Lampedusa: ¿quién decidirá rechazar la invasión, y cuándo?

Jean-Yves Le Gallou, destacada figura de la Nouvelle Droite francesa y uno de los dirigentes del Institut Iliade, tomando el toro por los cuernos, ha abordado de frente la cuestión de la invasión migratoria y del inevitable recurso a la fuerza para impedirla.

Compartir en:

El desembarco violento de 6.000 a 7.000 negro-africanos, jóvenes de entre 16 y 30 años, en una isla europea tiene un nombre: invasión. O te sometes a una invasión o la repeles. Mediante la fuerza.

Se ha optado, es evidente, por someterse. Para ello se echa la culpa de Europa o, para ser más precisos, a la Unión Europea. Pero esto no es cierto.

No es la UE quien tiene autoridad sobre la policía italiana, el ejército italiano, los servicios de acogida y transporte italianos

No es la Unión Europea la que tiene autoridad sobre la policía italiana, el ejército italiano, los servicios de acogida y transporte italianos. No, es el gobierno italiano. ¿Por qué teme actuar el gobierno de Italia? ¿Por miedo, quizás, a Ilva Johansson, la Comisaria Europea de Asuntos de Interior e Inmigración? ¿Por miedo de esa señora que se dedica a hacer calceta durante las sesiones del Parlamento Europeo?[1] ¡Menudo chiste!

En realidad, a lo que le tiene miedo el gobierno italiano, si utiliza la fuerza, es a la reacción de los medios. Teme la reacción de su opinión pública, condicionada por los medios y alimentada con retórica humanitarista. Teme a sus jueces, que están procesando a Matteo Salvini por las acciones que llevó a cabo en sus tiempos de ministro del Interior. Y lo anterior es tan válido para el gobierno italiano como para el británico (fuera de la Unión Europea) o mañana para un gobierno francés que quiera tomar las medidas que se imponen. La Unión Europea no es la causa de nuestra impotencia, no es más que su tapadera. Como no nos atrevemos a recurrir a la fuerza —ni siquiera a mencionar su uso—, invocamos normas jurídicas. Todo ello olvidando que

"Es soberano quien decide en circunstancias de excepción" (Carl Schmitt)

es soberano —decía Carl Schmitt— quien decide en circunstancias de excepción. ¿Y qué es una invasión sino la más excepcional de las circunstancias? Algunos hablan de "apocalipsis". Pero, ante un apocalipsis, lo que no se puede hacer es quedarse sentado con los brazos cruzados .

Los geopolíticos lo saben. Y hubo uno que lo dijo. Hubert Védrine, exsecretario general del Elíseo con François Mitterrand y exministro de Asuntos Exteriores con Lionel Jospin y Jacques Chirac, declaró lo siguiente sobre la avalancha de emigrantes en 2015:

Hay que impedir las salidas mediante un mayor control de los barcos (Operación Tritón multiplicada por tres), o incluso bloqueando los puertos de salida (¿por qué no la VI Flota estadounidense?) o una coalición marítima ad hoc (como Atalanta) y la destrucción de las pateras que se hayan señalizado. Evidentemente, no existe una solución militar global, pero no nos hagamos ilusiones: en algún momento será inevitable recurrir a la fuerza.

Lo esencial es la última frase: el inevitable uso de la fuerza. Todo lo demás no es sino postureo buenista, futilidades jurídicas y melindres políticos. Si los europeos no se deciden a utilizar la fuerza frente a la invasión, saldrán de la historia, y las generaciones futuras, las de sus hijos, serán esclavizadas. ¿Quién cortará el nudo gordiano?

© Institut Iliade

[1] Se la cazó, en efecto, dedicándose a hacer punto durante una sesión del Parlamento Europeo. Y como “hacer punto” se dice en francés “faire du tricot”, está clara la alusión a las famosas “tricoteuses” que, durante la Revolución francesa, se dedicaban a hacer calceta mientras contemplaban, felices, cómo  caían las cabezas en la guillotina.  (N. del T.)

 

Todos los artículos de El Manifiesto se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.

Compartir en:

¿Te ha gustado el artículo?

Su publicación ha sido posible gracias a la contribución generosa de nuestros lectores. Súmate también a ellos. ¡Une tu voz a El Manifiesto! Tu contribución, por mínima que sea, dará alas a la libertad.

Quiero colaborar