El Corriere della Sera pone el grito en el cielo

Lo último: una rehabilitación posmoderna de Julius Evola

Una nueva edición de “Fenomenología del individuo absoluto” ha abierto el panteón de los recuerdos y traído del más allá a Julius Evola. Este pensador, llamado el “barón mágico” por los intelectuales fascistas, y que tras la caída de Mussolini quedó marcado en la lista negra del pensamiento reaccionario, resurge ahora como un adalid de la libertad. ¿Cómo es posible? Porque por encima de sus simpatías políticas estaba su idea del yo, en la que presentaba como valor supremo el desarrollo personal y el “libre arbitrio”. La operación ha despertado una fuerte polémica en Italia. He aquí un esbozo de su renacimiento filosófico.

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CARLOS SALAS
 
La editorial Mediterranee ha publicado en Italia “Fenomenologia dell’individuo assoluto”, uno de los libros más importantes del pensador italiano Julius Evola. Admirado por los intelectuales fascistas del régimen de Mussolini, este texto vio por primera vez la luz en 1930. Fue reeditado en 1974 como si se tratara de una reliquia filosófica, pues Evola ya estaba en la lista negra de los pensadores afines al fascismo, y sólo producía cierta atracción en los círculos de alpinistas y de místicos. En la presente edición, el respetado filósofo italiano Massimo Donà escribe un prefacio donde califica al pensamiento de Evola como “filosofía de la libertad”.
 
¿Cómo es posible? Eso es lo que se pregunta el diario Corriere Della Sera, quien en un comentario sobre esta edición recuerda a los lectores que Evola fue el mismo pensador que definía a las SS hitlerianas como “nueva nobleza seleccionada”, y que recomendaba a los norteamericanos escoger un estado para “meter allí a todos los negros”.
 
Sólo puede interpretarse como una provocación, dice en su antetítulo el mayor periódico de Italia, pues a nadie se le olvida que Evola fue un divulgador de la “mitología pagana y racista”. Y cuando cayó el régimen de Mussolini, se le calificó como cómplice de los nazis, teórico de la raza, inspirador de la derecha radical y responsable del terrorismo negro.
 
Para los fascistas, sin embargo, era el “barón mágico. A pesar de sus vinculaciones al fascismo, Evola disfrutó de una mitigada recuperación en los años posteriores a la guerra mundial, gracias a la intervención de pensadores de la talla de Ugo Spirito y Eugenio Garin. Pero era un reconocimiento que quedó tras las bambalinas del pensamiento oficial. Esta vez, las palabras de Donà han levantado una polvareda de exclamaciones, pues de místico y alquimista, ahora resulta que poseía unas ideas avanzadas.
 
Por ejemplo, dice Donà, el Evola verdadero era uno de los hombres que más contribuyó a las vanguardias artísticas del siglo XX gracias a la influencia de su “idealismo mágico”. La prueba es que Evola fue uno de los primeros seguidores del dadaísmo y del arte abstracto.
 
¿Y quién era Evola?
 
Pero ¿quién era Evola? Su verdadero nombre era Giulio Cesare Andrea Evola. Nacido en Roma en 1898, en su juventud participó como artillero en la Primera Guerra Mundial, y posteriormente se adhirió a los movimientos artísticos más avanzados como el dadaísmo y el futurismo. Participó en el grupo Ur, aficionado a las ideas esotéricas, y criticó la doctrina romana del fascismo, a la que tachaba de demasiado cristiana, porque él proponía una vuelta al paganismo de la antigua Roma. Se opuso a ciertas tendencias socialistas de la llamada República de Saló, es decir, a la última etapa de Mussolini. Por eso el régimen fascista llegó a dar la espalda a sus obras radicales.
 
Refugiado en la Alemania nazi tras la caída de Mussolini, Evola desafiaba a su propio destino dando extensos paseos por Berlín en medio de los bombardeos. Un fragmento de un proyectil ruso le dañó la espina dorsal y le dejó medio inválido de por vida.
 
Tras la guerra, Evola desarrolló una línea de pensamiento que criticaba furiosamente los valores materialistas y la decadencia occidentales. Sus estudios sobre la tradición hermética le hicieron disfrutar de bastante prestigio entre los amantes de lo esotérico, pues había escrito muchos ensayos sobre el budismo, sobre el sánscrito, el yoga tántrico, la alquimia, la magia, lo significados ocultos y sobre los valores profundos de la religiones indoeuropeas, hoy tan de moda entre ciertos círculos intelectuales. En el fondo, reclamaba la autoliberación del hombre a través del mejoramiento interior, y una radical afirmación del individuo.
 
Estos son los valores que ha retomado el prefacio de la última edición de Fenomenología del individuo absoluto. “Una libertad entendida como cualidad constitutiva y originaria del Yo”, dice Doná. Esto da lugar al “libre arbitrio”, como sede de la originaria “potencia productora de un Geist (espíritu) absolutamente autofundado”. Es decir, el Yo de Evola no es racional sino espiritual, idealista y trascendental.
 
La prueba de ello, es que muchos de sus textos podrían estar ahora en las estanterías de la sección “autoayuda” que ofrecen casi todas las librerías. “Revuelta contra el mundo moderno”, “El misterio de Grial”; “La doctrina del despertar”; “El taoísmo”; “El camino de la Iluminación”; “Zen: la religión de los samuráis”; “Introducción a la magia”, “La tradición hermética”; “El yoga del poder”…
 
Para muchos expertos, esta revisión del pensamiento evoliano sólo tiene un valor “estético”. Otros opinan que sigue siendo un filósofo reaccionario y que hay que confinarlo a las mazmorras de las ideas. Sin embargo, el Corrierre Della Sera comenta que, sin duda, Evola es un alquimista, mago y fabulador neopagano que puede encantar hasta a los pensadores de la izquierda.
 
Evola falleció en junio de 1974 en Roma. No tuvo mujer ni hijos. Fue incinerado y sus cenizas, acorde con su testamento, fueron enterradas en un glaciar del Monte Rosa.

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