Quizá nunca hubo dos gemelos, Rómulo y Remo, ni una generosa loba (capitolina) para alimentarlos, pero desde tiempos inmemoriales los romanos guardaron la fiesta de la fundación de la ciudad y numeraron su historia a partir de esa fecha: ab urbs condita. Ahora se han cumplido 2.760 años y la capital italiana, ciudad Eterna por más de un concepto, lo ha festejado por todo lo alto. Fidelidad.
La primera gran cita fue el viernes 20 por la noche: en la Ópera de Roma
La loba capitolina
se estrenó una lujosa versión de La Traviata, de Verdi, puesta en escena por el cineasta Franco Zeffirelli y retransmitida en directo a veintidós salas de cine de todo el país. El papel de Violeta lo interpretaba la soprano de origen rumano Angela Gheorghiu. Es la octava vez que Zeffirelli monta La Traviata. Al mismo tiempo, el actor y director Roberto Benigni estrenaba en Roma su espectáculo Todo Dante. El momento culminante de la celebración fue el sábado, 21 de abril: museos y exposiciones gratis para todos, orquestas en calles y plazas, emisión de un sello conmemorativo para gozo de filatélicos…
Según la larga tradición, Roma fue fundada el 21 de abril del año 753 antes de Cristo. Todo empezó cuando el príncipe Eneas, tras la caída de Troya, desembarcó en las costas italianas y fundó una estirpe regia. A ella pertenecían los gemelos Rómulo y Remo, hijos naturales del dios Marte y arrojados al río Tíber en una canasta por Amulio, un celoso usurpador. Una loba, Luperca, salvó a los pequeños: los rescató del agua y los amamantó durante un tiempo. Después unos pastores, Fáustulo y Aca Larentia, recogieron a los gemelos y los criaron. Cuando los hermanos crecieron, Fáustulo les contó su historia. Rómulo y Remo se vengaron de Amulio y, tras dar muerte al malvado, decidieron crear una nueva ciudad en el mismo lugar donde la loba los había recogido. A partir de aquí, la tradición refiere distintos relatos. Según uno de ellos, Rómulo trazó con un arado la cerca de la ciudad, pero Remo saltó sobre el surco, gesto que se consideraba sacrílego. Así Rómulo hubo de matar a espada a Remo, para que los dioses no permitieran que la muralla fuese de nuevo violada en el futuro. Rómulo, solo, reinó hasta que su padre Marte lo llevó consigo. Fue durante una tormenta, dice la leyenda.
A lo largo de su dilatada historia, el Imperio romano proyectó su enorme impulso civilizador sobre todo el mundo conocido en los tres continentes. Con una columna vertebral hecha de agua –el Mar Mediterráneo-, Roma fundó un universo que llegó a extenderse desde la península ibérica hasta Persia y desde Escocia hasta el Sáhara. Los romanos desembarcaron por primera vez en España, a la que bautizaron (Hispania), en el año 218 a.C., en la localidad catalana de Ampurias. Su dominio se dilató hasta principios del siglo V, cuando Roma encomendó a los visigodos que limpiaran la península de vándalos, alanos, suevos y demás gentes bárbaras. En esos más de seis siglos de dominación, Roma fabricó Hispania. Fueron hispanos los emperadores Trajano y Adriano y el filósofo Séneca, entre otras figuras fundamentales de la historia europea.
Hoy, en los centros de enseñanza españoles, la historia y la cultura de Roma han quedado confinadas a unas breves lecciones sobre “cultura antigua”. No se estudia latín. El término “latino” es cada vez más relacionado con las minorías hispanoamericanas en los Estados Unidos.