¡Cuidado: su hija o su mujer pueden meterlo en la cárcel!

Un padre denunciado por su hija por sacarla de un "botellón"

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La degeneración de nuestro mundo no sólo afecta la vida artística, cultural, política… Afecta incluso a la vida privada. Cosa lógica, por lo demás. Cuando desaparece el espació público; cuando lo único que importa es el Yo del individuo-rey, es decir, de las masas gregarias; cuando el individualismo liberal lo invade todo, la degradación no puede sino afectar también a la vida privada: ésa a cuyo inmediato placer es la única regla de comportamiento.
 
No sólo los cónyuges se pueden denunciar entre ellos, sino también los hijos a los padres. La profesión del futuro: abogado experto en familia. Si ve a su hija de 13 o 16 años en un “botellón”, o tirada en el suelo de una calle de copas, más vale que se vuelva a su casa a toda prisa. Recientemente, un hombre se encontró a su hija de 13 años borracha en una plaza de un pueblo navarro. Trató de llevársela a casa a la fuerza, pero la mocosa se tiró al suelo y pataleó. Al final, quien se llevó a la cría fue la madre, que acudió ante la llamada de su ex marido, pues los padres están divorciados. (Circunstancia, dicho sea de paso, que hará sin duda que los carcas sonrían satisfechos —“ya ven, ya ven adonde lleva el divorcio…”—, dirán sin percatarse de que la moral tradicional constituye precisamente una de la razones que, al haber engendrado una violenta reacción contra sus estrecheces y adusteces, permite entender algo de la chifladura que sufrimos).
 
¿Cómo acabó la historia de la niñata borracha? Acabó con que la hija denunció al padre por agresión. Lo grave es que el juez dio curso a la denuncia y un fiscal de la Audiencia de Pamplona, que seguro que tiene casos más importantes de los que ocuparse, pidió que el padre fuera condenado a la cárcel. Por fortuna la juez ha absuelto al padre… de la misma manera que podía haberle condenado, como le ocurrió a la madre que dio una bofetada a su hijo. Ésta mujer fue indultada, pero el espíritu “buenista”, “infantilista”, que domina a nuestra sociedad, toda esa absurdidad propiamente “orwelliana” en la que vivimos, pueden triturar a los pobres desgraciados que comentan atentados como llevarse a su hija borracha o dar un cachete al niño respondón. Cientos de hombres pasan un calvario porque son denunciados falsamente por malos tratos; algunos de ellos incluso acaban en la cárcel.
 
Se trata de la España de ZP, dirán… Sí, por supuesto, pero a sabiendas de que en la España de Rajoy, de Gallardón, de quien sea, las cosas no serían fundamentalmente distintas. El espíritu que domina a los tiempos es el mismo, cualquiera que sea el color de la casaca política con la que se recubran los de allá arriba.

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