Aunque Francia es el primer país de Europa por número de inmigrantes –el propio Sarkozy es hijo de un inmigrante húngaro-, ningún candidato de origen africano o magrebí ha sido elegido en la Francia metropolitana tras la segunda vuelta de las elecciones legislativas celebrada este pasado fin de semana. De entre los 555 diputados de la Francia metropolitana –esto es, excluidas las posesiones de ultramar-, sólo hay una excepción: la abogada antillana George Pau-Langevin, elegida en las listas socialistas por un bastión de la izquierda en París. De entre los 22 diputados elegidos por los territorios de ultramar, sí hay 15 de color.
La Asamblea Nacional francesa “va a quedar muy blanca”, titula France Press. El Consejo de los demócratas musulmanes de Francia, por su parte, denuncia: “Lamentamos que la diversidad de la República no vaya a estar representada en la Asamblea por culpa de los partidos políticos, que no le han concedido la importancia necesaria”.
Voces muy representativas del establishment francés han aprovechado el dato para comparar la situación francesa con la de otros países europeos. En Gran Bretaña, por ejemplo, de los 646 miembros del Parlamento hay 15 que pertenecen a minorías étnicas. En el Bundestag alemán hay tres diputados étnicos: dos de origen turco y otro de origen iraní.
Número récord de candidatos
Los comentaristas franceses subrayan el hecho de que, en estas elecciones, había un número récord de candidatos negros y árabes, pero sólo unos pocos se presentaban con posibilidades de ser elegidos. Tras la primera vuelta, el número de los que podían salir elegidos se limitaba a uno: Salem Kacet, de padres argelinos, residente en Francia desde los ocho años, y que se presentaba en las listas de la derecha. Kacet obtuvo el 36,62% en la primera vuelta, en un distrito del norte del país; en la segunda vuelta fue vencido por su adversario socialista.
La campaña de Kacet, cardiólogo, de 55 años, fue muy interesante, porque el partido de Sarkozy no dejó de exhibir al candidato como ejemplo de la voluntad de integrar a todas las minorías. La nueva ministra de Justicia, Rachida Dati, de padres magrebíes y emblema de la política integradora de Sarkozy, declaró: “Es importante que no sean siempre los mismos, que se parecen todos”.
Tras la primera vuelta, el ex ministro de origen argelino Azuz Begag, que se presentaba en Lyon por una lista centrista, señaló: “Los franceses no están dispuestos a votar por los candidatos llamados ‘de la diversidad’. Mal paso para la Asamblea Nacional en lo que concierne a la representación de las minorías en el Parlamento”.