Para Marcelo Gullo, la «leyenda rosa» de muchos países del norte y centro de Europa oculta los aspectos más macabros de sus respectivas historias. Por su parte, Holanda, Inglaterra y Estados Unidos −los tres «jueces» principales del «Tribunal de la Historia» que condenó a España por ser una nación «intolerante y reñida con la libertad»− fueron los países donde la esclavitud conoció su mayor desarrollo. Por eso, este politólogo argentino dedica su vida, su docencia, su escritura y, en realidad, todo su empeño en desarmar la leyenda negra antiespañola o, como él la llama, el pensamiento negrolegendario.
Al éxito de su libro Madre Patria le sigue ahora Nada por lo que pedir perdón (ambos editados por Espasa-Calpe), «un libro valiente que reivindica la verdad de los hechos ante la visión tan falseada y llena de prejuicios que tradicionalmente se ha ofrecido», según el prólogo de Carmen Iglesias, directora de la Real Academia de la Historia. En esta entrevista desmonta las mentiras y bucea en el origen del resentimiento antiespañol, y advierte de que la solución pasa por romper la dictadura de lo políticamente correcto, pero sabiendo que quien la desafía «es expulsado directamente del mundo académico, del mundo periodístico y del mundo político».
–¿Realmente España no tiene nada por lo que pedir perdón?
–Absolutamente nada. Y esto no quiere decir que España en América no haya cometido errores, no quiere decir que no haya pecado. Pero si uno mira el conjunto desde ese día maravilloso que fue el 12 de octubre, gana lo positivo. El pensamiento negrolegendario ha ocultado que América no era el paraíso que pintó Bartolomé de las Casas: América era un infierno, un infierno donde existía un imperio antropófago. Había pueblos que devoraban como caníbales a otros pueblos, se prostituía y explotaba a las mujeres, se vendía a los niños como esclavos o directamente se los sacrificaba como ofrenda...
América era un infierno, un infierno donde existía un imperio antropófago
Además, el 90 % de la población estaba dominada por distintos imperios, donde los caciques eran opresores, y España liberó a América de esa opresión terrible. Por eso fue el intento más importante de la historia de la humanidad de establecer un orden con justicia, algo que ninguna otra nación había intentado, y España lo logró.
–El argumento que se esgrime contra esto es que qué derecho tenían los españoles a «liberarlos», con qué arrogancia los colonizadores exportaban su modelo social.
–Con el derecho que tenemos todos a defendernos, y a defender a los más débiles y oprimidos. Si en México el imperio azteca, que no era más del 10 % de Mesoamérica, oprimía al resto e incluso los mataba y se los comía, los españoles tenían no solo el derecho, sino el deber de defender a los inocentes. Se entiende defendiendo. Se entiende a ese 90 % que los otros se comen porque se los comían. En 487, Ahíyzol hizo sacrificar durante 14 días a 16.000 zapotecas, 24.000 tlapanecas, 16.000 huexotzincas y atlixcas y 24.400 tizauhcóacs. Cuando España llega y ve esa desolación, no se lo plantea: simplemente trata de corregir esa injusticia.
–Pero España acude a México para conquistar esos territorios para el Reino de Castilla...
–La conquista fue absolutamente desastrosa para España desde el punto de vista económico; de hecho, España se desangra en América, algo que la gente desconoce. La mitología del oro en realidad afectaba más a la América lusitana: la exportación de oro no se hizo nunca ni desde las colonias españolas ni desde los virreinatos. Pero de nuevo, la leyenda negra se centra en España, en vez de hacerlo en Holanda o en Portugal (aliado de Inglaterra), donde estaban las principales minas de oro. Los portugueses esclavizaron a los indios guaraníes, como sucedió con las Minas Gerais en el Brasil colonial, mientras Isabel la Católica prohibía la esclavitud.
–El subtítulo del libro reza «La importancia del legado español frente a las atrocidades cometidas por los enemigos de España». ¿Quiénes eran los enemigos?
–«España», el Imperio español, todavía no estaba definido, pero en el juego de la política internacional las naciones no son iguales y compiten por el poder. Inglaterra miraba a América con voracidad, pero España había llegado primero y estaba realizando una gran obra civilizatoria. Aunque intentó derrotarla militarmente, no pudo, y como no pudo hacerlo en política, lo intentó a través de la propaganda y la cultura. Ahí encontró apoyo en Holanda y Francia. Se nos olvida por ejemplo que Holanda ocupó el norte de Brasil e intentó ocupar Chile y fracasó, y que Francia intentó ocupar el Brasil. Los tres transformaron sus derrotas en victorias políticas, atacando la obra de España en América.
–¿Qué está pasando en Iberoamérica con la «madre patria», de dónde surge este odio? ¿Cree que es un problema identitario de los españoles?
–El principal odio a España proviene de los propios españoles. Y procede principalmente del progresismo que hoy gobierna España. Un dirigente socialista histórico me decía que lo peor que le puede pasar al Partido Socialista y lo peor que le puede pasar a España es que gobiernen «estos muchachos» que odian España.
El progresismo que gobierna en España es el primero que odia España y todo lo que España significó
El Gobierno español es el primero que odia España y todo lo que España significó. Naturalmente, si España no se defiende a sí misma, imagínate qué dirán allí. Mis propios alumnos me rebaten utilizando argumentos de los españoles, y a confesión de parte relevo de pruebas: si el mismo acusado dice que es culpable, ¿cómo puedo yo defenderlo?
–¿Y cómo se defiende, a qué fuentes acude usted?
–Las fuentes son innumerables porque la leyenda negra, desde el punto de vista historiográfico, ha sido absolutamente derrotada. Y curiosamente, porque hay gente de buena intención en todas partes del mundo, comenzó a ser desmontada por los propios que habían atacado a España: los norteamericanos. Académicamente, la leyenda negra fue estudiada y pulverizada en las universidades estadounidenses, por grandes hispanistas, pero a pesar de eso, sigue subsistiendo, porque lo que hay en el fondo es mala fe: es un problema político de odio a España.
–Ahora se ponen en duda incluso figuras como la de Hernán Cortes. Su tumba está oculta para que no la saqueen. ¿Hay realmente «héroes» de la conquista?
–Los hombres de aquella época claro que tenían interés en la riqueza o en las mujeres, incluso en el reconocimiento y la gloria, pero también en llevar la fe a todos los pueblos, en compartir su civilización. Cortés fue un héroe, porque llamó a los oprimidos por los aztecas para acabar con esa opresión, y se hizo acompañar de 200.000 indios. La conquista en realidad la hicieron los indios porque fue su liberación. Pero Cortés hace algo más extraordinario: no permite que aquellos pueblos exterminen a los aztecas como habrían querido. Por eso decía Vasconcelos que la conquista la hicieron los indios y la independencia la hicieron los criollos.
–En un capítulo del libro afirma que si España se hubiera convertido en protestante con la reforma luterana, la leyenda negra no habría existido. ¿Por qué?
–Lutero, y después Calvino, afirma que el pecado original ha anulado, destruido y aniquilado al hombre. La teología católica le contesta que no, que el pecado original ha herido al hombre, pero no lo ha sepultado. Cuando los protestantes se encuentran en América del Norte, piensan que es «el reino del demonio», y que aquellos «salvajes y caníbales» están muertos por el pecado original. Y por ello los matan. Sin embargo, el catolicismo (y por tanto España) dice todo lo contrario: los hombres pueden ser redimidos por la fe. Por ejemplo, la hija del emperador Moctezuma se convirtió al cristianismo, se casó y tuvo varios hijos. Los españoles traen una fe que es mucho más justa, un Dios que no pide sacrificios humanos, y los indios se adhieren a ella.
–Se dice que fray Bartolomé de las Casas estableció las Leyes Nuevas, un alegato en favor de los indios, y suprimió el sistema de encomiendas. ¿Por qué ataca su figura?
–Porque es el gran mentiroso de la historia, un farsante absoluto. Fray Toribio Motolinía, en una carta al Emperador, afirma que es un farsante e insinúa que no está seguro de que sea fraile: dice que es un mercenario. Fray Toribio, que vivió la pobreza con los indios, mientras fray Bartolomé vivía como un rico, hizo denuncias también, pero no a la totalidad, sino a abusos concretos de personas concretas. En cambio, Bartolomé de las Casas habla de excesos generales en el trato de la Corona a los indígenas. La versión progresista defiende su figura porque insulta a toda España mientras habla del indígena como un ser bondadoso, cuando en realidad América era inhabitable. Ahora hay autores que dicen ser académicos cuando en realidad son militantes, políticos disfrazados de profesores, que atacan a España porque dice que hubo crueldad. Pero las guerras siempre son crueles...
–Si no somos los españoles, entonces ¿quiénes tendrían que pedir perdón? ¿Los descendientes de los aztecas?
–Perdón tienen que pedir los ingleses, que fueron el imperialismo más atroz de la historia de la humanidad. Que con Churchill condenaron a la muerte a cuatro millones de personas. Sus campañas en África del Norte, su consideración de los indios de la India como seres infrahumanos, el apartheid en Sudáfrica, la aniquilación de los pueblos originarios, el genocidio australiano de Tasmania, su establecimiento en América del Norte por la fuerza con la política de «el mejor indio es el indio muerto»... Ellos tienen que pedir perdón.
Perdón deberían pedir los ingleses, que fueron el imperialismo más atroz de la historia de la humanidad
–Dice que no hay que pedir perdón porque quienes demandan la asunción de culpa no buscan la reconciliación de los pueblos, sino «la destrucción de Occidente». ¿A qué se refiere?
–Errores cometimos todos, pero lo que está en juego es la destrucción de la misma idea de Hispanidad. ¿Por qué? Porque la Hispanidad podría conformar un bloque político en el mundo decisivo, y hay quien no quiere que ese bloque político decisivo exista, pues tendría valores totalmente contrapuestos al mundo anglosajón. La leyenda negra nace para destruir la unidad de los pueblos hispánicos, que iba de California a Tierra del Fuego y de Acapulco a los Pirineos. Y ahora es para destruir la posibilidad de la reconstrucción de una comunidad política de naciones libres y soberanas que podrían constituir un bloque hispánico en el mundo que fuera decisivo en la historia de la humanidad, y que con ese poder instaurara una globalización con otros valores, no con los valores del egoísmo, no con los valores del utilitarismo, sino con la verdad, la bondad y la belleza.
–¿Entonces cree que es el mundo anglosajón el que está detrás de la promoción del indigenismo y la Agenda 2030 para acabar con la Hispanidad?
–Sí, pero ha pasado una cosa nueva en la historia de la humanidad, y es que hay una oligarquía financiera mundial −que ya el Papa había definido como «un imperialismo internacional del dinero»– que ha tomado un protagonismo enorme. Esta oligarquía es quien maneja las relaciones internacionales y quiere un mundo dividido en pequeños estados, un mundo basado en el utilitarismo, un mundo basado en el egoísmo. Son ellos quienes financian el fundamentalismo indigenista en toda Hispanoamérica, y por eso Evo Morales en Bolivia, Boric en Chile, Petro en Colombia, López Obrados en México... se creen antiimperialistas, pero son la mano de obra más barata que jamás tuvo un imperialismo internacional del dinero. Es decir, son unos tontos útiles porque sirven a los fines contrarios a sus objetivos, porque van a terminar partiendo Hispanoamérica en un centenar de naciones: guajira, aymara, mapuche... Entonces seremos segmentos indiferenciados del mercado mundial, mucho más indefensos de lo que estamos ahora.
–Un historiador trabaja con hechos ya acontecidos, pero también puede hacer predicciones. ¿A dónde nos va a llevar esta situación?
–El indigenismo nos conduce absolutamente al fracaso, por eso tenemos que revertir la historia. Ahora vivimos en la dictadura de lo políticamente correcto, que tiene en su núcleo la leyenda negra de la conquista española de América y que busca romper la Hispanidad como elemento cultural. Lo primero que tenemos que hacer es romper esa dictadura, que es invisible y aparentemente indolora, porque todo el mundo se somete a esa dictadura y se autocensura para no perder a sus amigos y su trabajo. Quien desafía esa dictadura es expulsado directamente del mundo académico, del mundo periodístico y del mundo político, como a mí me ha sucedido.
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