta iniciativa. El documento ayuda a las comunidades religiosas a ver que un excesivo aislamiento no beneficia a nadie, es más, puede ser causa de mayores conflictos. Si los conflictos en la historia de la humanidad no llegaran nunca más allá de los insultos, no sería tan grave, pero cuando se rebasan los límites del desacuerdo desembocan inevitablemente en la violencia. Y esto es lo que debemos intentar evitar. Construir el diálogo interreligioso sobre cualquier cosa que no sean las bases teológicas sería un error.
¿Qué es lo más novedoso del texto?
Que parte de la unidad para llevar a la diferencia, en vez de ir de la diferencia a la unidad. Se comienza por la unidad, que es lo que ambas comunidades comparten en el fondo. Esta unidad debe ser la base de la diferencia. Y éste es un modo totalmente distinto de afrontar el problema de las relaciones interculturales y la pluralidad: conserva la propia identidad religiosa y cultural, y permite a cada uno encontrarse con el otro sobre sólidas bases teológicas que tienen fundamento en sus respectivas escrituras y en las que tienen mucho en común. Las comunidades religiosas pueden no estar de acuerdo, y naturalmente será posible que eso suceda, pero si el diálogo se basa en el doble principio del amor a Dios y al prójimo, se garantiza la amistad, y los desacuerdos no llegarán a convertirse en conflictos de otro tipo. El diálogo puede ser un modo de testimoniar la propia fe, pero no es el lugar adecuado para celosos misioneros que tratan de hacer proselitismo.
¿Qué lectura hace de la proveniencia de diversos países y escuelas islámicas entre los firmantes de la carta?
Es muy significativo que los musulmanes firmantes provengan de un amplio sector de la umma musulmana. Vienen de más de 40 países e incluyen a líderes de varias escuelas. Este consenso da a la iniciativa una auténtica autoridad y le da el poder de generar cambios sistemáticos en los discursos teológicos y sociales musulmanes. Ninguna otra, lo repito, ninguna otra iniciativa de diálogo ha sido nunca capaz de formar tal coalición de personajes musulmanes autorizados. Estoy seguro de que esta iniciativa puede ayudar a sanar las profundas heridas acumuladas en siglos de conflictos, estereotipos y malentendidos.
(publicado en Oasis http://www.cisro.org)
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