¿Qué le parece la idea de Jesús castigado en el infierno durante toda la eternidad, sentado en una caldera de excrementos hirviendo? Esta imagen aparece en los antiguos manuscritos del Talmud de Babilonia, así como la del juicio y ejecución de Cristo, no por los romanos, sino por el Alto Tribunal judío, el Sanedrín. La comunidad judía, que conocía la existencia de estos textos, los ha dejado permanecer en la oscuridad y el desconocimiento.
Es un viejo problema: ¿desconocidos o simplemente silenciados? Esos textos eran relativamente conocidos por los expertos, pero la tradición judía –especialmente en la edad moderna– sostenía que no se referían a Jesús de Nazaret, sino a alguna remota figura de tiempos inmemoriales. Ahora el profesor de Princeton (Estados Unidos) Peter Schaefer ha demostrado en su libro Jesús en el Talmud que se trata, efectivamente, de Jesús. Para ello ha recolectado y analizado todos los pasajes del Talmud que, aparentemente, hacen referencia al fundador del cristianismo, textos que fueron previamente censurados en las distintas ediciones del Talmud durante siglos.
El Talmud es el libro fundamental de la religión judía. Es una compilación de comentarios que se considera como la interpretación recta y cabal de la ley mosaica (de Moisés), y que refleja la la enseñanza de las grandes escuelas rabínicas en los primeros siglos de nuestra era.
Schaefer, de origen alemán y cristiano, dirige el programa de estudios sobre el judaísmo en la Universidad norteamericana de Princeton y describe la literatura clásica rabínica como “su primer amor”. Con este libro ha desatado la polémica. De entrada, su constatación termina con una extendida creencia sobre la relación entre los textos judíos y los cristianos: mientras que los Evangelios atacan la fe rival –se pensaba–, los textos judíos clásicos no hacen ataque alguno a la fe cristiana. Ya está claro que no es verdad. El Talmud es, por lo menos, tan ofensivo con los cristianos como los Evangelios con los judíos.
En el Talmud se mofan de los dogmas cristianos, incluidos la virginidad de María y la resurrección. Schaefer explica que las historias rabínicas sobre Jesús nunca fueron un intento de acercase con precisión a la Historia, sino que, en el estilo propio del Talmud clásico, los judíos codifican en ocasiones la argumentación legal y teológica en forma de cuentos.
Preguntado sobre el posible impacto de su libro en las relaciones entre judíos y cristianos, Schaefer contesta: “Con mi libro no busco estropear el diálogo entre Judíos y cristianos; pero el diálogo implica honestidad, y yo lo que intento es precisamente eso, ser honesto”.