Tópico de nuestro tiempo: el concepto de enfermedad mental es moderno; en la antigüedad, y hasta la Edad Media, a los locos se los trataba como a seres embrujados, endemoniados, según la superstición del momento. ¿Verdad? Pues no: esta es una deformación muy moderna de una realidad que era completamente distinta. El doctor Horacio Boló, un médico argentino muy destacado en su especialidad y con anchos conocimientos en otras ramas del saber, lleva algún tiempo revisando hechos perfectamente documentados, aunque poco conocidos, sobre la comunidad científica medieval. Las cosas no fueron como cree el prejuicio contemporáneo. Los antiguos eran antiguos, pero no eran estúpidos.
HORACIO BOLÓ
¿Cómo trataban a los locos en la Edad Media? Ante esta pregunta creo que sin excepción todo el mundo diría que se los consideraba poseídos por el diablo, que estaban embrujados y que muchas veces se los quemaba en la hoguera. Por supuesto que esta afirmación también es la que encontraríamos en casi todos los libros de historia de la psiquiatría, donde se nos dice que toda esa época estaba impregnada por la superstición y el trato de los enfermos mentales era muy cruel e incluso se abusaba de ellos, si bien se reconocen algunas excepciones. De acuerdo con la ideología que impregna la mayoría de la historiografía se afirma que recién en el siglo XVI se empieza a enfocar estas enfermedades con criterio científico.
En 1973 comienzan a aparecer las investigaciones que demuestran que, al tratar la enfermedad mental en la Edad Media, estos pseudo-historiadores omiten y deforman las evidencias históricas. Toda la medicina de la Edad Media se basaba en las teorías de Galeno y en las universidades donde se enseñaba medicina nadie hablaba del diablo ni de la posesión diabólica. Es más, muchos religiosos afirmaban que el diablo no tenía poder para producir una enfermedad mental. En el siglo XIII, por ejemplo, Bartolomeo, que era monje franciscano y profesor de teología, atribuía la locura a causas naturales e incluso intentó localizar lesiones en el cerebro que pudieran ser la causa de las alteraciones mentales, y sus escritos eran textos muy usados por los estudiantes y no era una excepción: lo mismo pensaban Juan de Salisbury, el Arzobispo de Lyon, Agobardo, Abelardo y Pedro de España, que era médico y llegaría a ser Papa (Juan XXI).
Es a partir del siglo XVI, pleno Renacimiento, que la posesión diabólica empieza a tener importancia y es en el siglo XVII que la caza de brujas llega a su punto más alto. En el siglo XVIII, en pleno Iluminismo, se piensa que lo que distingue al hombre del animal es la razón y que, por lo tanto, si éste pierde la razón hay que tratarlo como a una bestia. Los hospitales de Bedlam en Londres y la Salpetrière en París son un ejemplo de esta mentalidad.
El loco medieval
Veamos como eran tratados realmente los locos en la Edad Media. Cuando se declaraba que alguien estaba loco sus bienes pasaban a ser administrados por el Rey, quien se responsabilizaba de cuidarlos, siendo responsable de que no se deterioran ni destruyeran y que siguieran generando beneficios, a fin de afrontar los gastos durante la enfermedad, y le fueran luego entregados al enfermo si mejoraba. No podía tomar nada en su propio beneficio. Algo que vale la pena destacar es que estas medidas no sólo eran aplicadas a las clases acomodadas, ya que existen registros de la época donde se puede ver que el 60 % de los locos así tratados pertenecían a los artesanos, agricultores y trabajadores. No era un privilegio para pocos.
Aquellos que se pensaba que estaban locos eran examinados por una comisión integrada por "miembros de la comunidad a la que pertenecía el presunto enfermo, los que debían ser buenas personas y leales”. Esta comisión evaluaba si el paciente se orientaba correctamente, su memoria y su capacidad intelectual. Por ejemplo, se le decía que nombrara los días de la semana, con quién estaba casado, que nombrara a las personas que conocía. Se les mostraban monedas y se les pedía que hicieran cálculos elementales con ellas. Se analizaba sus vida cotidiana y sus hábitos. En ninguno de los casos registrados aparece el más mínimo rastro de que se hablara del diablo o de cualquier otra explicación sobrenatural. Se atribuía el trastorno mental a enfermedades orgánicas, a traumatismos o a graves situaciones emocionales, por ejemplo, al temor que le inspiraba el padre o por la muerte del cónyuge o un familiar cercano. Algunas veces se pensaba que eran las bebidas alcohólicas la causa del trastorno mental. Incluso en muchos casos se hablaba de causas psicológicas como la melancolía, los problemas de conciencia, la ansiedad, etc.
El cuidado de los locos en general estaba a cargo de la comunidad. Por ejemplo, desde antes del siglo XII en la ciudad de Gheel, ciudad de Bélgica cercana a Amberes, sus habitantes llevaban a sus casas y cuidaban a los enfermos mentales que acudían en peregrinación al santuario de St. Dympha. La Edad Media tuvo una actitud muy tolerante hacia los enfermos mentales, que en general eran cuidados por sus parientes. La Comuna se hacía cargo de los gastos muchas veces. Cuando esto no era posible, eran atendidos en los hospitales y en los monasterios.
Pensemos que en Inglaterra, en el siglo XII, se fundaron nada menos que 166 hospitales. El primer hospital dedicado exclusivamente al cuidado de los enfermos mentales se creó en España en el año 1409. Estaba dirigido por un sacerdote y avalado por un documento del Papa. Se creó una fraternidad para recaudar fondos para su mantenimiento. En otras ciudades eran financiados por los comerciantes pudientes.
¡Qué lejos de lo que nos han contado y de lo que nos pintan novelas que nada tienen de históricas!
Bibliografía: A reapprisal of Psychiatry in the Middles Ages. Archives of General Psychiatry, vol 29, agosto de 1973, págs. 287-289 y Medieval and Early Modern Theories of Mental Illness. Archives of General Psychiatry, vol 36, abril de 1979, págs. 477-483