Obteniendo un éxito espectacular, el FPÖ, el partido identitario austriaco, ha conseguido duplicar sus votos, pasando al 27% de los sufragios emitidos en las elecciones municipales de Viena. De esta forma se convierte en el segundo partido, detrás de los socialistas, que pierden la mayoría absoluta, pasando del 49% al 44% de los votos emitidos.
Con tales resultados, el partido liderado por Heinz-Christian Stache, discípulo del fallecido Jörg Haider, desbanca a los conservadores del Partido Popular (¿se llamarán igual en todas partes?…), los cuales, con sólo un 13% de los votos, pasan a la tercera posición. Ello, sin embargo, no les impedirá arrejuntarse con los socialistas para constituir gobierno. Cosa lógica: como en todas partes, ambos piensan fundamentalmente lo mismo y forman parte del mismo sistema.
La campaña electoral del FPÖ ha estado centrada en la defensa de los valores patrios frente a la inmigración, habiendo obtenido particular éxito unas historietas repartidas en los hogares con Sagas de Viena. En ellas Strache aparece como un héroe defensor de la Viena del siglo XVII ante los turcos que la sitiaron dos veces, y donde insta a un niño a tirar una piedra contra “Mustafá”.
Sin embargo, el mensaje del FPÖ, al igual que el de todos los demás partidos identitarios, sigue limitándose, por desgracia, a combatir el desplazamiento masivo de poblaciones denominado inmigración. Tal parece como si, una vez que se hubiese resuelto (no sé sabe bien cómo) dicho problema, ninguna otra amenaza pesaría sobre nuestro ser y nuestra identidad.
Tal parece también como si no hubiera sido nuestro propio sistema mercantilista el primero en abrir y seguir manteniendo abierta la puerta de una inmigración proveedora de abundante y barata mano de obra.
