Una memoria que todavía duele

Estados Unidos encerró en campos de concentración a 11.000 norteamericanos de origen alemán

Durante la segunda guerra mundial e incluso después de ella, entre 1942 y 1947, el gobierno norteamericano deportó a campos de concentración a unos 11.000 ciudadanos americanos de origen alemán y a otros 3.000 de origen italiano. El internamiento de norteamericanos de origen japonés en campos de concentración de los EEUU es conocido por el cine, pero este asunto de los alemanes e italianos lo es mucho menos. Una comisión del Senado en Washington estudiará ahora qué trato se dio a aquellos miles de personas, privadas de su libertad, sus bienes y sus empleos por haber nacido en la patria del enemigo.

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En 1943 el estudiante de diecisiete años Eberhard Fuhr fue arrestado por unos agentes del FBI en su instituto de Cincinnati. Acto seguido le ingresaron en un internado para “enemigos de los aliados” en Tejas, donde estuvo cuatro años y medio con su familia. Miles de alemanes experimentaron una suerte similar. Sin embargo, el número de detenidos fue mucho menor que el de japoneses.

La historia no ha prestado demasiada atención a estos hechos. El senado americano dio un paso adelante al respecto cuando dio orden de votar sobre el tratamiento recibido por los alemanes y otros europeos en Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial. El estatus de la legislación es incierto, ya que se ésta se aprobó como una enmienda al proyecto de ley sobre inmigración.

“A pesar de ello, el hecho de que se vote sobre este tema es ya un gran avance”, dice el Senador Russ Feingold, quien representa a un gran número de alemanes. Durante los últimos seis años una negativa por parte de un senador republicano anónimo impidió que este tema fuera votado.

“El Congreso y los Estados Unidos hicieron lo correcto reconociendo y pidiendo perdón por el maltrato de japoneses americanos durante la Segunda Guerra Mundial”, dijo Feingold. “Sin embargo, no se ha mostrado el mismo respeto por los alemanes, italianos, y latinos europeos americanos.”

El acta que estudia el tratamiento de enemigos o posibles sospechosos durante los períodos de guerra, “Wartime Treatment Study Act” de Feingold, creará una comisión encargada de investigar cómo se trató a los alemanes, italianos y otros europeos. Una segunda comisión estudiará cómo se trató a los refugiados judíos que huían de la persecución nacionalsocialista.

El senador Jeff Sessions, sin embargo, se opone a esta ley, ya que dice que se basa en averiguaciones “que ponen a América en lugar incorrecto. Averiguaciones que dicen que, en parte, la políticas de nuestro país durante los períodos de guerra fueron devastadoras para los alemanes e italianos que vivían en los Estados Unidos.”

Disparidad de opiniones

El asistente del Fiscal General, Richard Hertling, sacó a colación una carta fechada a ocho de mayo durante las sesiones del Comité Judicial del Senado. Hertling dijo que el Departamento de Justicia se había puesto en contacto con el ya consagrado historiador del Museo de la Memoria del Holocausto en el año 2001. Éste les dio su opinión sobre el tema. “Todo esto se está sacando de quicio. Es exageradísimo".

La carta no identificaba al historiador por su nombre, aunque un portavoz del museo dijo que se trataba de Peter Black. Comentó también que el museo no haría ningún comentario sobre la legislación. “Las ideas del historiador no contribuyeron a hacer ver que una comisión era necesaria”, dijo Feingold, que es judío.

“Los hechos fueron muy graves: les quitaron sus trabajos o sus negocios, fueron internados en Texas y se les hicieron otras barbaridades totalmente injustificables, ya que estas personas no habían hecho nada. Eran inocentes. Cuando tiene lugar un conflicto, el peligro para aquellos que pertenecen al mismo medio que nuestros enemigos es real. Y siempre hay que cuidarse de ello”.

Tal y como cree el profesor de historia ya retirado Stephen Fox, quien ha escrito un libro sobre el tratamiento de los americanos alemanes durante la II Guerra Mundial por parte del FBI, unos tres mil italianos y once mil alemanes fueron detenidos en América. Cifras que incluyen alemanes que fueron enviados desde latino América y judíos alemanes. Además de ciento veinte mil japoneses americanos, incluyendo ciudadanos estadounidenses, fueron encerrados durante la Segunda Guerra Mundial.

Para Fox, en general, el FBI señaló como objetivos a alemanes aliados residentes en territorio estadounidense que tuvieran relación con organizaciones alemanas, hicieran comentarios favorables a Hitler o tuvieran contacto con sus familiares en Alemania. Sin embargo, la mayoría era inocente.

Fuhr dijo que fue arrestado meses después de que sus padres hubieran sido internados. Se le reunió con sus hermanos en el campo de concentración Crystal City, de Tejas. “La vida en el campamento era aburrida pero no desagradable”, dijo Fuhr. Lo que realmente le indigna es que no le soltaran hasta 1947, dos años después de que terminara la contienda. “No tengo ninguna objeción sobre mi estancia en el campo de concentración, excepto a partir del día de la victoria aliada. A partir de entonces lamento cada minuto que perdí allí.”

Anneliese Krauter, de setenta y dos años, nacida en Estados Unidos pero de padres alemanes, fue enviada al campo de concentración Crystal City en 1943 junto con su madre y su hermano. Allí se reunieron con su padre, quien había sido arrestado el año anterior. “Su delito era haber alquilado una habitación a un espía alemán. Mi padre, sin embargo, no sabía la condición de este hombre,” dice Krauter. Obligaron a esta familia a cerrar su pequeño negocio familiar, una carnicería, en el barrio de Brooklyn.

Krauter, que ahora vive en las afueras de Indianápolis, describe la vida en el campo de concentración como “divertida”. “Nos ponían películas, aprendíamos de otras culturas gracias a la convivencia con los refugiados japoneses y nos daban clases. Desde luego, no se puede comparar con un gulag o un campo de concentración nacionalsocialista”, dijo Krauter.

En 1944 la familia aceptó la propuesta de los Estados Unidos de ser enviada a Alemania. “Así lo quiso mi padre. Estaba desilusionado y harto”. Ella volvió a los Estados Unidos en 1953 y sigue viviendo allí.

Ambos, Fuhr y Krauter, participan en una exposición organizada por el Centro histórico y cultural en Minneápolis bajo el nombre “Olvidados: el internamiento de civiles alemanes americanos, 1941-1948.”

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